Malestar docente




Se ha enviado recientemente un proyecto de "carrera docente" al Parlamento. En una consulta del Colegio de Profesores, a afiliados y no afiliados, más de un 90% lo ha rechazado. En estos días se verifica un amplio paro de profesores.

Si se analiza el proyecto y los planteamientos de sus detractores, queda en evidencia que no se trata de una indicación más o menos lo que los separa, sino de concepciones de la profesión docente que se han puesto en tensión y que cruzan transversalmente los distintos capítulos del proyecto. Bajo el común objetivo de "fortalecer la profesión docente" había, a lo menos, dos caminos: profundizar la autonomía profesional y el carácter intrínsecamente colaborativo y complejo de la tarea docente, o bien optar -como se hizo- por la vía de uniformar los procesos formativos, acentuar el control externo de la profesión docente vía evaluaciones recurrentes, potenciar una mirada individualista y competitiva de ésta.

Subyace al proyecto la idea de que el profesor no puede alcanzar por sí mismo su profesionalidad como cualquier otro profesional, sino que debe ser permanentemente examinado: a la mitad de su formación inicial; luego de egresado y de manera habilitante (relativizando de paso la titulación universitaria); a lo largo de su vida profesional. Todo ello a través de sistemas evaluativos que por su naturaleza no tienen la capacidad de captar el saber teórico/práctico del trabajo pedagógico y terminan definiendo de manera reduccionista la "calidad docente", debilitando aquellas propuestas formativas más complejas, reflexivas y críticas.

Por otra parte, el proyecto no va al fondo en el mejoramiento de las condiciones laborales de los docentes. No reduce el tamaño de los cursos y lleva a un 65/35 por ciento la proporción de horas lectivas y no lectivas, lejos del 50/50 que piden los maestros. Sobre el anunciado aumento salarial han surgido legítimas dudas acerca del real alcance de éste, pues junto al incremento desaparecen o se reducen otras asignaciones.

Las organizaciones docentes vienen hablando de "agobio laboral". El proyecto con su lógica de vigilancia/control puede acentuarlo. Recientes investigaciones dan cuenta de una alta deserción de maestros en los primeros cinco años de ejercicio profesional. A su vez, existe una alta prevalencia de enfermedades asociadas a la depresión y a las afecciones a la voz. Esto último vale como metáfora: los profesores pierden la voz individual dando clases en condiciones inadecuadas, pero también la han perdido colectiva y políticamente. El 90% de los profesores puede estar en desacuerdo con la "filosofía" que cruza el nuevo proyecto de carrera docente, pero su "voz" no se escucha. Su "afonía" en la sala de clases se reproduce en el espacio público.

El filósofo Humberto Giannini, en ese tono calmado con el que solía decir cosas inquietantes, en una de esas tantas conversaciones con jóvenes ante la pregunta de qué hacer con la profesión docente, luego de un silencio, exclamó: "¡Dejen tranquilo a los profesores!".

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