Los pecados y los aciertos de la esperada biopic de Freddie Mercury
Bohemian Rhapsody, que se estrena el jueves, cuenta la historia del artista, pero sin revelaciones. Aquí, un adelanto de una cinta que funciona como homenaje.
Por buena parte de la década, el proyecto de hacer una película sobre la historia de Freddie Mercury y Queen fue más una pesadilla que una realidad.
Desde su anuncio en 2010 hasta su llegada a las salas el próximo jueves, la cinta sufrió prácticamente cada cambio y retraso que una cinta puede tener. Hubo tres anuncios de protagonistas, pasando de ser Sacha Baron Cohen a Ben Whishaw para terminar en Rami Malek. También cambió a su guionista, de Peter Morgan (The Crown) a Anthony McCarten (La teoría del todo) y a su director, que partió siendo Dexter Fletcher, para luego ser reemplazado por Bryan Singer, pero este último fue escandalosamente despedido cuando faltaban sólo dos semanas para terminar la película, por sus constantes ausencias del set (Singer fue además acusado de violación por una menor el año pasado), y Fletcher asumió nuevamente su labor original para finalizar la filmación.
Lo único que se mantuvo constante fue la participación como productores ejecutivos y consultores de dos de los miembros sobrevivientes de Queen, Brian May y Roger Taylor. Por eso, desde un principio estaba claro que Bohemian Rhapsody, como se terminó llamando la cinta replicando el título de su mayor himno, exhibiría en pantalla una versión oficial, que no desafiara mucho el legado de Mercury.
Nada de esa trastienda quita que la película sea una de las cintas más esperadas de este semestre. Las expectativas sobre cómo un proyecto abordó el desafío de retratar a una de las figuras únicas y magnéticas de la música popular son mayúsculas. Pero el nivel de satisfacción que habrá a esas expectativas dependerá de la perspectiva. Para el fanático acérrimo de Queen, Bohemian Rhapsody seguramente será una experiencia positiva: la cinta es un viaje reverencial y nostálgico por la historia de Mercury, destacando el carisma y talento que lo transformaron rápidamente en una estrella. Pero los que vayan en busca de una buena película se verán más contrariados, y así lo ha demostrado la dispar recepción de la crítica que ha tenido la cinta antes de su estreno.
Un chico de Zanzíbar
La cinta comienza con Mercury (Malek) en su juventud como trabajador en un aeropuerto de Londres, cuando aún se llamaba Farrokh Bulsara, nacido en la isla de Zanzíbar en África, e hijo de padres farsis que emigraron de la India. Sus conflictos con su identidad racial y el conservadurismo de su familia son brevemente retratados, pero la película se demora poco en saltar a cuando conoce al guitarrista Brian May (Gwilym Lee) y al baterista Roger Taylor (Ben Hardy), a quienes se sumaría el bajista John Deacon (Joseph Mazzello) para formar Queen, pasando luego de evento a evento hasta el clímax en la histórica presentación del conjunto en el evento Live Aid en el estadio Wembley.
Las licencias dramáticas abundan, y la cinta omite los primeros años del grupo para llegar rápidamente a su estrellato y la grabación del emblemático A night at the opera (1975), que incluye la canción que da nombre a la película. Algunos de los momentos más sólidos de la trama vienen justamente de las trastiendas de la música, cuando se recrean las excéntricas técnicas de grabación que la banda aplicaba para conseguir su sonido.
Pero si bien la banda sonora de la cinta está llena de algunos de los temas más icónicos de Queen (irresistibles tanto para fanáticos como primerizos) la historia siempre es mucho más la de Freddie Mercury que la del resto de sus compañeros y su música. El resto de los miembros de la banda, si bien se deja en claro eran músicos brillantes, no tienen mayor arco dramático ni asuntos que hacer más allá de su relación con el cantante. Si alguien por alguna razón va a ver Bohemian Rhapsody esperando conocer más a John Deacon, saldrá inevitablemente decepcionado; por lo demás, el bajista decidió no ser parte de la nueva vida del conjunto tras la muerte de su voz.
Lo que se cuenta de la vida de Mercury tampoco es necesariamente una novedad. Buena parte del foco de la película está en su relación con Mary Austin, una de las personas más importantes en la vida del artista, con quien se mantuvo cercana incluso cuando este le reconoció su homosexualidad y terminó su relación amorosa. También en sus parejas masculinas, sus problemas de soledad, y su diagnóstico de VIH, el que supo a mediados de los 80 a pesar de mantenerlo en secreto hasta su muerte en 1991. Pero en sus esfuerzos por mantener el tono familiar de la película (es para mayores de 14 en Chile), la trama sólo insinúa algunos de los aspectos más oscuros de Mercury, como sus excesos con el alcohol y las drogas.
A pesar de los (múltiples) problemas de la cinta, Malek brilla en la piel del cantante, capturando su condición de estrella nata y amo del escenario. Incluso se rumorea que su interpretación ya está siendo considerada para los próximos premios Oscar, a pesar que la película que lo rodea ande a los tropezones y no siempre esté a la altura de la leyenda que busca homenajear.
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