Alta tensión: Los episodios clave del cortocircuito oficialista
La decisión de ir en una o dos listas para la elección del nuevo Consejo Constitucional crispó los ánimos a un nivel que poco se condecía con el diseño electoral. Porque el asunto pasó a otra dimensión: esa en que las pasadas de cuenta, traiciones y cálculos tienen un papel principal. Lagos, Boric, Bachelet, Vodanovic, Piergentili, Escalona, Girardi… Todos salieron a este baile.
El diseño de la estrategia electoral oficialista para la elección de las 50 candidaturas constituyentes revivió todos los fantasmas que acarrea el gobierno y su gestión con los partidos que conforman el oficialismo: un Presidente que decide intervenir y exponerse en cada crisis -incluso de vacaciones-, salidas comunicacionales de sus dirigentes que arriesgan lo acordado y una convivencia entre dos generaciones que no logra cuajar. Para peor, esta vez la tensión provocó la ruptura de una de las alianzas más fuertes de la política chilena en las últimas décadas -el PS y el PPD- y pasó a llevar a dos referentes históricos de esa misma coalición: los expresidentes Michelle Bachelet (PS) y Ricardo Lagos (PPD).
Estos son los capítulos claves para entender qué hay detrás de la compleja negociación por las candidaturas que tienen plazo hasta las doce de la noche del lunes para inscribirse en el Servel.
1. El divorcio del matrimonio PS-PPD
“¡La decisión del PPD es un ninguneo a la Presidenta Bachelet!”. El miércoles, en la comisión política del Partido Socialista, los principales dirigentes estaban indignados con el partido que hasta este momento era su aliado más estrecho desde el regreso a la democracia.
Para la mesa directiva del PS fue imperdonable que el PPD pasara por alto la disponibilidad que la exmandataria había manifestado el sábado recién pasado, cuando se abrió a ser candidata al Consejo Constitucional en el caso de que el oficialismo se uniera en una sola lista.
Pero en el PPD la percepción era muy diferente. El sábado 28, el día en que ambos partidos tomaron posturas -el PS por lista única junto a Apruebo Dignidad y el PPD por dos listas separadas entre coaliciones-, la comunicación entre ambos partidos se quebró.
En el comité central del PPD el ambiente era festivo. La presidenta Natalia Piergentili inició la instancia con el acuerdo con su par socialista, Paulina Vodanovic, de que el Socialismo Democrático iba en lista separada de Apruebo Dignidad, una idea que había sido impulsada por el líder PPD Guido Girardi, cuando habló -y fue muy criticado- de que no podían ir en la “lista del indulto”.
“A las 11.30 les tenemos una sorpresa”, advertían dirigentes del PPD a sus militantes, quienes recibieron alegres la aparición telemática del expresidente Ricardo Lagos en la reunión. Incluso, algunos especulaban que se lanzaría de candidato, pero solo validó la postura del partido de ir en dos listas.
Casi a la misma hora, la timonel del PS, Paulina Vodanovic, también les daba una sorpresa a sus militantes: “La presidenta Bachelet está dispuesta a ser candidata si vamos en lista única”. La noticia fue aplaudida y celebrada entre los socialistas, pero, obviamente, indignó al PPD.
“Cómo es posible que no nos hayan avisado de esto”, les decía Piergentili a sus más cercanos en el partido, y a algunos dirigentes del Socialismo Democrático, quejándose de la forma en que había expuesto al expresidente Lagos. Para peor, se enteraron de que el Frente Amplio había recibido mucho antes la noticia: el jueves anterior al consejo, el 26 de enero, Bachelet se reunió con la directiva de Convergencia Social y les manifestó su disponibilidad. Tras la cita, la directiva del partido del Presidente Boric dijo sentirse “herederos del mismo tronco histórico” socialista, lo que sacó ronchas entre los integrantes del Socialismo Democrático.
