Travesti del espacio exterior

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Daniel Melero.

A veinticinco años de su lanzamiento, Daniel Melero acaba de editar su clásico de los noventa en vinilo ("con sonido original no remasterizado") y se prepara para celebrarlo con un concierto el sábado 16 de noviembre en el ND Teatro.


Ahora lo ves, ahora no lo ves. Daniel Melero es un virus del espacio exterior: su radiación está diseminada a lo largo y a lo ancho de todo el rock argentino, pero buena parte no tiene la menor idea de que lo lleva en la sangre. Daniel Melero es una paradoja: es gregario pero solipsista hasta el encierro. Tiende a relacionarse con artistas más jóvenes (desde bandas muy populares hasta algunos proyectos completamente ignotos) pero puede producir un disco ajeno por skype: con el mouse en una mano y el vaso de whisky en la otra. Ahora lo ves, ahora no lo ves. Daniel Melero es un agujero negro.

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Melero y Cerati.[/caption]

Durante la primera mitad de los noventa, por ejemplo, se ocupó de construir una trinchera a su alrededor. Precedido por Colores Santos y su trabajo con Soda Stereo, ganó un prestigio que operó como by-pass entre el circuito under y el mainstream. Así, habilitó la grabación del debut de Babasónicos para Sony Music, produjo el primer disco de Los Brujos y se sentó en la cabecera durante las sesiones golfas de la Mafia Sónica: el concilio donde personajes como Adrián Dárgelos, Carca (entonces en Tía Newton), Rodrigo Martin (Juana La Loca), Ariel Minimal (Martes Menta), Fabio Suárez (Suárez) y el periodista Pablo Schanton dirimían la Gestalt del Nuevo Rock Argentino. Después, una vez que vampirizó e irradió a cada uno de los comensales, concibió la idea de Travesti y se retiró de la mesa. Como diría el Artista Cachorro de Joyce: silencio, destierro y astucia.

En la primavera de 1993, Melero comenzó a pendular entre el Estudio Incierto y Moebio con Martín Menzel como técnico de grabación y un concepto estético: menos como un sonido que como una ética, la invocación del espíritu acústico y setentista del rock argentino. Un árbol para abrazarse. Precisamente durante esos días, la prensa especializada se escandalizaba con otros raros peinados nuevos y las viejas glorias temblaban de miedo en los rincones. Todo el discurso que rodeaba al Nuevo Rock Argentino sonaba como una ruptura, pero —a la distancia— parece quedar más o menos claro que se trataba de una relectura. Travesti, de alguna manera, es la prueba de esa continuidad. Melero era todo menos inocente: poner a dos tecladistas como Carlos Cutaia (Pescado Rabioso, La Máquina de Hacer Pájaros) y Uma T (Babasónicos) en la primera canción del disco resultaba un gesto deliberado. Una línea trazada en el suelo.

Aquí, allá y en todas partes, desparramó un puñado de citas que funcionaban como contraseñas para los iniciados. "Libertad", la canción que partía al álbum por la mitad, era un rock invocante capaz de unir la escena baggy de Manchester con "El parque": la colaboración de Luis Alberto Spinetta para el primer disco de Billy Bond y La Pesada del Rock (quince años después, Gustavo Cerati se montaría sobre el mismo riff para "He visto a Lucy": el cierre de Fuerza Natural). Inspirada en una base rítmica de Scott Walker, "Resfriada" agregaba una nueva viñeta a la saga de "Laura va" (Almendra) y "La sed" trabajaba sobre la figura deslizante del "Génesis" de Vox Dei. "'Nena mía' tiene que ver con ese momento en el que el otro está distraído, haciendo cualquier cosa o no haciendo nada —dice Melero en Ahora, antes y después, el libro de conversaciones con Gustavo Álvarez Núñez—. A su vez descubrís algo poético en esa desatención, en esa nubecita en la que está flotando. Es una canción que tiene mucho que ver con el Spinetta acústico de Artaud; incluso la progresión final de la música está muy cerca de la estructura de acordes del tema de Invisible 'Durazno sangrando'".

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Daniel Melero.[/caption]

Si el escenario estético de Travesti eran los mapas superpuestos de los setenta y los noventa, su corazón secreto resultaba el comienzo de su relación con Mónica Moccia. El florecimiento del amor conyugal representado como una mascarada, entre discos de Pescado, Marc Bolan y el primer Bowie. "'Quiero estar entre tus cosas' la escribí cuando recién empezaba a salir con Mónica —dice, en aquel libro de conversaciones—. Un día a la mañana se fue y yo me quedé en la casa de ella. Si bien no le revisé las cosas realmente .y aunque lo hubiera hecho no podría estar contándolo, o no debería-, la fantasía estaba. Los objetos que menciono como el libro Secretos del Mar existen. Es una situación completamente realista y muy degenerada, no obstante es un momento de degeneración que ¿quién no lo vivió? Cuando alguien se olvida algo, por ejemplo, una agenda, ¿cómo no mirarla?"

Así, a medida que se acercaba al cierre de la grabación, Melero dirimía el concepto con el diseñador Alejandro Ros. A esa altura, prácticamente un consultor. Pronto aparecieron dos ideas muy gráficas. Por un lado, el Frankenstein como travesti (que fue a parar al videoclip de "Quiero estar entre tus cosas"); por el otro, la máxima glam de Oscar Wilde: dame una máscara y te diré la verdad. "Hay un concepto más allá de lo que podría ser el travestismo de acuerdo a oponerse a tu propio género: este disco considera que todos somos travestis, que todo el tiempo estamos usando una máscara —apunta Melero—. Se basa en la idea del teatro griego, del significado de persona como máscara. Está muy imbuido, me parece, de las lecturas que hice sobre Baudrillard".

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Con ese combustible conceptual, decidieron que el arte de tapa sería la foto carnet de una persona común. De un X: como diría Celine, "un muchacho sin importancia colectiva, exactamente un individuo". Ros saqueó el archivo de una casa de fotos en-el-acto y, mientras se divertían buscando a su personaje, el productor Víctor Ponieman advirtió que el uso indiscriminado de un anónimo llevaba adherida la posibilidad lejana pero latente de un juicio. Ponieman, sin saberlo, se había ofrecido. Esa misma tarde lo llevaron a una casa de fotografías y, para el desconcierto de su propia familia, unos semanas más tarde estaba en las bateas de todo el país: su rostro hierático estampado con la palabra Travesti.

"¿Por qué reeditarlo en vinilo 25 años después? —se pregunta, desde la cima del presente—. Tal vez es un capricho innecesario, como fue haberlo editado en su momento, un desencaje más, y también un festejo. En el show del ND Teatro estaremos con la banda con la que vengo tocando y haremos todos los temas del álbum. Habrá invitados (que estuvieron en ese disco), como Diego Tuñón y Carca… quizás algunas sorpresas. Van a haber algunos registros visuales que tienen que ver con la creación y grabación del disco. Seremos todos travestis y utilizaremos las vestiduras que sepamos ese día".

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