Cannes: drama con Penélope Cruz no convence en la noche de apertura
Sin pasadas de prensa previos, la película Todos lo saben del dos veces ganador del Oscar Asghar Farhadi inauguró ayer la muestra de la Costa Azul. "Sólo buscaremos las películas que nos hagan vibrar, sin importar el nombre involucrado", decía horas antes la presidenta del jurado, Cate Blanchett.
Es probable que siempre se pierda algo en la traducción, en las palabras, en las articulaciones que los cineastas hacen cuando cambian a un idioma que no es el propio. Si son hábiles creadores de suspenso y atmósferas pueden salvar el honor manteniendo los mismos estándares previos. Si recurren a los diálogos como ametralladoras, como lo hacía el maestro de la comedia alemán Ernst Lubitsch, deben dominar bien la lengua foránea, en su caso el inglés. Si se desligan de todos los vestigios geográficos y humanos de sus cintas anteriores, es mejor que conozcan bien el nuevo territorio. Algo de esto último se puede aplicar a Todos lo saben, la nueva película del realizador iraní Asghar Farhadi.
Dos veces ganador del Oscar extranjero por sus dramas La separación (2011) y El viajante (2016), Farhadi (1971) es tal vez el cineasta iraní más conocido tras la muerte de Abbas Kiarostami (1940-2016). Es el más internacional también y sus manos están llenas de premios de la elite festivalera europea, desde el Oso de Oro en Berlín por Una separación al galardón a Mejor Guión en Cannes hace dos años por El viajante, pasando por El pasado (2013), que en el 2013 le significó el premio a Mejor Actriz para Berenice Bejo. Aquella producción, hablada en francés, mantenía en forma la tensión acumulativa de Farhadi. Ahora, con la interesante Todos lo saben, algo se perdió.
Hablada en español y protagonizada por una constelación de estrellas del cine en lengua hispana, Todos lo saben (2018) fue la elegida para abrir el Festival de Cannes. No se dio antes en el pase de prensa de la mañana (eliminado para siempre en Cannes) y eso significó que Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín y Asghar Farhadi llegaran a la gala con la mente limpia, sin invasiones de troleos previos por Twitter ni opiniones que pudieran distraerlos.
De haber existido la tradicional función matinal para los periodistas y tuiteros del mundo probablemente se habrían enterado de que en algunos de los momentos más dramáticos de Todos lo saben varios reporteros reían. Mala señal. Cuando las lágrimas hacen sonreír es que los resortes trágicos no están muy bien engrasados y Farhadi al parecer no fue al mecánico para su nueva película. No es que Todos lo saben sea una mala película. Está lejos de serlo, pero para los estándares de este realizador es su película más baja. Es intensa, va acumulando nervios y tensión, pero más temprano que tarde se termina pareciendo más a un culebrón que un auténtico drama.
España de postal
Todo comienza en La Rioja, tierra de los mejores vinos de España, donde viajan en auto Laura (Penélope Cruz), su hermana Ana (Inma Cuesta) y los dos hijos de Laura, entre ellos la adolescente Irene (Carla Campra), que luego tendrá una participación gravitante en el desenlace de los hechos. Laura, que es española, asiste con sus muchachos a la boda de su hermana Ana, pero en casa se ha quedado Alejandro (Ricardo Darín), su esposo argentino. Ellos residen en Buenos Aires hace 16 años y de vez en cuando Ana retorna a casa.
El folklore más evidente de la España profunda emerge del lente de Farhadi: un pueblo de casas blancas, una iglesia con un solemne y vetusto campanario, un cura conservador, mujeres con personalidad, hombres de trabajo, una taberna donde todos se emborrachan con el mejor mosto. En ese villorrio transcurre el primer tercio de Todos los saben, con una boda hasta altas horas de la noche, donde el alma de la fiesta es Paco (Javier Bardem), ex novio de Laura y actual dueño de viñas.
A pesar de que este exotismo de postal amenaza en la primera parte por bloquear el torrente dramático del filme, la química entre Penélope Cruz y Javier Bardem logra mantener con salud las escenas que involucran a la familia.
Pronto, además, comienzan a emerger las bajas pasiones, aquellas que suelen salir a flote en las películas de Farhadi al calor excesivo de las situaciones extremas. Es cuando se ve hablar al viejo patriarca de la familia, el padre de Laura. Es un abuelo que ha envejecido más temprano de lo previsto y vive de un pasado de esplendor sin ser capaz de aceptar el presente. También salen a luz las odiosidades y resentimientos de la familia de Laura: le sacan en cara a Paco que era el hijo de la empleada doméstica y que su nueva posición de dueño de viñas no lo transforma en alguien mejor que ellos.
Y, claro, viene el hecho trágico, tal como la violación de una mujer en El viajante. Acá la situación en cuestión desencadena una puesta en marcha de recuerdos, secretos, miserias y pocas grandezas. La película se encontró con una tibia respuesta de parte de la prensa acreditada. Mientras medios como The Guardian e Indiewire elogiaban la producción, Variety y The Hollywood Reporter no fueron generosos en sus críticas.
Un jurado ciego
Poco después de las 14 horas, Cate Blanchett y ocho miembros del jurado de Cannes aparecieron en la sala de prensa para ofrecer sus credenciales artísticas y decir antes que nada que este año "el jurado será imparcial y no prejuzgará por la trayectoria de los realizadores en competencia". Las palabras surgieron luego de que se le preguntara por las características de una muestra donde hay de todo: desde el ignoto realizador egipcio Abu Bakr Shawky hasta el influyente y ultraconsagrado Jean-Luc Godard.
"Para nosotros, todos los directores presentes e n la competencia valen lo mismo", afirmaba Blanchett con soltura y autoridad. "Por supuesto que la presencia de Jean-Luc Godard es importante y su contribución al cine y a renovar los medios de expresión es valiosa. Pero a la hora de elegir las películas que más nos gusten sólo buscaremos la que nos haga vibrar en ese momento, sin importar el nombre involucrado".
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