Análisis al cartel de Lollapalooza Chile 2025: sin quejarse

Análisis al cartel de Lollapalooza Chile 2025: sin quejarse
Análisis al cartel de Lollapalooza Chile 2025: sin quejarse

Los cabezas de cartel de la próxima edición del festival saldan demandas históricas como el debut de Tool y Justin Timberlake, se convoca a una clásica influyente de primera línea como Alanis Morissette, y seduce a los jóvenes con Olivia Rodrigo y el regreso de Shawn Mendes.


Cuando los festivales musicales alcanzan cierta madurez y trayectoria, inevitablemente su ecosistema incluye un nicho que alega exclusión de la fiesta porque la selección no convoca las figuras de su interés, o se acusa la pérdida de las cualidades que dieron nombre al evento.

Ese segmento quisquilloso eterno, no tiene mucho para reclamar con los cabezas de cartel de Lollapalooza Chile 2025, trazando una cobertura estilística amplia, generosa y bien pensada, que abarca 30 años en la historia de la música popular. Artistas como Tool, Olivia Rodrigo, Alanis Morissette, Justin Timberlake y Shawn Mendes representan diversas vetas, públicos y generaciones en un arco de calidad inapelable, más allá de determinadas preferencias.

ALANIS MORISSETTE 1

La joya de la corona en esta revelación del line up es el desembarco -al fin- de Tool, una de las bandas más esperadas por décadas en Chile.

Formados en Los Ángeles en 1990, la alineación del cantante Maynard James Keenan, el guitarrista Adam Jones, el bajista Paul D’Amour (reemplazado en 1995 por Justin Chancellor) y el baterista Danny Carey, encarna la evolución máxima del metal progresivo iniciado por King Crimson y Rush en los 70, y la influencia del metal alternativo de la mano de Melvins y Helmet, entre otros referentes, con una propuesta detallista y alambicada -las métricas irregulares son especialidad de la casa-, que ha generado una base de fanáticos que compite con las swifties, adjudicando a sus favoritos cualidades únicas. Así, sus seguidores encarnan un culto un poco insoportable y enternecedor, material para chistes en redes por la presunción de superioridad artística e intelectual.

Más allá de las características de su público acérrimo, Tool ofrece uno de los espectáculos de rock más sólidos e impresionantes del planeta desde los años 90. Sónicamente perfectos, despliegan una imaginería visual inquietante dirigida por Adam Jones, reconocido por su labor en efectos especiales en cintas hollywoodenses como Terminator 2 (1991), Batman returns (1992) y Jurassic park (1993). Se suma un uso de luces y proyecciones sugerentes de estados alterados de consciencia, todo coronado por un dejo de oscuridad del alma humana.

Tool

La espaciada discografía de apenas cinco álbumes en 31 años, con una dinámica compositiva que semeja un proyecto arquitectónico que abarca un mandato presidencial, ha convertido cada título en un hito. Es material de eterno debate cuál es su mejor álbum, pero es probable que en su primera generación de adeptos, el monumental Ænima (1996) clasifique como obra maestra.

Alanis Morissette regresa a Chile bajo un estatus de clásica contemporánea, una de las madrinas insoslayables del actual reinado femenino en la música popular. Si Tool representó un cambio en la concepción del metal en los 90, la cantante canadiense hizo lo propio en su género. Utilizando las herramientas del rock alternativo según la tijera de MTV, convirtió su tercer álbum Jagged little pill (1995) no solo en un fenómeno de ventas con 33 millones de copias en todo el mundo -uno de los discos más vendidos de la historia que además está de aniversario el próximo año-, sino en un cambio de paradigma musical femenino que influenció directamente a artistas como Shakira y Avril Lavigne, por citar un par.

De todos los convocados con letras de molde, es la única en posición de desplegar un generoso listado de himnos generacionales como You oughta know, You learn, Thank U, Uninvited, Ironic, Head over feet y Hand in my pocket, entre varias canciones donde el hilo conductor es la emotividad mediante una voz conmovedora, que marcó un antes y un después en el curso del pop rock.

Con su voz e imagen, Alanis Morissette se convirtió en sinónimo de un estilo que germina hasta hoy, precisamente en otra de las cabezas de cartel, la estadounidense Olivia Rodrigo.

Con apenas 21 años, la ex estrella Disney se mueve en el dial del tiempo en busca de influencias que se remontan a los 90, para abrazarse con referentes actuales como Lorde y Taylor Swift. Guts (2023), su segundo álbum, confirmó que a pesar de los referentes, Rodrigo está seriamente encaminada a un carácter musical propio con un pop rock efervescente, cargado de actitud, intensidad y vulnerabilidad.

Olivia Rodrigo
Olivia Rodrigo. Foto: Spotify.

Justin Timberlake es lejos el artista más popular en cuanto a cifras que llega a la próxima edición de Lollapalooza. Mediante seis álbumes de estudio desde 2002, ha vendido 117 millones de discos. El ex líder de N ‘Sync, la gran esperanza del pop blanco a comienzos de milenio, llega en un momento algo lúgubre. Su último trabajo Everything I thought it was, publicado en marzo, ofrece una incómoda autoparodia.

A los 43 años, una seguidilla de hechos extra musicales lo ha tenido en titulares, como la detención en junio por conducir ebrio, y las revelaciones de la autobiografía de Britney Spears La Mujer que soy (2023), con la princesa del pop revelando un aborto cuando eran la pareja dorada de los rankings.

Por cierto, un show musical no es un tribunal y Timberlake tiene material de sobra desde Justified (2002), aunque su actual setlist otorga generoso espacio precisamente al flojo último álbum, como tampoco incluye material de la boys band que le dio fama.

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Shawn Mendes (26) representa a la estrella pop juvenil clásica, formato que existe desde que Frank Sinatra derretía jovencitas a fines de la década del 30. El artista de Toronto cubre todos los requisitos para adornar las paredes de los dormitorios adolescentes del mundo entero por su apariencia -de hecho, es modelo-, y porque encaja y explota el filón del pop acústico vulnerable y esponjoso abierto por Ed Sheeran, con absoluta convicción.

En el cierre de los grandes nombres de Lollapalooza Chile 2025, el trío dance australiano Rüfüs du sol cubre la parcela electrónica. Con cuatro álbumes y un estilo de alta tecnología, no son precisamente una novedad en el festival, donde ya se presentaron en 2019. En el intertanto ganaron un Grammy en 2022 por el single Alive, en la categoría Mejor grabación dance/electrónica.

La convocatoria chilena logra una curaduría precisa entre clásicos, consagrados y nombres sólidos que merecen atención de nuestra escena. En la primera casilla, Los Tres en su envase original (ya se han presentado con formaciones sucedáneas) y Joe Vasconcellos, un artista de nuestro firmamento musical por más de 40 años con canciones emblemáticas.

Mon Laferte es una estrella trasatlántica indiscutida con documental en Netflix y canciones para cantar y elevar karaoke multitudinario toda una tarde, si quiere. Lucybell no se rinde desde los 90 y puede levantar la mano cuando se trata de himnos generacionales, en tanto Cancamusa y Soulfia son exponentes paradigmáticas de la renovación del pop chileno con nuevos lenguajes; lo mismo Francisco Victoria.

Entre las decenas de nombres del cartel, gran momento para la visita de Fontaines D.C., que recién publicó uno de los mejores discos de la temporada, y el regreso de Sepultura que se vino a despedir en abril, pero qué importa.

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