Banderas, gritos e indignación: un día junto a los partidarios de Trump en Miami
El martes pasado, Donald Trump protagonizó otro día histórico en Estados Unidos al convertirse en el primer expresidente en comparecer ante un tribunal por un caso federal. Cientos de sus seguidores más acérrimos se reunieron frente a un tribunal de Miami para mostrarle una vez más su apoyo incondicional.
Es mediodía y el calor pega fuerte en el centro de Miami, se acerca el verano. Eso no impide que centenares de personas se reúnan frente al tribunal Wilkie D. Ferguson Jr. para mostrarle su apoyo al hombre al que quieren ver nuevamente en la Casa Blanca: el expresidente de Estados Unidos Donald Trump. Algunos gritan con megáfonos el apellido del candidato, otros cantan: “¡USA, USA!”. La tensión aumenta con la llegada de unos pocos detractores.
Bennis Pérez (68) aguarda bajo la sombra de un árbol vestido para la ocasión: una camisa con las estrellas de la bandera estadounidense, un sombrero con el apellido Trump y un cartel que le cuelga del cuello: Keep America Great, Trump 2024. Es el mismo que usó en las elecciones de 2020, explica. Solo tuvo que reemplazar el 0 por el 4.
Lleva toda la mañana esperando. Grita arengas y se abanica para resistir el calor y la humedad. Nació en Nicaragua, pero hace 33 años que vive en Estados Unidos, un lugar al que define como “su patio” y al que dice querer salvar. “Estoy aquí para apoyar al presidente Trump, él es anticomunista y defiende la democracia, eso ya lo ha demostrado”, comenta a La Tercera.
Este martes 13 de junio, Trump, el favorito para representar a los republicanos en las presidenciales de 2024, compareció ante el tribunal como imputado por gestionar de manera negligente secretos de Estado. La Fiscalía lo acusa de haber conservado documentos confidenciales con información sobre armas nucleares tras terminar su mandato en enero de 2021.
Se enfrenta a 37 cargos, entre ellos los de “retención ilegal de información relacionada con la seguridad nacional”, “obstrucción a la justicia” y “falso testimonio”. Pero en este lugar de Florida, el apoyo para el expresidente se mantiene firme. Las estrellas patrias se multiplican en las ropas de sus seguidores, las banderas con su cara ondean por todas partes y los gritos de defensa aumentan con el paso de las horas. Algunos vienen en grupo y dejan clara su representación a través de las consignas impresas en sus camisetas: Blacks for Trump, Latinos for Trump, Women for Trump.
Los personajes más excéntricos llaman la atención de la prensa: un hombre disfrazado de Tío Sam se pasea en una patineta eléctrica; un cubano llamado Osmary Estrada, envuelto en las banderas de Cuba y Estados Unidos, sostiene una cabeza de cerdo incrustada en un palo. Dice que vino a celebrar la democracia.
Los abucheos silencian a los pocos que exclaman: ¡Enciérrenlo!
Un apoyo incondicional
Algunos de los simpatizantes de Trump que lo esperan frente al tribunal aseguran sentir una sensación de deja vú. En abril de este año, en el estado de Nueva York, un fiscal presentó cargos penales por fraude contable contra él. El magnate de recién cumplidos 77 años fue acusado de realizar un pago antes de las presidenciales de 2016 para silenciar a Stormy Daniels, una actriz de películas porno que dice haber sido su amante.
Nunca antes se había inculpado a un expresidente estadounidense a nivel estatal ni federal, pero los expertos consideran más comprometedor el caso de Miami que el de Nueva York. Los problemas judiciales de Trump, sin embargo, no parecen perjudicarlo en las encuestas, sino todo lo contrario.
Según el promedio de sondeos del portal RealClearPolitics, el principal contrincante de Trump, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, cuenta con un 20,2% de intenciones de voto, mientras que el expresidente obtiene un 52,9%.
“Una cosa que he aprendido sobre el presidente Trump es que desde que entró en escena en 2016, las reglas que normalmente rigen la política estadounidense no parecen estar en juego”, dice Aubrey Jewett, académico de Ciencias Políticas en la Universidad de Florida Central. “Las cosas que todos pensamos siempre en el pasado que eran políticamente fatales, él ha demostrado una y otra vez que, o bien no le hacen daño, o incluso le ayudan”, agrega.
Parte de este fenómeno se debe a la creencia entre numerosos republicanos de que el expresidente es víctima de una caza de brujas lanzada por los demócratas del Presidente Joe Biden.
“Hay una facción muy grande de simpatizantes que siente que está siendo tratado muy injustamente, que estas acusaciones y persecución son muy políticas”, explica Saul Anuzis, asesor político y expresidente del Partido Republicano de Michigan. “Los anti-Trump han dado armas al gobierno para tratar de atraparlo. Y creo que mucha gente está molesta”, añade.
