Historias superficiales, fórmulas gastadas y nuevos públicos: ¿es el fin de las comedias románticas?
A pesar de las constantes críticas al género, este parece no morir y reinventarse cada década. Diversas voces del mundo del cine reflexionan en Culto las causas de la crisis de las comedias románticas, un fenómeno propio de la industria del que tampoco se salvan las cintas de superhéroes o terror. Mirar otros formatos, como las series o la literatura, son algunas alternativas para encontrar refrescantes historias de amor.
Películas como Cuando Harry conoció a Sally (1989), Mujer bonita (1990), Notting Hill (1999) o 500 días con ella (2009) viven en la memoria colectiva y en los corazones de los cinéfilos más apasionados. Las comedias románticas —que a veces coquetean con el drama — integran un género clásico que muchos han dado por muerto, pero que resiste contra viento y marea en la industria cinematográfica.
Este año han llegado al cine y al streaming títulos románticos que dividen a la crítica y a los espectadores. La llegada de cintas como Con todos menos contigo (2023), con Sydney Sweeney y Glen Powell; La idea de ti (2024), con Anne Hathaway, o Un asunto familiar, con Nicole Kidman y Zac Efron, demuestra que el interés del público por el amor está intacto, a pesar de las malas evaluaciones a las cintas por parte de los expertos. Otros títulos pasan por el streaming y al cine sin pena ni gloria, como Un deseo irlandés, de Lindsay Lohan, o Los juegos del amor, con Gina Rodríguez.
“Que vayan a retornar los tiempos de gloria de la comedia romántica de los noventa o el cine de las llamadas ‘screwball comedies’ de los treinta y los cuarenta, con Cary Grant y Katharine Hepburn, es otra cosa. Esa fue la época de gloria”, reflexiona en Culto Rodrigo González, crítico de cine de La Tercera.
Las películas de los noventa e inicios de los 2000 “entienden que quiere ver la audiencia, un público que requiere cierto tipo de actor, cierto tipo de historia, cierto tipo de desenlace”, agrega Nelson González, director de Revista La Máquina, en diálogo con Culto.
¿Qué está pasando con el género? ¿Por qué las cintas más recientes no perduran en la memoria, como sí las nacidas en los noventa o la primera década de los 2000? Diversas voces responden a Culto estas y más peguntas, para afirmar fuerte y claro que la comedia romántica está lejos de morir.
¿Temas gastados en la comedia romántica?
La comedia romántica no es la oveja negra de la familia de géneros. Según los expertos, el desgaste de las temáticas de las conocidas como ‘romcom’ obedece a un fenómeno generalizado del cine, no a un hecho aislado. “No creo que sea un problema de la audiencia, sino que puede ser un problema de cómo las fórmulas que se han usado parecen no funcionar para llevar gente a las salas, pero no es algo que le pase solo a la comedia romántica. Está pasando con las películas de superhéroes y la mayoría de los géneros, pero no necesariamente pasa lo mismo en las plataformas”, reflexiona en diálogo con Culto Antonella Estévez, periodista especializada en cine y género, cofundadora y directora del Festival de Cine de Mujeres de Chile (FEMCINE).
“La industria cinematográfica está teniendo problemas para conectar con la audiencia, cosa que la pandemia agudizó haciendo que dejáramos de ir al cine. Sin embargo, el boom de Intesa-Mente 2 nos demuestra que cuando hay una oferta atractiva y consistente, esta se puede sostener en salas. Creo que es un problema de actualización de los contenidos”, profundiza.
Así que, más que sentenciar a las comedias románticas a muerte, se puede afirmar que estas no pasan por su mejor momento. “Al igual que todos los géneros fílmicos, la comedia romántica sufre ciclos de mayor o menos popularidad, por una falta de nuevas ideas o el recambio”, afirma la periodista y comentarista de cine Lya Rosén, en conversación con Culto.
He ahí el principal problema: el desgaste de las fórmulas clásicas y las temáticas. “No es un género que vaya a morir, pero sí hay una falta de reinvención de las historias que se van contando, que estén más adecuadas a la época. Se están orientando a romances más superficiales, como algunas películas de Netflix, que generan despego por parte de la audiencia”, explica Nelson González. “Hay algunas que tienen las fórmulas desgastadas, al seguir ciertos clichés, estereotipos y lugares comunes que resultan en un cine bastante burdo”, agrega Juan Marín, comentarista de cine.
