¿Hacia dónde van? El desorden de los partidos de gobierno en medio de la crisis
La alianza entre socialistas y Convergencia que empieza a asomar levanta suspicacias en el resto de los partidos, que miran con preocupación cómo van quedando fuera de las conversaciones.
La sede, como es frecuente, fue el Partido Socialista. Pero esta vez la dinámica fue diferente: no había más partidos invitados, solo Convergencia Social. A las 19.00 del lunes 17 de julio, integrantes de la directiva, autoridades y parlamentarios del partido del Presidente Gabriel Boric visitaron la sede de la calle París para discutir sobre la reforma de salud del gobierno.
No es primera vez que ambos partidos, que representan a dos coaliciones diferentes del oficialismo, se reúnen por separado del resto. Al menos así lo ha reportado el diputado Diego Ibáñez (CS), timonel del partido de Boric, a su directiva. El parlamentario tiene un vínculo directo con la senadora Paulina Vodanovic, líder del PS -con quien conversa frecuentemente por WhatsApp-, y mayor aún con Camilo Escalona, el secretario general, quien se ha acercado mucho a algunos dirigentes del partido del Frente Amplio.
La cercanía entre el PS y el partido del Presidente también se materializa en las mismas relaciones del Mandatario, quien ha estrechado sus vínculos con los mundos socialistas, en las generaciones con más trayectoria, como el ministro Álvaro Elizalde, la expresidenta Michelle Bachelet o el exministro Luis Maira, pero también con los nuevos actores políticos. No fue casualidad que en junio asistiera al cumpleaños del exconvencional Ricardo Montero, hoy jefe de gabinete del Ministerio del Interior.
Tanto en el Congreso como en las directivas de los partidos miran de reojo el vínculo entre Convergencia y el PS en medio de la crisis. El comentario que se ha tomado los pasillos es que hay una relación paralela entre ambos que se ha intensificado luego del escándalo de Revolución Democrática -por los líos de platas entre el Estado y fundaciones- y con la desorientación del PPD, donde un grupo -liderado por la ministra Carolina Tohá- es evidentemente más oficialista que el otro, lo que ha quedado en evidencia en las elecciones internas en que el senador Jaime Quintana se estaría imponiendo a los más críticos del gobierno.
En este contexto, tanto el PS como CS han aprovechado ese vacío y adquirido más poder en sus coaliciones, liderando los diálogos -junto al Partido Comunista- para salir de una crisis que ha desordenado y enredado los caminos de los partidos oficialistas. Mientras los presidentes del Socialismo Democrático no han logrado reunirse de manera presencial desde la elección del 7 de mayo, la directiva de Convergencia tampoco ha tenido un encuentro formal con RD, pese a que comparten la misma sede.
En paralelo, Ibáñez y Vodanovic se han reunido junto al secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, en más de una ocasión -sin los demás partidos- para conversar sobre diferentes materias, como las enmiendas del proceso constitucional o las negociaciones que dejaron al diputado Ricardo Cifuentes (DC) liderando la Cámara Baja.
Por otro lado, los partidos más pequeños -como Comunes, el Partido Liberal y el Partido Radical- se han sentido desplazados y se han cansado de pedir mayor incidencia en el gobierno.
Así lo reclamó el PL en junio, luego de que el Presidente no asistiera a su aniversario de 10 años y solo enviara un video, el que no fue reproducido en la celebración. También, el presidente Juan Carlos Urzúa manifestó su enojo luego de que su partido no fuera considerado en la mesa de pensiones que convocó la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (PC).
“Me siento defraudado y cansado de los constantes errores y desprolijidades de un gobierno que no hace más que hacerse daño a sí mismo”, escribió el mismo Urzúa en una carta interna que envió a los militantes del partido acusando a La Moneda de actuar con un “infantilismo recalcitrante”.
Pero el punto de mayor tensión fue el lunes 17, cuando en paralelo a la reunión entre el PS y Convergencia, la ministra del Interior, Carolina Tohá (PPD), recibió a dirigentes y parlamentarios en su casa -seleccionados a dedo- en una coordinación conjunta con Diego Ibáñez. A la cena no fue invitada la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, a quien no le perdonan haber dicho que Apruebo Dignidad les hablaba a los “monos peludos”, pero sí los senadores Jaime Quintana y Ricardo Lagos Weber (PPD). Tampoco estuvieron invitadas las directivas de Comunes y el Partido Radical.
