Ignacio Briones, tras votar nulo: “es momento de preguntarnos por el camino propio y reconstruir nuestra identidad”
El excandidato presidencial de Evópoli no votó por José Antonio Kast. Para él, el republicano representaba un retroceso en la construcción de la centroderecha moderna a la que Briones quiere llegar. Aquí, dice que es hora de avanzar hacia ese proyecto y que se jugará porque su partido retome esa senda.
La última vez que Ignacio Briones apareció en público fue para acompañar a Sebastián Sichel -quien lo había derrotado en la primaria de Chile Vamos- al último debate para la primera vuelta presidencial. De ahí en más, se guardó. La disyuntiva de su partido, Evópoli, y de aquellos que se identifican con la derecha liberal ante la contienda entre José Antonio Kast y Gabriel Boric, hizo que optara por el silencio. No porque estuviera demasiado complicado con su decisión. Briones lo tenía bastante claro: no daría su voto a ninguno. Prefirió callar para no interferir el proceso y porque su partido había decido apoyar a Kast, aun cuando dijeran que no participarían de un eventual gobierno suyo.
Pero en su silencio hizo una excepción por Twitter. Cansado de que Kast lo nombrara, Briones tuiteó: “Generalmente resulta agradable que a uno le agradezcan, aunque no sepa por qué”.
-El candidato siempre hacía pensar que yo lo estaba apoyando y justamente ese silencio era una muestra de que yo no lo estaba apoyando-, explica hoy.
Una semana después de la presidencial, Briones lo reafirma sin dobles lecturas.
-Obviamente no voté por Boric, porque es un proyecto que encuentro malo para Chile, su alianza con el PC me supera y siempre fui crítico, pese a tener una buena impresión de él como persona. Y así como no apoyé a Boric, tampoco apoyé a Kast. Y no tengo ningún problema en decirlo de frente. No lo apoyé porque me parece que lo que él representa es una involución más que una evolución de hacia donde yo considero que debiera pararse una centroderecha moderna, que tenga ambición de ser gobierno no solo una vez, no solo de manera coyuntural, sino que pensando en el futuro, en este nuevo ciclo político en el que estamos, en esta nueva transición que recién empieza. Creo que Kast representa un retroceso muy importante en aquello que se había ganado y, por lo tanto, las señales que uno dé de apoyo también marcan cuál es la visión de futuro que uno tiene respecto de hacia dónde hay que avanzar.
-En segundo lugar, así como teníamos un candidato que tiene un programa maximalista y en muchos aspectos voluntarista, como es el caso de Gabriel Boric, nos encontramos con otro candidato que no tenía programa. Toda mi vida he reivindicado la seriedad de las propuestas, con una visión reformista de cambios bien hechos, y me parece que no está a la altura del desafío no tener un programa reformista. Los programas no se improvisan en días. José Antonio Kast convocó a personas excelentes, pero que no pueden hacer magia. Los programas señalan una mirada de futuro, de prioridad, en una hoja de ruta. Y cuando eso no está, los resultados están a la vista.
-Kast sí fue quien interpretó mejor la demanda por orden, de condena y sanción a la violencia en la que todos tenemos que estar de acuerdo, porque esa es la base de derecho, la base del contrato social y la democracia, pero es claramente insuficiente. No basta para que pueda ser gobierno.
¿Cómo fue su proceso de tomar esa decisión?
Fue un proceso, efectivamente, aunque siempre he manifestado que tengo diferencias sustantivas respecto de lo que propone Kast. Hay que reconocerle que hizo la pega de armar un partido, y esa propuesta de una derecha dura, conservadora, en oposición a lo que él llamó “la derecha cobarde, la derecha light”, es legítima, pero yo no la comparto y creo que desdibuja de manera muy profunda lo que debiera ser la vocación de una centroderecha moderna. La cuestión aquí debiera ser cómo una centroderecha moderna, que aspira a ser gobierno, es capaz de adaptarse y evolucionar para ser la alternativa que ofrezca esa hoja de reformas bien hechas con nuestro ideal de libertad, entendiendo que la sociedad civil tiene un valor fundamental, donde el emprendimiento y el crecimiento son claves.
¿Nunca estuvo tentado porque ganara la derecha o el candidato del oficialismo que terminó siendo Kast?