En el PPD -que ya tenía un acuerdo con la DC para conformar un pacto y que el 96% de sus militantes apoyó las dos listas- quedaron evidentemente incómodos y sorprendidos, al punto de que sospecharon de que el mismo Presidente había coordinado el encuentro entre Bachelet y su partido. Y no solo se molestaron por eso, sino también porque la reunión de Convergencia Social con Bachelet los hizo percatarse de que su eterno aliado construyó en paralelo una relación con el partido de Boric: Paulina Vodanovic -íntima amiga de la ministra Segpres, Ana Lya Uriarte- cada vez tiene un vínculo más estrecho con el Mandatario; el secretario general, Camilo Escalona, también ha cultivado sus redes con el mundo frenteamplista, como con el jefe de asesores, Miguel Crispi (RD), y Bachelet, cercana a Vodanovic, se ha convertido en una confidente del Jefe de Estado.
De todas formas, la jugada de la presidenta del PS -quien en un principio era partidaria de unirse al PPD en el caso de que no cedieran y tuvieran que ir en listas separadas-inició el mayor cortocircuito que se ha visto hasta ahora en la columna vertebral de la centroizquierda chilena. Porque aunque el discurso de los partidos ahora apunte a desdramatizar el quiebre, la magnitud del golpe en la alianza política aún está por verse. Esta es la primera vez que los partidos que han sido el sostén de un proyecto político que se inició con la Concertación deciden ir separados en una elección. Un quiebre clave del matrimonio más duradero desde el retorno a la democracia, de esos que lo sacuden todo cuando aparece un tercero.
2. La mano (y pies y cabeza) del Presidente en la negociación
“Estoy cansada de que todo escale al Presidente y se convierta en un problema político”. La confesión de la ministra del Interior, Carolina Tohá, a dirigentes del PPD fue un desahogo que evidenció una frustración de los equipos en La Moneda: que en cada crisis Boric termina involucrado e intenta interceder para resolverlas. Y esta vez no fue la excepción.
El miércoles, pasadas las 14.00, el Mandatario recibió a todos los presidentes del Socialismo Democrático -Piergentili, Vodanovic, Patricio Morales (PL) y Leonardo Cubillos (PR)- en su casa, en el barrio Yungay, para hacer un último intento de convencerlos de ir unidos a la elección constituyente.
Se suponía que la reunión -que fue publicada por La Tercera- era extremadamente confidencial, e incluso los timoneles elaboraron una coartada para que no se filtrara: que habían almorzado porotos en la casa de Morales. Pero no resultó.
En el equipo de asesores del Presidente habían planteado que era conveniente que no se involucrara en este debate -para no terminar expuesto- y que fuesen las ministras Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte quienes asumieran ese rol con discreción. Pero Boric no se contuvo.
En su casa, el Presidente les pidió “un último esfuerzo por ir unidos”, apuntando sobre todo al PPD, que ya tenía su decisión tomada. Boric argumentó que lo mejor para el oficialismo era ir unidos en la elección, por un tema electoral y también para evitar roces entre los partidos. Pero la idea va más allá: quienes han estado en las conversaciones señalan que el Presidente, ideológicamente, está convencido que debe establecer una alianza con el Partido Socialista que le permita “salvar” su proyecto llamado Apruebo Dignidad.
Los timoneles, que solo recibieron un café en Yungay, transparentaron sus posturas y Piergentili planteó que estaba dispuesta a mantener el diálogo. Algunos pensaron que ella podría ceder a la petición presidencial. Pero no. Lo que sí avanzó es en tratar de establecer un pacto por omisión; algún gesto debía hacer a Boric.
“Compañeros, las definiciones están relativamente zanjadas, en ese contexto les propongo instruir, si a ustedes les parece, a nuestros secretarios generales para reservadamente analizar pactos por omisión”, escribió la noche del jueves en el chat de partidos.
Pero lo que no sabía la presidenta del PPD es que a esa hora comenzaba la operación desembarque. El mayor detractor de la lista unitaria, Guido Girardi, había hecho circular un mensaje que decía: “A partir de la opción del PS se hace necesario revertir la decisión del PPD”. Y el viernes en la mañana, la revuelta tomó fuerza: los candidatos y candidatas empezaron a bajarse para presionar por una sola lista, y los próceres del PPD se cuadraron detrás. Al mediodía, Piergentili pensaba que tendría que renunciar. Pero lo dio vuelta: resistió en su postura y sometió el asunto a votación en su directiva. Ganó 10 a dos y, de paso, se lanzó de constituyente por la Metropolitana.