Tras el incidente -que desató fuertes reclamos de las directivas-, en La Moneda se comprometieron a mejorar el vínculo con los partidos.
Desconfianzas
Este martes 25 de julio el gobierno abrió una nueva instancia de diálogo con los partidos para abrir canales más fluidos. Los subsecretarios Manuel Monsalve (PS) y Nicolás Cataldo (PC) recibieron a los secretarios generales de los partidos para hacer una evaluación de la gestión del gobierno.
Además, el jefe de Estudios de la Secom, Claudio Villegas, hizo una presentación sobre la opinión pública. Uno de los datos que más discutieron fue el avance de la derecha, sobre todo del Partido Republicano.
Pero más allá de los diálogos que han existido entre los partidos oficialistas -desde la DC al PC- para cerrar acuerdos como el de la presidencia de la Cámara Baja y también para enfrentar las próximas municipales en unidad, en los partidos han resentido no tener un diálogo más fluido con La Moneda, en la crisis y también en la gestión política del gobierno.
La crisis, sumada a las desconfianzas existentes entre los presidentes de los partidos, ha entorpecido las conversaciones. Los ministros del comité político aseguran que producto de las filtraciones se hace difícil mantener canales de diálogo permanente y que un ejemplo de aquello es que nadie ha hablado en el grupo de WhattsApp con los partidos desde el miércoles 19 de julio, cuando la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, compartió una publicación.
Ese vacío ha provocado que en los partidos existan dificultades para controlar a las voces más díscolas frente a La Moneda, como el conocido malestar que ha provocado el senador Fidel Espinoza (PS) en La Moneda y, sobre todo, en el Frente Amplio -coalición que envió una carta para que se le castigara-.
Pero también la inmovilidad ha producido que nazcan nuevos diálogos entre otros actores políticos. El lunes pasado, a las 19:00, un grupo de 8 diputados -la mayor parte de la bancada del PPD e independientes- se juntó a cenar en la vicepresidencia de la Cámara de Diputados, en el Congreso. En torno a un menú de pollo grillado y zapallo italiano, conversaron la idea de armar un nuevo bloque de centroizquierda. Y para ello estuvo presente el ex PPD Juan Eduardo Faúndez, quien es dueño del dominio del Partido Social Demócrata.
La presencia más llamativa en la comida fue la del diputado Raúl Soto (PPD), quien por esos días competía para presidir su partido y que luego bajó su candidatura criticando la supuesta intervención de la ministra Tohá en la elección interna. El expresidente de la Cámara fue quien convocó a los asistentes: Cristián Tapia, Héctor Ulloa, Jaime Araya, Felipe Camaño, Camila Musante, Carlos Bianchi y Marta González.
La reflexión compartida fue que hay un espacio entre el centro y la centroizquierda que no ha sido aprovechado y que les podría permitir asumir un rol más crítico frente a los problemas del gobierno. Por lo mismo las conversaciones no se han quedado ahí: en diferentes instancias también han participado alcaldes y otros parlamentarios.
En paralelo, los demás partidos también han tenido espacios de reflexión. Todos los jueves, a las 20.00, en la oficina del subsecretario Cataldo, en La Moneda, se reúnen los militantes del PC integrantes de gabinetes de distintos ministerios a conversar de la contingencia y analizar el rol del Ejecutivo. Ahí la crítica es dura. “No hay diseño de gobierno ni gestión política”, fue una de las conclusiones de la última charla.
Mientras que en RD -que tendrá elecciones territoriales este fin de semana- decidieron comenzar a coordinar un nuevo cónclave con autoridades para discutir la contingencia y la debilitada labor de su presidente, el senador Juan Ignacio Latorre. Pero, además, hay otra discusión sobre la mesa: la formación de un partido único en el Frente Amplio y el temor a que Convergencia Social quiera asumir ese liderazgo. En Comunes y el partido del Presidente, al menos, ya manifestaron su disposición para iniciar los diálogos que les permitan unirse.
En el oficialismo también preparan un cónclave para mediados de agosto, en el que se pueda discutir sobre la alianza de gobierno. Pero en las últimas conversaciones los secretarios generales pidieron agregar un tema a la tabla: la preocupación frente al proceso constituyente y los sectores que ya están empezando a distanciarse del proceso y a decantar por rechazar la próxima propuesta, cuestión que podría generar un nuevo enredo entre los partidos oficialistas.
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