Es que ahí hay una confusión conceptual. Yo no veo en qué parte esté escrito una suerte de transitividad mágica en la cual, luego de haber participado en un proyecto de Chile Vamos, de haber apoyado lealmente a Sichel, se deba apoyar un candidato que fue opositor al gobierno de Chile Vamos, que tiene un proyecto que es sustancialmente distinto. A mí no me parece que haya una automaticidad en esa decisión.
¿Y cómo fue para usted que su partido decidiera apoyarlo?
En los partidos las decisiones colectivas se toman institucionalmente, y son distintas que las decisiones individuales. Yo siempre soy respetuoso de las reglas, pero hago una separación entre lo que es la decisión institucional, que es una decisión difícil -la prueba está en que no deja conforme a nadie- y la libertad individual que uno tiene como persona. Desde que fundamos Horizontal que el lema era construir una centroderecha moderna: propuestas progresista con ideas de centroderecha, era el leit motiv. Siempre he buscado esa mirada más larga, con rigor, con propuestas, con un reformismo. Y no me puedo traicionar a mí mismo cuando veo que hay una candidatura que en muchos aspectos es lo opuesto de eso, y que sacrifica eso. Soy muy respetuoso de quienes lo apoyaron, no pretendo darle clases de moral a nadie.
¿Y cuán cómodo se siente en este proyecto que describe si en su partido hubo varios que partieron a abrazar a Kast y a apoyarlo explícitamente?
Para nadie es fácil. Y creo que todos los partidos, no solo la centroderecha, sino que también la centroizquierda, están pasando por un momento difícil que tiene que ver con esta elección polarizada que vivimos, pero también con una falta de adaptación a este nuevo ciclo que estamos viviendo. Entonces, lo primero es constatar que los colectivos enfrentan estas tensiones. Pero la pregunta relevante es cómo sales de eso. Yo soy de aquellos que creen que uno tiene que volver a empujar con mucha fuerza los aspectos fundacionales con los cuales se creó Evópoli: un partido liberal, de centroderecha, moderna, democrática, respetuosa de los derechos humanos, que valora la diversidad, no sólo la tolera, sino que la valora y la promueve, porque creemos en la libertad de la construcción de los proyectos de vida. Eso, por un lado, y por el otro, con un fuerte enfoque de justicia social. Eso está en el ADN fundacional de Evópoli, y hoy, más que sacarnos los ojos, o pelearnos, porque esto ya fue, tenemos que ver cómo nos apeamos para volver a empujar con mucha fuerza y con mucha convicción esos principios fundacionales. Y aquí vale la pena discutir respecto del camino propio. Nosotros hemos sido parte de una coalición, fuimos tremendamente leales al gobierno. Pero ahora es el momento de hacer esa pregunta y reconstruir nuestra identidad para mostrar que este es un partido que tiene una ambición de aportar una centroderecha moderna, liberal, abierta y con un profundo sentido de justicia social.
¿Cuánto complica a Evópoli el parentesco de Felipe Kast, uno de los rostros del partido, con José Antonio?
Ya en la primaria presidencial de 2017, en la cual Felipe compitió, este fue un tema. Ello obliga a redoblar esfuerzos para señalar que se trata de dos proyectos radicalmente distintos. Por otra parte, los partidos son instituciones y por tanto deben ir más allá de una persona. Soy un convencido que este es el momento de empujar con más fuerza que nunca los ideales liberales y de justicia social que motivaron el nacimiento de Evópoli. Yo me la voy a jugar por eso ya que es lo que me motivó para ser parte de este colectivo.
¿Va a ser presidente del partido?
No. Yo creo que este es el momento de las mujeres.
La única mujer que suena es Gloria Hutt.
Sería estupendo nombre.
¿Y usted se va dedicar a la academia?
Yo siempre estaba vinculado a lo público y lo que me convoca es trabajar por promover una hoja de ruta que sea reformista en lo social, en lo económico, pero en base a nuestros ideales. Nosotros tenemos que tener una propuesta de evolución que se adapte a las demandas de cambio. Cada vez que ignoremos eso y que corramos a la inmediatez, al mal menor, a votar “en contra de” en lugar de a votar “por” algo, estaremos retrocediendo en la opción de ser gobierno. Yo quiero contribuir a que seamos gobierno y que ojalá en cuatro años más saquemos al Frente Amplio.
¿Y podría volver a ser candidato presidencial?
Creo que hoy es otro el momento. Es momento de reconstruir un ideario, de volver a convencer, de conectarse con el territorio, y yo naturalmente voy a construir desde ahí, y voy a empujar todo lo que pueda para que Evópoli retome esa senda que fue su inspiración original.
