Quincy Jones versus Michael Jackson: el titán contra el ídolo
El fallecido productor, músico y arreglista formó uno de los equipos más formidables de la historia de la música con el rey del pop. Así se conocieron y desarrollaron su carrera no exenta de diferencias incluyendo tribunales.
Quincy Jones estaba a punto de convertirse en un cuarentón -tenía 39- cuando conoció a Michael Jackson, un chico tímido de 12 años, estrella de niños y adolescentes como cantante principal de The Jackson 5. Corría 1972 y Jones ya era un verdadero gigante de la industria musical con logros suficientes para abanicarse con sus impresionantes triunfos como músico -era trompetista y pianista-, arreglador y productor de las más grandes estrellas musicales de EE.UU..
El encuentro sucedió en la casa de Sammy Davis Jr., según declaró en 2021 a The Hollywood Reporter. A esas alturas, Quincy Jones había escrito el manual del artista musical todo terreno. Inspirado en Ray Charles, a quien había conocido cuando aún eran adolescentes, Jones comprendió que si la ceguera no había sido impedimento para el intérprete de Hit the road Jack -le sorprendía verle cruzar la calle sin ayuda-, él también podría alcanzar el éxito.
Con 20 años, Jones ya era un músico con adiestramiento académico, e iniciado profesionalmente en la orquesta de Lionel Hampton. Durante los 50, su carrera despegó rápido como arreglador de capos del jazz como Sarah Vaughn, Count Basie, Duke Ellington, Dizzy Gillespie y Gene Krupa, entre otros, para luego ampliar su registro laboral como músico en programas de televisión. Hacia fines de la década no solo tenía su propia banda y un contrato discográfico, sino que había estudiado en París con Nadia Boulanger y Olivier Messiaen, profesores de Astor Piazzolla y Karlheinz Stockhausen, respectivamente, entre otros afamados alumnos. La estadía en Francia dejó otra experiencia de gran valor: fue director musical del sello Barclay, un cargo impensado para un afroamericano en los 50.
Quincy Jones era miembro de la élite mundial del jazz -”está en la cumbre de la jerarquía musical”, declaró a El País-, pero experimentó en sus bolsillos el cambio de folio en la música popular; la era en que las grandes orquestas resultaban poco rentables frente a la economía de recursos del rock & roll, con apenas una base rítmica cuyo volumen se multiplicaba con amplificadores. Jones lideraba una banda de proporciones embarcada en constantes giras pero las ganancias eran insuficientes. “Fue entonces cuando descubrí que existía la música y que existía el negocio de la música”, reflexionó. “Si quería sobrevivir, tendría que aprender la diferencia entre ambos”.
En la década siguiente Quincy Jones no solo demostró haber aprendido la diferencia, sino que se convirtió en uno de los máximos jerarcas de la industria. El músico de extraordinario talento, derivó en un hombre de negocios decidido a dominar la música popular desde distintos ángulos. En 1961 se convirtió en vicepresidente del sello Mercury, rompiendo la barrera racial. Luego se trasladó a Hollywood para componer bandas sonoras sin dejar de trabajar con los más afamados artistas, incluyendo Frank Sinatra y Ella Fitzgerald.
Juntos son dinamita
Tras aquel encuentro en la casa de Sammy Davis Jr., Quincy Jones y Michael Jackson coincidieron en la película The Wiz (1978), basada en el musical homónimo de Broadway sobre El Mago de Oz, dirigida por Sidney Lumet, con Diana Ross en el rol principal y Michael como El Espantapájaros.
El futuro rey del pop ya estaba pensando en una carrera lejos de sus hermanos. “Necesito que me ayudes a encontrar un productor -pidió Michael a Quincy-. Me estoy preparando para hacer mi primer álbum en solitario”.
