Topofilia




Amor por el lugar. Eso es topofilia, una palabra acuñada hace sesenta años por el filósofo francés Gaston Bachelard y que habla del vínculo afectivo entre el ser humano y su entorno. Un apego emocional, dice el geógrafo Yi Fu-Tuan, que liga a los seres humanos a aquellos lugares con los cuales, por una u otra razón, se sienten identificados. Qué tremendo concepto. Qué importante ponerle palabras a un sentimiento que se vuelve más trascendente en la medida que los seres humanos se trasladan a las ciudades.

En Chile, un 90% de la población es urbana y, por eso, es fundamental generar ese apego, ese sentimiento positivo entre el ciudadano y su territorio. "No es que la gente ame a las ciudades porque son bellas, las ciudades son bellas porque la gente las quiere", dice una fantástica frase de autor desconocido. Es simple: es el cariño por el lugar donde uno habita el que convierte a ese espacio en uno amado y admirado. No al revés. Es el santiaguino que se siente orgulloso de tener el parque urbano más grande de Latinoamérica y que se lo muestra con cierta vehemencia y hasta una disimulada ostentación a los turistas, el chilote que cuida como hueso santo cada una esas 16 iglesias que son patrimonio de la humanidad, el habitante de Vicuña que quiere que cada hito de su ciudad tenga algún vínculo con Gabriela Mistral y por eso adora y mantiene en perfecto estado su plaza central, su museo y cada esquina de esa capital mistraliana.

También es el vecino de todas esas plazas de Chile que han sido diseñadas y construidas junto a la Fundación Mi Parque, o el habitante de Santiago Centro que vio cambiar un sitio eriazo por una flamante Plaza de Bolsillo y hoy tiene frente a su departamento desde murales hasta juegos para niños, food trucks, vegetación, sillas, bancas, todo eso en vez de decenas de metros cuadrados de ripio y alambre. Es, también, un evento como OH! STGO, que se realiza el 18 y 19 de marzo, en el cual se podrán recorrer gratuitamente más de setenta lugares que reflejan la arquitectura, ingeniería y medioambiente del Santiago contemporáneo, muchos de los cuales no están normalmente abiertos para el público.

OH significa Open House (Casa Abierta). Una idea que viene de Inglaterra y que apuesta por abrir las puertas de los íconos modernos de la ciudad a los ciudadanos. Puro amor por la urbe. Topofilia en estado puro. Un proyecto que se ha extendido a decenas de ciudades en el mundo, de las cuales Santiago es la más reciente. Cómo no va a ser un acto de amor contagioso abrir las puertas del Palacio Pereira y poder ver in situ cómo se está restaurando; o entrar a los túneles de las nuevas líneas del Metro antes de que estén terminadas, o poder ser testigo de cómo avanza la obra de la segunda etapa del GAM. Y, al mismo tiempo, poder visitar la Villa Antumalal en Renca, obra de Alejandro Aravena, y poder conversar con sus vecinos; o el espectacular y recién terminado Centro de Extensión del Instituto Nacional, en el mismo lugar donde por décadas estuvieron las catacumbas; así como el edificio de la Onemi o las nuevas dependencias de Chilevisión en la ex fábrica Machasa. Un Día del Patrimonio, pero contemporáneo, y que dura todo un fin de semana. Una oportunidad fantástica para reconocer el lugar que habitamos, para admirarlo, para quererlo y cuidarlo. Un portaaviones de topofilia en estado puro.

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