Patrick Mangan es uno de esos indignados. Viajó desde Indiana, un estado del medio oeste del país, para apoyar a Trump. Ondea una gran bandera de Estados Unidos con la consigna Save America Again. Cuenta que en 2016 fue uno de los dirigentes que lideró la campaña a favor de Trump en el norte de su estado y que ahora lo apoyará “completamente” para los comicios de 2024. “Nunca me ha decepcionado y estoy orgulloso de estar aquí apoyándolo”, dice. Lo que más lo impulsa son las acusaciones legales a las que se enfrenta su candidato, que para él son “absolutamente falsas”.
“Lo ridículo es que están intentando que el presidente Trump no presente su candidatura. Pero en lugar de despertar a las ovejas, han despertado a los leones. Eso es lo que han hecho aquí”, dice apuntando hacia el grupo que lo rodea.
Dos nombres surgen constantemente de la boca de los simpatizantes de Trump al hablar de sus problemas con la justicia: Hillary Clinton y Joe Biden. Una prueba, según ellos, del trato injusto que recibe el magnate, ya que esos dos políticos demócratas también tuvieron problemas por un mal uso de documentos confidenciales, pero no enfrentaron ninguna consecuencia judicial.
“Ambos (Clinton y Biden) han tomado documentos que requieren cierta seguridad y los han mantenido en lugares inseguros. En la superficie, hay una similitud. Pero si se mira con mayor profundidad, hay diferencias significativas. Una vez que Trump se dio cuenta de que tenía documentos que no debería tener, se resistió a devolverlos e involucró a otras personas. Todavía se niega a devolver algunos. Es una diferencia bastante clave”, explica Jewett.
Falta poco para la llegada del candidato al tribunal y los simpatizantes de Trump comienzan a agitarse. Surgen roces entre los trumpistas y los detractores del multimillonario. Un hombre vestido con un uniforme rayado simula ser un reo y de una de sus muñecas cuelga una cadena con una bola de acero. Sostiene un cartel que dice “Lock him up” (Enciérrenlo) entre empujones e insultos.
Decenas de policías locales y federales, protegidos con cascos, se agolpan frente a las vallas de seguridad, otros alinean sus motos para cortar las calles y los helicópteros sobrevuelan la explanada que da al tribunal. Los miembros del servicio secreto observan.
Las autoridades del condado temen un altercado similar al del 6 de enero de 2021, cuando partidarios de Trump irrumpieron en el Congreso para interrumpir una sesión para certificar la victoria de Joe Biden en las presidenciales de 2020. La insurrección dejó cinco personas muertas y destrozos en el Capitolio.
Latinos por Trump
Uno de los gritos que más se repite entre los simpatizantes de Trump suena en español: ¡Trump, amigo, el pueblo está contigo! El uso de este idioma es habitual en el condado de Miami-Dade, el más poblado del estado y donde el 69% de las personas tiene ascendencia latina.
En esta parte de Florida, los últimos cargos contra Trump parecen haber disparado su popularidad entre la población hispana: muchos aseguran ver un paralelo entre el proceso del expresidente y sucesos en sus propios países de origen –como Cuba, Venezuela y Nicaragua–, en donde la oposición ha sido detenida y procesada de forma ilegítima.
“Me preocupa lo que está ocurriendo, ya que poco a poco vamos hacia el totalitarismo que hay en mi país, Nicaragua. Vamos hacia lo que pasa en Cuba, en Venezuela y otros países que van en ese camino”, dice al respecto Bennis Pérez. A su lado, una de sus compatriotas, María, asiente. Fuera el comunismo, dice la bandera que sostiene bajo la sombra. “Es una injusticia lo que está sucediendo. No quieren que llegue a ser presidente, es una persecución”, señala esta mujer de 65 años.
El avance de Trump en esta zona es evidente. En 2016, el expresidente perdió el condado frente a la demócrata Hillary Clinton por una diferencia de 29,6 puntos porcentuales. En 2020, volvió a ser derrotado por el demócrata Joe Biden, pero esta vez lo hizo por 7,3 puntos porcentuales, una señal de que Florida, históricamente considerada como un estado bisagra, ha ido desplazándose hacia la derecha.
“Todos los hispanos del sur de la Florida le han brindado un apoyo histórico durante ambas elecciones presidenciales”, asegura Kevin Marino Cabrera, comisionado del condado de Miami–Dade y amigo de Trump, para el que desempeñó el cargo de director estatal de campaña en Florida en 2020. “Muchas personas como yo, cuyas familias huyeron de regímenes, nunca imaginamos que podría pasar esto. Tratan de encausarlo y encarcelarlo para prevenir que pueda aspirar a la presidencia, porque saben que él se presenta como el contrincante más fuerte para derrotar al Presidente Biden”.
Trump entiende lo que provoca entre los latinos del sur de Florida. Por la tarde, tras una comparecencia histórica en la que se declara no culpable de los cargos en su contra, realiza una sola parada antes de abandonar Miami. El lugar elegido no es una casualidad: Versailles, el autoproclamado restaurante cubano más famoso del mundo y el mayor símbolo del exilio en Estados Unidos. Un lugar donde se mezclan el café azucarado con las croquetas, donde se habla de la isla, de su régimen y de lo que se dejó atrás. Una visita obligatoria para cualquier político con aspiraciones. A su llegada, Trump es recibido entre vítores.
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