El productor, que había quedado impresionado del profesionalismo del joven artista durante el rodaje de The Wiz, sugirió algunos nombres hasta que propuso hacerse cargo del proyecto. El resultado, el álbum Off the wall (1979), grabado entre diciembre de 1978 y junio de 1979, reportó 20 millones de copias vendidas, y el augurio de Michael Jackson ejercitando su musculatura artística para devorar la siguiente década.
Tras escuchar cientos de canciones, la selección de Jones y Jackson anticipó la fórmula a destilar con cada álbum en conjunto; una combinación de funk, R&B, rock, soft rock y baladas, diseñada para conquistar audiencias a diestra y siniestra, negros y blancos, audiencias aún separadas marcadamente en sus gustos por aquel entonces. Michael era la vía para retirar sutilmente la carga erótica contenida en las expresiones musicales afroamericanas y así no incomodar al establishment, junto con unificar el paladar del pop.
“Michael tenía la mirada y la voz -declaró el productor-, y yo tenía todos los sonidos que puedas imaginar”.
En el siguiente proyecto, Michael Jackson y Quincy Jones redactaron un hito de la historia contemporánea. Hasta agosto de 2021, Thriller (1982) reporta más de 67 millones de copias, reteniendo el título del álbum más vendido de todos los tiempos. Sin embargo, hubo ligeras fricciones entre ambos, en la medida que el artista sentía más confianza en su juicio musical. Para Quincy, por ejemplo, la intro de Billie Jean debía ser editada. Michael se opuso argumentando que el ritmo le daba ganas de bailar.
En una demostración de la diferencia de edad entre ambos, el productor propuso que el título fuera Not my lover, para que el público no se confundiera con la tenista Billie Jean King -súper estrella en los 70-, detalle que a los seguidores de Jackson poco y nada decía.
Sobre aquel hit, Quincy Jones declaró en 2018 que el rey del pop había utilizado elementos de State of independence de Donna Summer. “Odio hablar de esto públicamente -dijo-, pero Michael robó muchas cosas. Robó muchas canciones”. También lo tildó de “maquiavélico”, como se manifestó crítico de sus cirugías estéticas, apuntando las inseguridades del cantante. “Solía regañarlo”, aseguró.
No fue la única vez que Jones apuntó a las fuentes que alimentaban el caudal de Jackson. “Sabía cómo hacer su tarea”, comentó en cuanto a la manera de convertir a su estilo a grandes referentes, “ya fuera con Fred Astaire y Gene Kelly o con quien fuera, James Brown. También estaba copiando a Elvis”.
En declaraciones a El País en 2009, descartó alguna rivalidad con Michael. “He trabajado con Louis Armstrong, Frank Sinatra, Nat King Cole, Billie Holiday, Aretha Franklin y, sobre todo, Ray Charles... ¿Cree que podría sentir celos de Michael Jackson?”.
En las mismas líneas Quincy Jones aseguró que “no tenía tanto talento”. “Era grande -precisó-, pero no jugaba en la liga de los que acabo de citar”.
Tras la muerte de Jackson en 2009, Quincy Jones presentó una demanda en contra del patrimonio del rey del pop por regalías y honorarios de producción por material utilizado en proyectos póstumos, sobre todo por el documental This is it (2009). En 2017 un jurado le otorgó 9.42 millones de dólares.
De todas formas, Quincy Jones dejó en claro que trabajar en los álbumes más exitosos de Michael Jackson -trilogía que completó Bad (1987)-, fue una gran experiencia. “¡Era lo más relajado que se puede ser! -aseguró a The Guardian en 2014-. Estábamos bromeando y divirtiéndonos. (...) Tienes que saber cómo festejar. Si te pones tenso, la música no sonará a nada. Yo solía decir: ‘siempre deja un poco de espacio para que Dios entre en la habitación’”.
Al fallecer Michael Jackson, Quincy Jones también lo definió como “un tipo diferente de artista”. “Un hombre-niño en muchos sentidos -agregó-, era más que profesional y dedicado”.
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