Fernanda Torres: “Eunice Paiva sigue enseñándonos cómo enfrentar el autoritarismo a través de la justicia”

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Fernanda Torres: “Eunice Paiva sigue enseñándonos cómo enfrentar el autoritarismo a través de la justicia”

La actriz brasileña se convirtió en la revelación de la temporada de premios gracias a su rol en Aún Estoy Aquí, la elogiada película en que interpreta a una mujer cuyo marido fue detenido por la dictadura en 1971. En conversación con Culto, a días de la gala de los Oscar, habla del fenómeno alrededor de la cinta y de su acercamiento al personaje real. “Este filme es una tragedia greco-brasileña”, afirma.


Desde Portugal, donde arribó tras participar en la ceremonia de los Bafta en Londres, Fernanda Torres saluda a la cámara. “¿Cómo estás?”, dice a Culto en castellano y con una gran sonrisa. “Sí, gracias. Tú puedes hablar español, pero mi portuñol está distrutto por el italiano”, se excusa a través de videollamada. Entonces se vuelve a lo pactado con anterioridad: la conversación será en inglés, un idioma que domina y en el que ha hecho decenas de entrevistas durante el último tiempo.

Nacida en Río de Janeiro hace 59 años, Torres es una de las actrices del momento. Su rol en la película Aún estoy aquí (con funciones en la cartelera local) le ha reportado entusiastas elogios de la crítica y reconocimientos de la industria del cine, incluyendo el galardón a Mejor actriz de drama en los Globos de Oro –donde competía frente a estrellas como Nicole Kidman y Angelina Jolie– y una nominación a Mejor actriz en los Oscar. Si bien ya era una artista conocida y querida en Brasil, los hitos que ha coleccionado en el extranjero han despertado tal fervor entre sus compatriotas que se ha convertido en una especie de emblema nacional. Un apoyo que se materializa tanto en las redes sociales como en murales que le rinden homenaje.

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La artista admite que el recorrido por la temporada de premios ha sido trepidante, con múltiples viajes e innumerables actividades organizadas para fortalecer las opciones de la cinta dirigida por Walter Salles. Sin embargo, esta tarde no expresa mayores señales de agotamiento; quizás ayuda que, al momento de esta entrevista, el período de la campaña para los Oscar ya ha concluido y ahora sólo queda esperar a la ceremonia que se celebrará en el Dolby Theatre de Los Angeles el próximo domingo 2 de marzo.

A través de Zoom –donde se conecta con el nombre de usuario “Antonio”, como se llama uno de sus dos hijos– conserva la chispa que ha demostrado en cada aparición pública durante los últimos meses, explayándose cuando el asunto lo amerita y manteniendo el sentido del humor incluso si la conversación transita por lugares sombríos.

Teníamos un filme pequeño en comparación con los demás, hablado en portugués, que ni siquiera es español. ¿Ves?”, indica mientras suelta una leve risa. “Siento que Walter (Salles), Selton (Mello) y yo trabajamos como sacerdotes y monjas, convirtiendo a la gente”.

Su relato coincide con quienes comparan las campañas de premios con largas carreras donde las producciones más modestas deben dar una extenuante batalla para acercarse y seducir a los votantes, porque lo más difícil es que ese público objetivo las vea. Pero quizás lo más desafiante de todo vino mucho antes de siquiera pensar en entrar en la órbita de los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas o de que el largometraje se estrenara en el Festival de Venecia 2024.

Fernanda Torres en los Golden Globes

En 2021, con el aval de conocerse desde hace varias décadas y haber trabajado en dos películas durante los 90, Selles le mostró un guión basado en las experiencias de Eunice Paiva, una dueña de casa que tomó las riendas de su familia luego de que su esposo fuera detenido por la dictadura militar en 1971. Un drama íntimo y sutil basado en las memorias que el hijo menor de ambos publicó en 2015. Su primer impulso fue pensar que le había compartido el texto para que le diera algunas anotaciones; por eso se sorprendió cuando el cineasta le aclaró que quería que asumiera el papel principal.

La actriz ya había leído Ainda estou aqui, como se titula el libro en que Marcelo Rubens Paiva reconocía que la verdadera heroína de la historia familiar no era su padre ni él, sino que su mamá. Allí se detallaba cómo Eunice se había sobrepuesto a la adversidad, criando a sus cinco hijos y volviendo a la universidad para titularse como abogada. Y, quizás lo más llamativo, profundizaba en el modo con el que había actuado: con estoicismo, discreción y plena confianza en que la justicia llegaría más temprano que tarde.

