Richard Ford, escritor estadounidense: "Mis padres nunca se hubieran imaginado que yo sería escritor"
Su libro Entre ellos es una memoria sobre sus progenitores. El premio Pulitzer, de 73 años, fue hijo único y optó por no tener descendencia. "Soy egoísta y quería fracasar por mis propios méritos", dice a La Tercera.
Tenía el don de la palabra. Estando en grupo era retraído y no le interesaba destacar. Sin embargo, frente a sus clientes, como vendedor viajero de una compañía de almidón de Kansas, Parker Ford era un avezado representante de sus productos. No siempre había vendido almidón. Siendo un veinteañero negociaba con frutas y verduras.
"Cuando mi madre conoció a mi padre tenía diecisiete años, y él seguramente unos veinticuatro. Era el 'hombre de las frutas y verduras' en la Clarence Saunders de Hot Springs, donde mi madre vivía con sus padres. (...) El era un hombre al que le gustaba ser feliz. Ella nunca había sido exactamente feliz", escribe Richard Ford (73) sobre sus padres, Edna y Parker. Ambos son los protagonistas de su nuevo libro Entre ellos, recién publicado por editorial Anagrama en España y que a fin de mes estará en librerías chilenas.
El narrador estadounidense, compañero de generación de Raymond Carver y Tobias Wolff, alcanzó el Premio Pulitzer y el PEN/Faulkner con El día de la independencia, en 1996. Era su segunda novela y ahí incluía a su alter ego, Frank Bascombe, quien además está en El periodista deportivo (1986), Acción de Gracias (2006) y los relatos Francamente, Frank (2015).
"El hecho de que las vidas y las muertes a menudo pasan desapercibidas ha inspirado este pequeño libro sobre mis padres", escribe Ford al final del ejemplar Entre ellos, que tiene su origen hace más de 30 años cuando publicó Mi madre (1986). Después se sumó el recuerdo del padre y ambos se reúnen en el libro del único hijo que tuvo el matrimonio, nacido en Jackson, Mississippi, el 16 de febrero de 1944.
"Ser a un tiempo hijo tardío y único es un lujo, con independencia de cualquier otra consideración, pues ambas cosas te invitan a conjeturar a solas sobre el tiempo que fue antes: esa etapa larga de la vida de tus padres en la que no tuviste parte", apunta Ford, quien tenía 16 años cuando su padre murió de un ataque al corazón en sus brazos.
"Se volvió hacia mí. Estaba a punto de gritar y le estaba entrando el pánico. Le iba a dar algo. Era el 20 de febrero de 1960, cuatro días después de mi cumpleaños", señala Ford en Entre ellos.
"Pero fui hacia ellos, me subí a la cama, cogí a mi padre por los hombros y le sacudí con fuerza. No con toda mi fuerza, pero con mucha fuerza. Lo llamé, 'Papá', varias veces. Él inspiró hondo, y luego exhaló el aire, de forma que los labios le aletearon como si intentara respirar (aunque creo que estaba ya muerto)... No sabía cómo hacerlo, ni si era lo que debía hacerse", agrega.
"Traté de dar lo mejor de mí mismo en este libro", cuenta Richard Ford vía email a La Tercera, quien luego se refiere a su pasado como también al presente de Estados Unidos con Donald Trump en la Casa Blanca.
Sobre su nuevo título, la recepción de la crítica ha sido en general favorable y elogiosa. "Un librito mágico. La narración de la muerte de su padre es un texto literario extraordinario", apuntó el diario británico The Guardian.
"Ford ha demostrado consistentemente no solo ser un gran escritor, sino también la voz de la América contemporánea: divertida, humana, triste y real", señaló el medio irlandés The Irish Times.
Hijo sin hijos
Cronista de su vida y de las grietas oscuras de la historia de Norteamérica, expresada en títulos como Un trozo de mi corazón, Canadá e Incendios, Richard Ford lleva medio siglo compartiendo sus días junto a su esposa Kristina Hensley. La pareja no tiene hijos.
El Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 reflexiona en Entre ellos, más que en el significado de ser niño y en los recuerdos de los días de infancia, en lo que representa ser hijo.
Sus padres se casaron en 1928. Luego salieron a la carretera a disfrutar de la vida y casi veinte años después tuvieron su único descendiente, el pequeño Richard.
