Copa América, juntos pero no revueltos
Un partido de fútbol, como Chile versus Ecuador, pudo derivar en complejos mecanismos de control, como la manipulación, la persuasión, las cortinas de humo, las válvulas de escape e incluso la confrontación. Invariablemente, éstos se ejercen desde el poder y se dirigen a un público masivo. De preferencia, a las clases más populares, aunque en nuestro país este deporte es transversal.
Muchas personas dirán que "si esto es manipulación, no está mal. Me gusta ver el fútbol por televisión". Prueba de aquello es el considerable espacio asignado a la sección deportiva en los medios de comunicación, los que sin saberlo necesariamente, cumplen con una función ideológica. Se trata de la antigua receta romana: "Al pueblo, pan y circo".
La política sabe de esto, y lo aprovecha. Mussolini con el Mundial de Fútbol, Hitler y Goebbels con sus Olimpiadas, la dictadura Argentina y el Mundial que le ganaron a la Naranja Mecánica, etc, etc. El gobierno de la Presidenta Bachelet, tampoco está ajeno a este fenómeno. Sabe que Chile cuenta con una selección poderosa y una ciudadanía desilusionada e incrédula frente a la política, quizás como nunca en su historia.
El resultado puede ser balsámico para el momento político, si la selección llega a la final de la Copa. Que duda cabe, el fútbol es así, y los chilenos podrán evadir sus problemas una vez más; como también, el gobierno controlar el activismo social generalizado.
Desde este punto de vista, el fútbol es una importante palanca política de la que hacen uso discreto ( y no tanto ) los gobiernos para conquistar simpatías y adhesiones. Y ésta es la importancia y la explicación que el gobierno de la Presidenta Bachelet le concede a este deporte. Basta con escuchar a Bravo y Sánchez por ejemplo, referirse al paro de los profesores en su actividad discursiva.
Por lo tanto, a pesar del riesgo, la Presidenta no podía dejar de estar presente en la inauguración del deporte favorito de todos los chilenos. El no estar, hubiera generado una ola de rumores y quejas impredecibles en su contenido y alcance. Mucho peor que un abucheo de cincuenta mil hinchas. En todo caso, se tomaron precauciones: no hubo discurso, la autoridad no salió del palco y la Ministro Riffo fue la "barrera" simbólica que separó al Sr. Jadue de la mandataria. En otras palabras, "juntos pero no revueltos". Definitivamente, una imagen que cosifica el mal momento reputacional de ambos líderes.
El fútbol, a diferencia de otros deportes y entretenimientos, ocupa siempre un lugar destacado en la vida de mucha gente, atrae la atención de núcleos importantes de la opinión pública. Por eso mismo, tendremos que acostumbrarnos durante junio y julio a que ministros, diputados, políticos y funcionarios de alto nivel, incluida la presidente de la República, hagan a un lado asuntos de mayor importancia y se muestren más preocupados de una inauguración y los resultados de los partidos por venir; que por los problemas de sus respectivas carteras u obligaciones.
En todo caso, apostar comunicacionalmente por este deporte y la selección nacional es un riesgo político; porque de fracasar la roja de todos, la "sonora rechifla" del popular se oirá desde Arica hasta el territorio Antártico. Al respecto, y en palabras del reconocido escritor Juan Villoro en "Dios es Redondo", decía que: "La incontrolable multitud puede descubrir una voz propia y una conciencia crítica al reconocerse en forma espontánea como una fuerza circular".
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