La despedida de un gigante: los poemas finales de Leonard Cohen
A dos años de la muerte del artista canadiense, el libro La llama reúne más de 60 poesías inéditas, las letras de sus tres últimos discos, parte de sus cuadernos y dibujos.
Estaba débil, pero ansioso y con ganas de hablar de su último disco, You want it darker. Acompañado de su hija Lorca y apoyado en un bastón, Leonard Cohen, de 82 años, se abrió paso entre los periodistas que lo esperaban en el consulado de Canadá en Los Ángeles, EEUU, el 13 de octubre de 2016.
Ante el interés por el contenido de sus letras, donde abundan plegarias, rezos, ángeles y demonios, el autor de Hallelujah respondió: "Nunca me consideré una persona religiosa, no tengo una estrategia espiritual, creo que salto de un lado a otro como muchos de nosotros".
Pocos días después de esa junta en el consulado, el artista que estuvo en el monasterio zen Mount Baldy en los años 90, falleció debido a un cáncer y tras sufrir una caída nocturna en su casa de Los Ángeles, el 7 de noviembre de 2016.
En sus meses finales, y de manera silenciosa, Cohen continuó escribiendo poemas como en sus inicios. "Dejad que diga a los jóvenes:/ no soy sabio, rabino, roshi, gurú/ soy un Mal Ejemplo", dice parte de un poema apuntado en uno de sus cuadernos y que ahora forma parte del libro La llama.
El volumen preparado por su hijo, Adam, se publicará en español la próxima semana por editorial Salamandra. "Este libro contiene los últimos esfuerzos de mi padre como poeta. Ojalá lo hubiese visto terminado, y no porque en sus manos hubiera sido un libro mejor (...), sino porque su cometido era lo que lo mantenía vivo al final de sus días", señala en el prólogo Adam Cohen, quien también trabaja en el primer álbum póstumo del músico, que saldría en 2019.
La llama se conforma de 63 poemas inéditos, las letras de sus tres discos finales (Old ideas, Popular problems y You want it darker); fragmento de sus cuadernos; un intercambio de correos con su amigo poeta Peter Dale Scott; varios dibujos, incluyendo una serie de autorretratos, y el discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011. En este último habla de poesía como también de su relación con la literatura y la música de España.
"Trabajé siempre con firmeza/ Pero nunca lo consideré un arte/ Financiaba mi depresión/ Viendo a Jesús, leyendo a Marx/ Claro que falló mi pequeño fuego/ Pero aún brilla la chispa", escribió Cohen en el poema Le pasa al corazón, recogido en La llama.
"La influencia española fue profunda, como Federico García Lorca (incluso llamó a su hija Lorca), Cohen tiene la capacidad de aprovechar directamente el amor, el deseo y la desesperación", apuntó en un comentario The Guardian. "Cohen no usa el lenguaje para posar o reinventar. Las palabras son sus viejas compañeras", agregó el diario británico.
Yo soy Kanye
"La poesía viene de un lugar que nadie controla", aseguró Leonard Cohen en su discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias. "Así que me siento como un charlatán al aceptar un premio por una actividad que yo no controlo. Es decir, si supiera de dónde vienen las buenas canciones, me iría allí más a menudo", agregó el escritor, cuyos restos fueron enterrados en el cementerio judío Shaar Hashomayim, de Montreal, ciudad donde nació en 1934.
En los 60, cuenta en el mismo discurso para referirse a su vínculo con España, "estaba de visita en casa de mi madre en Montreal. Su casa está junto a un parque. (...) Fui a ese parque, que conocía de mi infancia, y había un joven tocando la guitarra. Tocaba una guitarra flamenca y estaba rodeado de chicas y chicos que le escuchaban. Había algo en su manera de tocar que me cautivó. Yo quería tocar así y sabía que nunca sería capaz".
Hijo de una familia judía canadiense, Cohen estudió literatura en la Universidad McGill. Antes de publicar su primer disco en 1967, Songs of Leonard Cohen, ya era autor de los poemarios Comparemos mitologías (1956), La caja de especias de la tierra (1961) y Flores para Hitler (1964). Además, publicó las novelas El juego favorito (1963) y Hermosos perdedores (1966), que este año reeditó el sello Lumen.
En La llama no todo es recogimiento y despedida. También el cantante de voz grave y cálida se presta al juego. Cohen le dedicó un poema al rapero norteamericano Kanye West.
"Kanye West no es Picasso/ Yo soy Picasso/ Kanye West no es Edison/ Yo soy Edison/ Yo soy Tesla/ Jay-Z no es el Dylan de nada/ Yo soy el Dylan de todo/ Yo soy el Kanye West de Kanye West...", dicen los primeros versos del poema titulado Kanye West no es Picasso.
Junto a un autorretrato de rasgos decaídos, en blanco y negro, se encuentra el poema Quieres devolver el golpe y no puedes. Ahora sí, el autor de Suzanne comienza a levantar la mano para despedirse.
"Quieres devolver el golpe y no/ puedes/ Quieres ayudar pero no puedes/ Y la pistola no dispara/ Y la dinamita no explota/ Y el viento sopla en otra/ dirección/ Y nadie te oye/ Y la muerte está en todas partes/ Y vas a morir de todos modos...", escribió el poeta judío admirador de Cristo y Buda.
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