"La imaginación de un hijo único la hacen vibrar melódicamente las cosas que sus padres dicen y no dicen. Siempre he dicho y sigo creyendo que mi infancia fue feliz. Pero eso no equivale a decir que la nuestra fuera una vida normal", apunta Ford en su última obra publicada el año pasado en inglés con el título de Between Them: Remembering My Parents.
Sus padres se vuelven a reunir en este libro. ¿Ellos sabían que usted sería escritor?
Mis padres, cuando ambos estaban vivos, nunca se hubieran imaginado que yo sería escritor. Escribí para el periódico de la escuela, pero nadie pensó que eso significaba algo más. Yo no era bueno en la escuela. Era disléxico, leo mal y poco. Entonces, no. Mi madre vivió lo suficiente como para verme publicar dos novelas y ella respetó eso. Pero, al mismo tiempo, deseaba que tuviese un trabajo más convencional. Esa era su forma de entender la verdadera vida: ser un trabajador o un empleado de una empresa... Ahora escribir, donde uno es su propio jefe, no fue muy convincente para mi madre.
Habitualmente se dice que los recuerdos de infancia son idealizados siendo adulto...
No tengo ninguna razón para estar de acuerdo con su premisa: que los recuerdos de la infancia tienden a ser idealizados. Quizás para algunas personas eso es verdad, pero no lo fue para mí, que trabajé sobre mis recuerdos e implicó tomar notas de cosas ocurridas en un lapso de 30 años. Me mantuve fiel a los hechos. No fue muy complicado.
"Un librito mágico", calificó Entre ellos el diario The Guardian. ¿Cree en la magia en un sentido espiritual?
Estoy de acuerdo con la idea de magia de la banda The Lovin' Spoonful: "¿Crees en la magia en el corazón de una niña? Cómo la música puede liberarla". Creo en eso, está bien. Lo cual está relacionado, supongo, con la magia inherente al arte: con algo importante que no puede dejar rastro hasta sus orígenes. Siempre lo pasé bien donde no había nada. De lo contrario, no sé.
¿Le hubiese gustado tener hijos?
No deseaba tener hijos, y mi esposa estaba aún más convencida de esto que yo. Los dos teníamos otras prioridades, entre nosotros, por ejemplo, el trabajo que hemos hecho en 50 años de vida matrimonial. Un niño no habría encajado en nuestros planes. Y tampoco un niño habría tenido una buena oportunidad al crecer con nosotros. Yo no creo que hubiese sido un buen padre. Soy egoísta y quería tener éxito o fracasar como escritor por mis propios méritos. No quería que un niño compartiera la culpa del fracaso.
Después de publicar Francamente, Frank, ¿tiene alguna historia para Bascombe?
Tengo, al menos en forma de notas, una novela de Bascombe. He estado acumulando casualmente material para ello durante algunos años, pero sin mucho incentivo para retirarme de la vida y escribirla.
¿Escribiría sus memorias o autobiografía?
¿Yo? Tengo que haber hecho más de lo que he hecho, a los 73 años, para que sea lo suficientemente interesante como para que un lector quiera leerlo. Solo porque es mi vida y esa no es razón suficiente. Uno escribe algo para que alguien, algún extraño, lo lea. Para que este extraño obtenga algo importante y útil. Nada en mi vida, aparte de las cosas que ya he escrito, han calificado para eso.
¿Qué opina del gobierno de Donald Trump a un año de haber asumido la presidencia?
Creo que el presidente Trump es un desastre y está arruinando, o tratando de arruinar, a los Estados Unidos. Es solo un oligarca rico, y desafortunadamente también parece ser ignorante, incompetente y posiblemente padezca algún tipo de discapacidad mental. Si hubiera un alma dentro del Partido Republicano, que no parece existir, lo eliminarían. Trump parece cada vez más alejado con su comportamiento errático y propensión a la mentira. Pero a quién tiene que culpar el público estadounidense es a nosotros mismos.
El escritor Salman Rushdie hizo una sátira de Trump en La decadencia de Nerón Golden. ¿Usted escribiría una historia con Bascombe cuestionando las políticas de Trump?
Seguro. Difícilmente se puede escribir una novela en 2016, 2017 y 2018 y no hacer eso. Él es el elefante grande y feo que se ha introducido en la habitación de todos. No puedes evitarlo, aunque a todos nos gustaría. Tal vez un hechicero puede agitar una varita mágica sobre su cabeza y hacer que se evapore. Esa es la única magia en la que podría creer.
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