De esa lectura, Torres desprendió que Paiva (fallecida en 2018) había podido convertirse en sí misma sólo después de sufrir esa tragedia. También constató que en todo momento se había negado a ser percibida como una víctima. Si bien todas esas reflexiones eran un buen piso para empezar a empaparse del rol, creyó que necesitaba algo más. Eso la llevó a contactar a Helena Varvaki, una reputada coach de actuación de Brasil que le propuso un método de trabajo: generar recuerdos imaginando que ya estaba interpretando el personaje. Al término de cada sesión, redactaba una carta en el papel de Eunice dirigida a su marido o a uno de sus hijos.

Mientras ella desarrollaba ese entrenamiento con Varvaki, Salles se preocupaba de buscar y remozar una casa en Leblon, el mismo barrio de Río de Janeiro en el que vivieron Eunice y Rubens Paiva junto a sus hijos. En la reconstrucción de ese inmueble contó con la ayuda de la familia y apeló a su propia memoria de juventud: siendo adolescente, a los 13 años, empezó a frecuentar el hogar de los Paiva, porque era amigo de Nalu, la hija del medio del clan. Los testigos lo describen como un lugar rebosante de vitalidad donde convivían adultos y niños, se hablaba de la situación política del país y sonaban los artistas del movimiento Tropicália.

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Torres, contemporánea de Marcelo Rubens Paiva, apreció que ese espacio no era muy distinto a la propia casa en que creció junto a sus padres, los actores Fernanda Montenegro y Fernando Torres. Allí también experimentó un tipo de vida que fue asfixiado tras la llegada de los militares al poder.

Actriz, escritora, columnista y guionista, Fernanda Torres aquí desmenuza los pormenores de una cinta que ha estimulado a que los brasileños vuelvan a hablar sobre sus traumas no resueltos.

-Su interpretación en Aún estoy aquí es sutil y contenida. Anteriormente ha mencionado que Walter Salles le pidió no actuar. ¿Cuán difícil fue entender esa instrucción?

No fue difícil. Fue maravilloso. Porque es muy atípico que alguien te pida que simplemente estés. Creo que eso fue como un pacto que hicimos con Walter (Salles): no traicionar a Eunice, no convertir su vida en una telenovela... No en una telenovela, porque me gustan las telenovelas. Pero entendimos que debía ser real. Creo que él lo entendió, porque era un niño cuando conoció esa casa, era un adolescente. Entonces, no quería traicionar sus propios recuerdos de esas personas. Y eso estaba presente en todo: en el vestuario, en la casa. Todo parecía real. Eso me sorprendió bastante. Vi la película por primera vez y pensé: nos vemos tan reales, esto es tan extraño (se ríe).

-Walter Salles ha dicho que no habría sido ético buscar la emoción en esta historia. ¿Está de acuerdo con eso?

Sí, porque ella (Eunice Paiva) nunca quiso que la retrataran de ese modo. Nunca quiso llorar en lugares públicos o en fotografías. Entonces, ¿por qué nosotros deberíamos hacerlo? Y es mucho más fuerte cuando no lo haces, porque entonces el público lo hace por ti. El público se queda al borde del asiento diciendo: por favor, reacciona; por favor, haz algo; por favor, cuéntale a tus hijos. Creo que uno de los poderes del filme es que no cumplimos el papel de la audiencia. Es como en todas las tragedias griegas: el público tiene que hacer algo; debes lograr traducir al público el tipo de enfermedad o emoción que se está viviendo en el escenario. Y creo que este filme es una tragedia greco-brasileña. Ella es una heroína griega. Por eso, el público no puede ver este filme tumbado en el asiento. El público siente con ella. Y como no reacciona, el público se queda con ella.

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-El hecho de que los países latinoamericanos compartan historias similares puede ayudar a entender por qué al público latino le ha gustado tanto la película. ¿Pero por qué cree que la cinta ha sido tan premiada?

Tiene que ver con la historia oficial. Normalmente retratamos a la gente que se unió a la guerrilla, pero creo que la guerrilla fue una especie de radicalización de esa época. (Dicen que) “la guerrilla mató a personas y nosotros también lo hicimos”. Pero no podemos comparar la violencia del Estado con la violencia ejercida por ellos, la mayoría niños muy, muy jóvenes. El otro día vi un documental de uno de los grupos guerrilleros donde una persona, ya madura, decía: “Me llevó un tiempo desradicalizarme”. Así que ellos también fueron víctimas de la radicalización de esa época. Creo que lo que el filme (Aún estoy aquí) hace es retratar a una familia. Y no sólo a una familia, sino que a una mujer que decide luchar contra la dictadura a través de la ley. Eso de Eunice es muy nuevo. Ella cree en las instituciones, en la educación, en la ley.