Cuando habla de plantear la idea del camino propio, ya esto se enmarca también en toda la reconstrucción de la centroderecha. ¿Cómo ve la configuración de aquí en adelante?
Hay una pregunta bien legítima respecto del futuro de Chile Vamos. Hay que constatar que acaban de darnos una paliza electoral y, dos, que de alguna manera se desdibujó ese proyecto de centroderecha moderna conectada con el futuro y con el cambio. ¿Cómo va a evolucionar la conformación de los distintos bloques? No tengo idea y creo que nadie lo sabe. Va a depender también mucho de lo que haga el gobierno del presidente Boric, del tono, de si acaso esta moderación que mostró al final es genuina. Va a depender, también de si la oposición va a ser una oposición constructiva. Y espero que sí, reconociendo que no será fácil, porque el Frente Amplio fue una oposición que no fue constructiva, fue tremendamente mezquina.
Les van a dar ganas de devolver la mano entonces.
Espero que nos dejemos de una vez por todas. Chile vive un momento crítico, a no olvidarlo. Este tironeo de izquierda/derecha que nos tiene bloqueadas las reformas más importantes. Aquí no se trata de apoyar todo, por supuesto que no, pero hay que apoyar lo bueno, ser propositivo, no ser contra algo y lo malo, por supuesto, oponerse con convicción.
En esta idea de reconfigurar Chile Vamos, ¿qué rol le cabe a Sebastián Sichel? Desbordes dijo que no tenía nada que hacer en la coalición.
Yo creo que hay que tener humildad, hay que dejar de respirar por la herida de la elección. Acá creo que nadie sobra. Lo que necesitamos son ideas, una hoja de ruta, de cambios que sea percibida creíblemente como tal.
Y si nadie sobra, ¿José Antonio Kast tampoco?
Es que José Antonio Kast es otro proyecto, y eso es súper importante. Él representa una derecha dura. Y acá es muy importante entender que para ser gobierno hay que tener una vocación de centroderecha y no de derecha, de ser un proyecto capaz de convocar a los jóvenes, de convocar a las mujeres, capaz de convocar a los independientes y a las personas de centro para que no tengan ningún problema en votar por nosotros. Y el único que ha hecho eso es el Presidente Piñera. Entonces acá no vamos a inventar la receta. Yo creo que acá todo lo que sea ampliar, contribuir, pero tener sobre todo un proyecto es lo fundamental.
Cuando dice que la centroderecha es la que ha sido capaz de ser gobierno, ¿qué le pasó a Sichel, entonces? Dio una sorpresa bien grande en la primaria, pero ¿en qué momento diría que esa candidatura se frustró?
No tengo idea. Soy muy mal analista político, además perdí con él y por harto. Pero volviendo a tu pregunta, yo creo que todas las voces que tengan ánimo de contribuir a esta reflexión, a empujar rigor, seriedad, reformismo profundo, pero serio, son bienvenidas.
Ahora en Evópoli tienen consejo general y entonces la discusión del camino propio se va a abrir.
Va a haber varias, muchas discusiones. Tenemos cuatro años y no hay tiempo que perder, porque el desafío es construir una hoja de ruta de reforma con nuestras ideas, que sea capaz de encantar, de conectar con el territorio y de sacar al Frente Amplio en cuatro años más. Eso es. Pero si uno pretende que manteniendo el statu quo, que es básicamente lo que le proponía el Frente Social Cristiano, va a ganar elecciones, está muy equivocado. Y cada vez que caigamos en esa trampa de simplemente mantener y oponerse a lo que el otro está ofreciendo, le estaremos regalando el gobierno. Entonces acá tenemos cuatro años para construir, pero acá hay que evolucionar, hay que adaptarse a la demanda de cambio. Y no nos equivoquemos, esa demanda de cambios va a seguir por la sencilla razón de que el presidente Gabriel Boric sobrevende expectativas que no va a poder cumplir, y las que sí pueda, será de manera deficiente. No nos perdamos: la demanda de cambio en esta nueva transición es algo que está y la pregunta es cómo nosotros respondemos sin vender la pomada y en base a nuestras ideas.
Puro voluntarismo
¿Cuál es su mayor crítica al programa de Gabriel Boric?
