Edmundo Jarquín: “Daniel Ortega es una amenaza a la seguridad hemisférica”
El exministro del FSLN y excandidato a la Presidencia por el Movimiento Renovador Sandinista califica de “indignante” la ofensiva del líder de Nicaragua contra la oposición.
Ministro, embajador y diputado del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (1979-1990), el abogado y economista nicaragüense Edmundo Jarquín se distanció del FSLN para convertirse en 1995 en uno de los fundadores del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), junto con el exvicepresidente y escritor Sergio Ramírez. “La revolución no trajo la justicia anhelada para los oprimidos, ni pudo crear riqueza y desarrollo”, justifica sobre su giro, citando una frase del libro Adiós Muchachos, del ganador del Premio Cervantes 2017. Hoy, frente a la ofensiva lanzada por el régimen de Daniel Ortega contra la oposición a cinco meses de las elecciones donde el otrora líder de la Revolución Sandinista busca su cuarto mandato consecutivo, Jarquín es categórico en sus críticas. Para el excandidato a la Presidencia de Nicaragua (2006) por el MRS, “lo de Ortega no corresponde a ninguna lógica”, según comenta en esta entrevista con La Tercera.
The New York Times ha dicho que la democracia en Nicaragua “peligra”. ¿Es pesimista frente la posibilidad de encontrar una salida negociada a la crisis?
La andanada represiva de Ortega desafía todos los esquemas de negociación. La oposición, que desde la masacre de 2018 involucra al sector empresarial, insistirá en la vía cívica, por varias razones: primero, se asegura respaldo nacional y de la comunidad internacional; segundo, desde el fin de la Guerra Fría, nadie financia la lucha armada; tercero, esa vía pacífica aísla a Ortega, que reprime sangrientamente y encarcela a opositores y empresarios. Lo de Ortega no corresponde a ninguna lógica. No es “alzar la parada” para después negociar, siendo que el régimen enfrenta a todo mundo, dentro y fuera de Nicaragua. Tampoco corresponde a ningún modelo económico, como otros gobiernos autoritarios. El intento de construir un esquema político con un partido hegemónico y partidos políticos subordinados al viejo esquema comunista, con remedo de “elecciones libres”, quedó atrás desde la masacre de 2018.
La exguerrillera sandinista Dora María Téllez dijo a La Tercera que Ortega “podría realizar un fraude elegante y disimulado”, o bien “terminará por cancelar los comicios” de noviembre. ¿Cómo cree que se resolverán estas elecciones, considerando que gran parte de los precandidatos de oposición están detenidos?
A eso apuntaban las intenciones de Ortega con las elecciones de noviembre de este año: a un fraude elegante y disimulado. Así ocurrió desde 2007 hasta la crisis de 2018, por la enorme complacencia nacional e internacional. Pero ese modelo hizo crisis en 2018 y el sector empresarial se distanció. Ahora, con el apresamiento de varios precandidatos presidenciales, Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, y numerosos presos políticos, Ortega parece haber abandonado el objetivo de fraude elegante y disimulado, y más bien se orienta a cancelar esos comicios en cuanto a que existan con participación de la oposición. Al respecto, es importante recordar que Ortega nunca, ni remotamente, fue mayoría: en 2006 ganó con el 38% de los votos, por la división del voto antisandinista.
¿Cómo evalúa la reciente resolución de la OEA, impulsada entre otros países por Chile, que exige liberación inmediata de todos los “presos políticos” en Nicaragua?
Hasta ahora, Ortega se ha beneficiado de la indiferencia y pasividad de la comunidad internacional. Las cosas están cambiando. La votación reciente en la OEA lo demuestra, con 26 votos a favor, cuando antes lo máximo que había conseguido eran 22, y solamente dos países respaldaron a Ortega. Y cinco se abstuvieron. Precisamente, no es solamente que se ha demandado la liberación de los presos políticos, sino que también apunta a una invalidación nacional e internacional de las elecciones previstas para noviembre próximo. Así lo dice la resolución reciente de la OEA, que en su parte considerativa señala: “Concluyendo que las medidas adoptadas por el gobierno de Nicaragua no cumplen con condiciones para unas elecciones libres y justas a las que se han comprometido todos los Estados miembros en virtud de la Carta Democrática Interamericana, lo cual pone en duda la legitimidad de las elecciones de noviembre, tal y como se están organizando actualmente”.
En 2018 usted pidió a la comunidad internacional que no “llegara tarde” a Nicaragua, como lo había hecho con Venezuela. ¿Considera que los países de la región han hecho lo suficiente?
La reciente resolución del Consejo Permanente de la OEA revela que ya no estamos tan tarde. Es cierto que contra Somoza había lucha armada, y pese al panorama de gobiernos militares que existía en la región, se evolucionó a pedir la salida de esa dictadura. Con la actual, de Ortega, se puede evolucionar igual, cuando se transite de los principios de la Carta Democrática Interamericana, que México alega no es vinculante, porque no es un tratado, a los principios de seguridad hemisférica, porque la dictadura de Ortega es una amenaza a esa seguridad.
¿Cómo lo afecta el ver hoy a figuras de la Revolución Sandinista como Dora María Téllez y Hugo Torres arrestados por Ortega?
Y Víctor Hugo Tinoco, que fue guerrillero y vicecanciller en los 80, pero también otras presas que significan una enorme renovación de liderazgos en el MRS, como Suyen Barahona, Ana Margarita Vijil y Tamara Dávila. Indignado. Esa es la palabra.
¿Cómo ve el sandinismo hoy a Ortega? ¿Cree que Ortega traicionó sus principios?
En el FSLN hay confusión, excepto en los fanáticos de Ortega. El orteguismo controla los hilos del poder en el Estado, y desde ahí controla al FSLN, para intentar sobrevivir en una configuración dinástica. Pero el sandinismo lo abandonó desde la represión sangrienta de 2018, más allá de lo que es el MRS, que recientemente cambió de nombre a Unamos.
Usted ha advertido sobre las “consecuencias” en el Ejército a partir de las últimas acciones de Ortega. ¿Teme que esta crisis se resuelva de manera sangrienta?
La persecución del sandinismo y el apresamiento del exgeneral de brigada Hugo Torres, así como las amenazas que circulan a otros excomandantes del Ejército, no pasará desapercibida. Ahora bien, tenemos que insistir en la vía pacífica para que sea la dictadura quien reprima y se aísle nacional e internacionalmente. El Ejército, como institución, tiene mucho que perder con el gobierno de Ortega, más allá “de dolor y de luto” como fue su primer comunicado frente a la tragedia de 2018.
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