“Quiero decir, no creo en tomar las armas para acabar con un régimen, porque probablemente eso terminará como la Revolución francesa: dividida y cortando cabezas. Eunice es una mujer civilizada. Ella cree en las instituciones, en la civilidad. Y esa es la diferencia. (La película) tiene que ver con la historia oficial, porque retrata a una familia, pero en este caso es una mujer que entiende que, aunque le tome décadas, lo hará a través de la justicia. Me gusta pensar que este filme está lleno del trabajo de Eunice. Incluso después de su muerte, con este filme y lo que está pasando, y el hecho de que su hijo haya escrito este libro, ella sigue trabajando para civilizarnos a todos, enseñándonos cómo enfrentar el autoritarismo a través de la justicia”.

En el nombre de la madre

Entre 1998 y 1999 el nombre de Fernanda Montenegro trascendió las fronteras de Brasil. La actriz ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín por Estación Central (1998), la película de Walter Selles en que encarnó a una profesora jubilada que se dedica a escribir cartas para analfabetos y forma una particular relación con un niño de nueve años.

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Un mural en Porto Alegre. Foto: Reuters/Diego Vara

Su trabajo sumó un considerable número de adeptos en Hollywood, convirtiéndose en la primera actriz brasileña en lograr nominaciones a los Oscar y Globos de Oro. A 26 años de ese acontecimiento, su hija, Fernanda Torres, ya igualó esa hazaña. Y lo hizo por otro largometraje del mismo director y donde Montenegro tiene una breve aparición. La guinda de la torta fue que Aún estoy aquí consiguió una candidatura a Mejor película en los Premios de la Academia, algo inédito para una cinta del país. Todos esos ingredientes han dado como resultado una de las historias más dulces que recuerde Hollywood.

Así como este año la campaña ha estado salpicada de camaradería y palabras de buena crianza, también ha habido unas cuantas polémicas. Seguramente la principal es la de Emilia Pérez, cuya protagonista, la española Karla Sofía Gascón, sugirió (sin presentar pruebas) que el equipo de Torres estaba detrás de los ataques que recibe en redes sociales.

Sin entrar en detalles, la actriz brasileña no niega que han sido meses vertiginosos. De hecho, propone un paralelo con la historia que presenta el filme de Ralph Fiennes sobre la elección de un nuevo sumo pontífice, también en carrera por el galardón a Mejor película.

A veces comparo la campaña de los Oscar con la campaña al interior de un cónclave para elegir al papa. Pensé en eso cuando estaba viendo Cónclave. Dije: creo que hice un trabajo de conversión con Walter y Selton para este filme. Entonces, es un camino muy largo. Y cada vez sientes más presión”, detalla.

Para su sorpresa, ese ritmo no bajó después de festejar en los Globos de Oro. Tampoco después de obtener su histórica nominación a los Oscar. “Llevo seis meses en esto. Admiro mucho a todos los actores que hacen esto todos los años, porque es un trabajo pesado… Y me alegro de que hayamos podido convertir a un montón de gente”.

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¿Bastará para llevarse la estatuilla dorada a Brasil? Si en 1999 su madre vio cómo Gwyneth Paltrow se alzaba con el premio, ahora la competencia más dura la representan Demi Moore (La Sustancia) y Mikey Madison (Anora). Su país seguirá esa resolución como si fuera una final del Mundial, tanto en redes sociales, donde millones de usuarios se han movilizado a favor de Aún estoy aquí y su protagonista, como también en terreno: el Carnaval de Río de Janeiro coincidirá con la gala del 2 de marzo y se especula con que el evento se paralizará para sintonizar la ceremonia en que se conocerá a los triunfadores.

A Fernanda Torres no le quita el sueño el resultado. Parece plena y satisfecha con todo lo que la cinta le ha entregado hasta aquí. De hecho, finalizado el tiempo asignado para esta entrevista, no tarda en girar su atención hacia los destinos que ofrece nuestro país. “Me encanta Chile”, dice en inglés. “Chile es muy especial, hombre. Estoy totalmente impactada. Atacama, Torres del Paine. Me encanta todo. Adiós, querido”.

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