La última banda que importa
En una época donde las estrellas pop locales juveniles no siempre están dispuestas a manifestar posición o compromiso político, el regreso fugaz o permanente de Los Bunkers —que hoy se presentan en la U. de Concepción a las 18 horas— retrotrae a otra generación artística donde no había lugar a tibiezas en estos asuntos.
Un twitteo decía que cuando Los Bunkers se separaron a nadie le gustaban mientras en el regreso todos son fans. Puede ser torcidamente cierto en la medida que el tiempo ejerce su magia para valorar la obra del grupo de Concepción en su conjunto. Se disgregaron hace cinco años en un momento de gran popularidad y respeto en Chile y el extranjero manejando el desgaste propio de una actividad incesante sin afectar la calidad de su trabajo. Fácilmente tienen al menos un par de discos clásicos del catálogo nacional de este siglo, nunca publicaron un álbum flojo, y su efectividad en vivo era incuestionable. La distancia permite apreciar la capacidad de síntesis asombrosa del quinteto. Absorbieron cancioneros distintos —anglos, latinos y chilenos—, transformando cada veta a su vocabulario. Podían ser muchas bandas y artistas a la vez pero nunca dejaban de ser Los Bunkers.
https://culto.latercera.com/2019/11/30/historia-los-bunkers-mino-chile-desigual/
Si hay un nombre de nuestro firmamento de consagrados que merece volver tras larga ausencia bajo estas condiciones cargadas de expectativas, son ellos y cuesta divisar oportunismo en el gesto. La justicia, la memoria y las reivindicaciones integran su trayectoria desde la primera canción del álbum debut de 2001, "El Detenido", con alusiones a los detenidos desaparecidos, seguida de "Miño" en Canción de lejos (2002), una composición que dentro de un contexto autobiográfico de los hermanos Durán cita a Eduardo Miño, el militante comunista quemado a lo bonzo en 2001 frente a La Moneda.
Otros títulos como "Deudas", "El festín de los demás", "No necesito pensar" y "La maldición de mi país" confirman que Los Bunkers no son advenedizos en temas sociales y juicios al modelo. La silueta de un músico cargando una guitarra en su espalda a la manera de un fusil, una de las imágenes características del grupo, reitera ese instinto por la síntesis y te dice que la canción popular aún es capaz de contener mensaje social y conmover a generaciones como ellos lo hicieron durante la década pasada y parte de esta.
Con astucia y gusto Los Bunkers no le ponían lástima a sus protestas sino energía, melodía, guitarra, coro y filo. Por supuesto, el amor y el desamor fueron los temas mayores en su cancionero, pero este costado consciente sobre la realidad social y la historia reciente enriqueció su repertorio e imaginario.
En una época donde las estrellas pop locales juveniles no siempre están dispuestas a manifestar posición o compromiso político ganando de inmediato fama de amarillos, el regreso fugaz o permanente de Los Bunkers -quién sabe- retrotrae a otra generación artística donde no había lugar a tibiezas en estos asuntos. Nada de cálculos cuando se trata de exigir, como cantaba Piero, "para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó".
https://culto.latercera.com/2019/12/13/camion-regreso-los-bunkers/
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