3. El galanteo de Convergencia Social al socialismo
“No está bien meterse en otras coaliciones”. La advertencia de los partidos del Socialismo Democrático le llegó rápidamente al presidente de Convergencia Social, el diputado Diego Ibáñez, luego de decir el martes en El Mercurio que propone “configurar una nueva coalición donde los socialistas asuman un liderazgo”.
La declaración incomodó a la mayoría del oficialismo y, por lo mismo, recibió varias llamadas el martes exigiendo explicaciones. Por un lado, al Partido Socialista no le gustó que una propuesta de ese calibre fuera hecha por la prensa, y tampoco por el contexto, ya que profundizaba el conflicto con sus pares del PPD. En esa tienda, obviamente, se sintieron pasados a llevar y recobraron la rabia que han cultivado desde que en las primarias presidenciales el Frente Amplio vetó al PPD de su pacto.
“Es el Presidente hablando a través de Ibáñez”, comentaban, y manifestaron su malestar a Tohá, porque leían entre líneas que esa frase reflejaba mucho más que una propuesta: una visión ideológica que los dejaba marginados a un lado y a Apruebo Dignidad del lado de su eterno socio. La ministra, que es partidaria de reordenar las coaliciones de gobierno y avanzar a la unidad, coincidió en que la puesta en escena fue muy errática.
La declaración tampoco les gustó a los partidos de Apruebo Dignidad, ya que Ibáñez dijo que esa coalición “cumplió un ciclo”. Por lo mismo, el diputado tuvo que dar explicaciones a integrantes de su sector y abrió un flanco en un minuto en que la disputa estaba en el otro bando.
Además, en el PPD han mirado con recelo el vínculo entre el PS y Convergencia Social desde antes: el 19 de enero la vicepresidenta de CS, Ximena Peralta, y Camilo Escalona firmaron una columna en conjunto llamando a la unidad de las coaliciones. Luego vino la conversación con Bachelet y hubo otro hecho que sorprendió a la militancia socialista: el 23 de enero, en un homenaje pequeño a Eugenio González, uno de sus fundadores, aparecieron tres figuras importantes de Convergencia Social: la ministra Antonia Orellana, el ministro Nicolás Grau y el nuevo jefe de gabinete del Presidente Boric, Carlos Durán.
4. La pelea por los cupos
“Si hay partidos que quieren más representación en el gobierno, deben responder al llamado del Presidente de ir en una lista unitaria”.
No solo las declaraciones de Ibáñez cayeron mal en el PPD. Antes, las palabras del presidente de RD, el senador Juan Ignacio Latorre, en La Tercera, también hicieron mucho ruido en el Socialismo Democrático y retumbaron fuerte en el comité político ampliado del lunes en La Moneda.
La misma Piergentili -que se había encargado de aclarar días antes vía Twitter que “las convicciones no tienen precio ni se transan por cargos en el gobierno” ante los rumores de que su partido estaba dispuesto a negociar- encaró a Latorre en el palacio presidencial.
“¿Acaso no conocen el teléfono?”, planteó la presidenta del PPD en la mesa, cuestionando que se planteen las diferencias a través de los medios y no en privado. Vodanovic se sumó a su reclamo.
Además, para Piergentili las especulaciones sobre negociaciones de cargos perjudicaron cualquier avance hacia lo que buscaba el Presidente: cualquier paso atrás podía verse como un acto interesado.
La interpelación frenteamplista cayó también especialmente mal porque en el PPD se enteraron de que la presidenta del PS comenzó antes que el resto a proponer nombres ante el inminente cambio en subsecretarías -e incluso que visitó al equipo de asesores junto al senador De Urresti-, lo que obligó a otros timoneles a preguntarles al jefe de gabinete, Carlos Durán, y al jefe del Segundo Piso, Miguel Crispi, si debían ponerse en alerta ante los inminentes cambios.
“Será a la vuelta de las vacaciones del Presidente”, dijeron desde el Segundo Piso.
Ahora, creen en el PPD, y lo conversaron en la mesa del jueves a las 20.00, que deberán lidiar con los costos de una decisión difícil: aparte de las consecuencias que pueda tener la fractura de su alianza con el PS, la revancha que podría buscar Apruebo Dignidad. Eso, advierten, se verá en el tono de la campaña: o se logra el fair play al que ha llamado el gobierno, o se convierte en una batalla campal.
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