Antonella Estévez pone el positivo ejemplo de Locamente millonarios (2018), que trata de una pareja asiática que se enfrenta a las tradiciones familiares y las diferencias de clases sociales. “A esa película le fue increíble, porque entendieron que había que hablarle a un público. Mientras más voces haya contando historias, más posibilidades tendrán de llegar a más gente. Si seguimos teniendo comedias románticas contadas por hombres blancos heterosexuales ricos del primer mundo, es difícil que esas películas puedan llegar un público diverso”, reflexiona.
Cambio de audiencia, cambio de paradigma
Ahora bien. ¿Por qué las fórmulas y temáticas no funcionan como antes? Principalmente, se debe a un recambio de audiencia y a la llegada de las plataformas de streaming.
“Más que desgaste de las fórmulas que funcionaron, tiene que ver con el cambio de paradigma de la audiencia, que requiere un contenido más de nicho y alineado”, explica Nelson González.
“Las nuevas generaciones están cuestionando el amor romántico de la manera en que nosotros lo conocimos. Esta idea del ‘cute meet’ (encuentro tierno) al ‘happy ending’ (final feliz) no funciona de la misma manera para los nuevos públicos. Hay una urgencia de pensar cómo hablamos de amor hoy día, qué es lo que le hace sentido a los públicos”, profundiza Antonella Estévez.
En la misión por buscar historias no contadas en el género, aparecen nuevas apuestas. “Por lo general se han atrevido a exponer temas que antes eran un tanto tabú en la sociedad en general, como relaciones dentro de la comunidad LGBT+ o protagonizadas por las que los estadounidenses tachan de minorías raciales —Feliz novedad (2020)—. Además de no tener miedo de ponerle una cuota de sexualidad y desfachatez, como en el caso de Hazme el favor y Con todos menos contigo”, indica Lya Rosén.
Al respecto, Antonella Estévez considera necesario dar más cabida a las diversidades sexuales en la comedia romántica. “Es necesaria una renovación del mundo de la diversidad, donde por mucho tiempo las películas de amores gays, lesbianos o trans, han estado centrados en el drama, en el prejuicio, la violencia y la dificultad, que es absolutamente necesario, pero hemos visto poco humor ahí. Material hay de sobra”, explica.
Sin embargo, nuevas comedias románticas encontraron un lugar cómodo para estrenarse sin mucho riesgo: el streaming. “Plataformas como Netflix o Prime Video captaron ese nicho y han encajado comedias románticas como la reciente Un asunto de familiar en su programación”, indica Rodrigo González.
No todo es malo
La oferta de comedias románticas en streaming aumenta y son pocas las que perduran en los corazones cinéfilos. Pero no está todo perdido.
“Hay directores del cine contemporáneo como Paul Thomas Anderson, con Licorice Pizza (2021), que hizo una comedia romántica súper original y alejado de esta hegemonía de personas guapas; Richard Linklater, que reformula el género con una comedia romántica sexy (Cómplices del engaño, 2023), con una mixtura de género con el neo-noir, que la hace innovadora; o Palm Springs (2020), que la encuentro notable”, recomienda Juan Marín.
Para Antonella Estévez, la respuesta está en buscar en otros formatos, que sí han respondido más rápido a las demandas románticas de las nuevas audiencias. “Si uno ve lo que está pasando en el mundo de las series o el mundo de la literatura, young adult o juvenil, uno se da cuenta de que la comedia romántica es algo que sigue llamando la atención. Quizás se están viendo cosas interesantes en el cine independiente, en las series, en la literatura”, reflexiona.
Rodrigo González, crítico de cine de La Tercera, ve la clave en el cine creado fuera de las fronteras estadounidenses. “No me queda claro si las comedias románticas de la última década van a perdurar o no, pero sí puedo decir que si los gringos no siguen la posta, lo harán los franceses, los coreanos, los argentinos o los chilenos. El amor es uno de los grandes motores de la narrativa y siempre estará. Para muestra, puedo hablar de Emmanuel Mouret, gran director romántico francés, cuya película Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (2020) es lo de mejor, a mi juicio, que se ha hecho en los últimos 10 años. Los franceses, en particular, siempre han sido maestros en las películas sobre las relaciones humanas. También está el caso de la notable La peor persona del mundo (2021), del noruego Joachim Trier”,
Estévez ofrece una reflexión final: “Las películas más exitosas, en cualquier época, son las que logran conectar con su momento. Las buenas películas son las que conectan con lo humano más allá de su momento. Hay películas como Cuando Harry conoció a Sally que siguen funcionando hoy día, a pesar de que tienen varias décadas. Eso es buen cine”.
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