Bueno, la principal fisura que tiene es que es extremadamente maximalista y eso se mezcla con un voluntarismo importante, que va a chocar con las expectativas. Salir a sobreprometer es bastante injusto con las personas que pueden comprar las promesas, a sabiendas que no vas a poder honrarlas. Segundo, Gabriel Boric va heredar una situación económica extremadamente compleja, y sería bastante bueno para Chile que ellos asumieran su buena cuota de responsabilidad en eso. Ellos impulsaron, promovieron y apoyaron los retiros y decían “no, es que aquí está la campaña del terror”. Y estamos viendo las consecuencias en la inflación, en los impactos en el mercado de capitales, donde los créditos para las personas y para las empresas se han resentido, lo hemos visto en materia cambiaria. Es súper bueno decir “nos equivocamos, somos responsable en lo que corresponda de esos resultados”, porque eso es una garantía de que no se volverá a repetir. Creo que lo mismo vale para la serie de proyectos inconstitucionales que ellos promovieron, y ahora que son gobierno, me imagino que se tomarán en cuenta que la iniciativa del Presidente es importante. Y ojalá no sigamos en este camino de error, de saltarse las reglas, de promover medidas populistas olvidándonos de los efectos.
No van a hacer un mea culpa por los retiros.
Sería bueno que lo hicieran, porque daría una señal muy potente de que esto no va a ocurrir de nuevo. Y hay una serie de otros proyectos populista impulsados por el propio Frente Amplio, que uno no puede entender en la lógica de la oposición, pero en algún momento esto tiene que parar. El programa de Gabriel Boric me parece que es malo, pero tuvo la virtud, que es lo que no tuvo el programa de Kast, de interpretar la demanda de cambio. El Frente Social Cristiano regaló esa cancha al no proponer cambios de fondo. Como tú no propones cambios, se lo entregas al otro y el otro lo hace de mala manera. Eso es malo para Chile.
Por otro lado, hay un grupo importante de la derecha que está asustado con el gobierno, que cree que el país se va convertir en Venezuela. ¿Corresponde poner paños fríos ahí también?
El gobierno del presidente Boric tiene que dar señales para poner esos paños fríos. Le ha hecho un gran daño al riesgo país el tema de los retiros. Esa incertidumbre ha sido fatal, por la sencilla razón que el sistema previsional es el pilar fundamental del mercado de capitales, y cada vez que ocurren cosas importantes se generan incertidumbres, se resiente el mercado de capitales y eso tiene efecto inmediato en los inversionistas. La incertidumbre se paga y parte de los desafíos fundamentales que tiene Boric es acotar esa incertidumbre. Si seguimos la lógica de parlamentarismo de facto, de saltarse las reglas constitucionales como lo han hecho, de políticas de pan para hoy y hambre para mañana, obviamente vamos a tener un problema.
En el tema tributario sería positivo que se abandonaran estos sueños maximalistas y de una vez por todas hagamos algo que permite conjugar bien los dos elementos que están en la discusión pública, que es recaudar más e invertir más. Necesitamos un sistema tributario más simple y sobre todo que dé estabilidad a las reglas. No puede ser que con cada gobierno haya una reforma tributaria; eso es killer para los inversionistas. Entonces acá lo que necesitamos es un pacto tributario que fije una gradualidad de tiempo en la recaudación.
Bien difícil hacer todo esto con la Convención encima.
Bueno, la Convención es otro punto en el cual el presidente Boric creo que tiene mucho que decir. El Frente Amplio junto al Partido Socialista son la llave, y en aras de la estabilidad, en aras de la cohesión social de nuestra convivencia, creo que no debe haber dos lecturas que la Constitución que salga no puede ser un programa de gobierno de un sector u otro. Acá tiene que ser una Constitución que nos convoque razonablemente a todos. Y ahí el presidente creo que tiene un rol que jugar. Si la Constitución se pasa de largo, obviamente enfrentaremos incertidumbre.
Cuál diría que en es el desafío inmediato del nuevo gobierno?
Centrar las expectativas, y eso significa priorizar. El programa tiene una cosa que lo recorre -habiendo cosas buenas- que es esta idea de que la mera voluntad basta para hacer los cambios. Pero la firme es que otra cosa es cuando uno se enfrenta al Estado real, con las restricciones reales. A diferencia de esa famosa frase de la expresidenta Bachelet, el presidente Boric y su gobierno deberían entender rápidamente que el realismo siempre es con renuncia y acá lo que se requiere es definir prioridades. Los saltos refundacionales son la mejor receta para el fracaso.
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