El pájaro rojo y la mil pecados
EL LIBRO Mi amiga Gladys consiste en 11 crónicas que Pedro Lemebel le dedicó a Gladys Marín, la dirigente del Parido Comunista fallecida en marzo de 2005. Al momento de morir, en enero del año pasado, Lemebel trabajaba en la confección de este libro que, por un lado, documenta la cercanía entre ambos, y, por el otro, viene a ser un hermoso homenaje a una mujer valiente, consecuente con sus ideas y excepcional en muchos aspectos. Gladys y Pedro se conocieron en 1999 durante una entrevista radial que él le hizo a la entonces candidata a la presidencia de la república. La amistad surgió en el acto: "Un amor batallante, un amor de improviso, como un pájaro rojo que entra sin permiso por la ventana entreabierta del corazón".
Entre los varios episodios detallados en el libro, figura lo que podríamos llamar el desencuentro entre Lemebel y Roberto Bolaño. Las cosas sucedieron más o menos así: ambos autores iban a dar una charla magistral en la Feria del Libro. Gladys Marín manifestó curiosidad por oír a Bolaño, "ese escritor famoso que la gente nombra tanto", y concurrió al acto. "Y si ella era mi linda amiga comunista hasta morir y si él era Roberto Bolaño, el agudo escritor que había sido tan generoso en sus comentarios con esta diosa punga, ¿cuál era el problema?".
El problema fue que al percatarse Bolaño de la cercanía entre Lemebel y Gladys Marín -ella entró al salón "como rock star"; "la saludé desde el escenario y ella respondió tirándome una cascada de besos"-, se enfurruñó de tal manera que ya no hubo diálogo posible. "Esto es una emboscada, esa mujer estalinista", se le oyó decir a un indignado Bolaño al concluir la fallida conversación con Lemebel. "El se fue a España y yo me quedé junto a Gladys en su continua lucha callejera. Jamás me arrepentiré de haberla elegido, mi corazón no es un libro abierto. Más bien se parece al cartel ajado donde impunemente se amohosan los rostros de la desaparición".
A diferencia de sus textos más combativos o beligerantes, la ternura es el sentimiento que prevalece en estas crónicas escritas con la maestría, la originalidad y la gracia que desde un comienzo se le reconocieron a Lemebel. Navidad en Andacollo da muestras de ello. Debido a que se encontraba demasiado afectada por el tumor cerebral que acabó con su vida meses más tarde, Gladys Marín no pudo cumplir con el rito acostumbrado: concurrir en Navidad a la fiesta de la Virgen de Andacollo. Muchas veces ella le pidió a Pedro que la acompañara, pero éste nunca lo hizo. Lemebel no entendía qué buscaba una comunista en una fiesta religiosa.
En última instancia, Lemebel concurrió por su cuenta, "junto a mi querida Hilda López, a pedirle a la Virgen por la salud de nuestra amiga". Tras describir con trazos breves y precisos el entorno de la festividad popular, el cronista apunta: "Y ahí, en medio de esa multitud, aquella Navidad, estaba yo, la mil pecados, solicitándole a Nuestra Señora el milagro de sanar a mi amiga a cualquier costo". Debido a la zalagarda circundante, especula Lemebel, la súplica no fue escuchada. El éxtasis del ritual se produce cuando se apagan las luces de la enorme basílica y, alumbrado por antorchas, "entra el niño nazareno encumbrado por las manitos morenas de los niños de Andacollo. Una sola lágrima brilló rojiza aquella noche, como un lucero en extinción que iluminaba levemente aquel navideño tierral".
El libro contiene, además de excelentes fotografías, algunos textos anecdóticos, como cuando Lemebel asistió al programa de Pedro Carcuro (Gladys Marín nuevamente lo acompañaba desde el público), o como cuando ambos se escaparon de una función de gala en el Teatro Municipal. "Igual fue bonito conocer estas elegancias, dije tomando a la Gladucha del brazo. Pero nosotras somos más folclóricas, Pedrín. Y rockeras, agregué con una mirada rebelde. Y cumbiancheras, acentuó mi reina con su risa de cascabel que me sigue sonando en el ayer, tan fresca y libertaria como una cascada de pájaros".
Mi amiga Gladys también puede leerse como un documento biográfico que entrega valiosa información acerca de los protagonistas. Pero en este sentido, y en cualquier otro, persiste la noción conmovedora, y a ratos estremecedora, de la tremenda pérdida que ha significado para todos nosotros la desaparición del pájaro rojo y de la mil pecados.
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