Jaime de Aguirre: “La manera en que se conmemora el Golpe de Estado tiene que ir evolucionando”
El nuevo ministro marca posición. Dice que hay que ir más allá de las élites culturales para representar a los ciudadanos de a pie. “Eso no significa que se transforme en el ministerio del reguetón”, aclara. Aquí, Jaime de Aguirre también entra a la disputa generacional que atraviesa al gobierno. “No puedo cambiar mi edad, pero sí puedo aportar en experiencia”.
Era la mañana del 9 de marzo. Jaime de Aguirre estaba en la clínica, en plena convalecencia de una operación, cuando lo llamó el Presidente Gabriel Boric para pedirle que fuera su nuevo ministro de Cultura. Entre la sedación de los calmantes y la sorpresa, pidió dos horas para pensarlo y conversarlo con su mujer. Aceptó y asumió al día siguiente.
Músico, productor, ejecutivo de televisión, De Aguirre, 71 años, ha habitado en el mundo de la cultura desde joven. También en el terreno de la política. En los años 70 militó en el MAPU. Luego seguiría como independiente, aunque siempre anclado en el espacio de la centroizquierda. Ahí están sus amigos más cercanos y su pertenencia identitaria.
El nuevo ministro de la Cultura, las Artes y el Patrimonio es apuntado como el “Rey Midas” de la televisión abierta. Eso le acarrea la admiración de algunos y la crítica de otros, que consideran que no es la persona que mejor encarna la agenda cultural que este gobierno debiera llevar adelante. Un gobierno que en su núcleo original venía con la promesa de remover los cimientos políticos y sociales del país.
Su llegada al ministerio ha generado cuestionamientos en algunos sectores. Fundamentalmente, porque usted proviene de la cultura masiva, de los códigos de la televisión. ¿Cómo recibe esa crítica?
Me imaginé que iba a ser así. No existe un nombramiento que sea unánime. Por lo tanto, uno tiene que tener la calma, la tranquilidad, de enfrentar las críticas y también los reconocimientos. Obviamente, si hubiera sido miembro del Quinteto Hindemith la crítica hubiera sido al revés. Se habría dicho: ¡¿Pero cómo ponen a una persona de la cultura de élite y no se fijan que la cultura es un fenómeno transversal, abierto y popular? Así que, la verdad, no tengo mucho más que decir.
Pero es un ministerio que debiera aglutinar, convocar la diversidad. En ese sentido se lo pregunto…
Este ministerio abarca una cantidad de áreas muy grandes y yo espero profundizarlas más allá de la gestión. Para mí es muy claro que venimos a hacer un servicio público. Queremos que la cultura, nuestra manera de ser como país, la forma de expresarnos, de sentir, de cómo miramos la historia y el futuro, sea lo más transversal posible. Y eso implica tener una mirada muy amplia del fenómeno cultural, más allá de lo que se denomina la cultura de las élites, que también tienen su espacio...
¿Eso quiere decir que el sello de su gestión será abrirse al mundo cultural masivo? ¿Darle más voz a lo popular?
Sí, pero más que darle voz, es darle representación y capacidad para valorar el tema cultural y que podamos dar un paso más seguro hacia el desarrollo, hacia el bienestar. Se trata de tener un país más reflexivo y, finalmente, más feliz. Y ese es un compromiso que tenemos que hacer no sólo con las élites. No solamente con los actores principales de la cultura y el arte, sino que también con las personas de a pie. Pero eso no significa que se transforme en el ministerio del reguetón.
¿Qué significa, entonces?
Significa que el pueblo de Chile tenga una valoración sobre sus expresiones culturales. Y esto no es menor. Es lo que nos permite proyectar el futuro con mayor seguridad.
Hace referencia a la élite cultural. Justamente, de ahí surgen voces que consideran que su experiencia en televisión apuntan a otro tipo de cultura. Digamos que es un choque que ya ha vivido, ¿no?
Sí, efectivamente. Yo soy de los que piensan que la televisión abierta es un fenómeno cultural que influye en la cultura de los países. Eso no se logra cuando te encierras en una cúpula a discutir solamente temas sofisticados. Hay que abrirse al interés de la gente. Ser capaz de armonizar las necesidades materiales que tiene un pueblo con sus necesidades espirituales, su capacidad de reflexionar, de proyectarse. Por lo tanto, hay que abrirse a una cultura lo más masiva posible. A eso debiera contribuir este ministerio: a valorar todas las expresiones culturales. Y a mi juicio, este ministerio ha estado orientado hacia allá.
Sin embargo, hay una evaluación negativa de lo que se hizo en este primer año de gobierno. Este ministerio brilló poco.
Puede ser, pero yo no lo valoro así. Tengo un enorme aprecio personal y valoración profesional por lo que hizo la ministra anterior (Julieta Brodsky). Pero no es un tema al que me quiera referir, porque no pretendo hacer un juicio crítico de la etapa anterior.
¿Diría que a la cultura le falta gestión?
Siempre. La cultura es dinámica, está viva. Se mueve con la sociedad. A veces, va un poquito más adelante, porque están los artistas que van a la vanguardia. Otras veces se queda un poquito más atrás, cuando nos ponemos conservadores. Por lo tanto, la tarea cultural es permanente.
La grieta
La discusión generacional atraviesa al gobierno. En el ámbito cultural se nota más. Usted es parte del espacio político-cultural de la Concertación. ¿Podrá empalmar los intereses de estas dos generaciones en el ámbito de las políticas culturales?
Yo estoy aquí por decisión del Presidente de la República y resulta que él representa a la nueva generación. Imagino que al tomar la decisión de nombrarme es porque habrá visto algunas capacidades en este humilde servidor. Me refiero a poder contribuir con este proceso de renovación, de traspaso de una generación a otra. Yo no puedo cambiar mi edad, pero sí puedo aportar en experiencia.
¿Y cómo podría aportar para generar un encuentro entre generaciones tan distintas?
Trabajando como lo estamos haciendo. Cada uno con sus puntos de vista y aportando con su propia experiencia. Más que un empalme, más que pensar en quién reemplaza al otro, creo que se trata de unir las miradas. Para mí no es nuevo esto de trabajar con gente muy joven. Siempre lo hice cuando estuve en la televisión y en la música.
En general, los procesos son colectivos.
A veces hay procesos culturales que quedan anclados. A usted le va a tocar coordinar, darle forma a la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado. ¿Difícil abordar desde aquí un tema que está enquistado en la política?
Esa es una tarea de todo el gobierno. Probablemente, nosotros tengamos que contribuir de mayor manera en el tema de la coordinación, pero aquí participan todos los ministerios. Y si recayó en Cultura, probablemente sea porque se consideró que esto es una conmemoración cultural también. Y al menos yo lo considero así: que está dentro de los ámbitos de la cultura.
¿Pero la excede?
El Golpe militar es uno de los acontecimientos más profundos y dolorosos que nos ha ocurrido. Y eso, indudablemente, es un tema cultural. Este país nunca más va a ser igual al Chile que era antes del Golpe. Son cicatrices que nos enseñan, que todavía nos duelen, y con razón. No fue menor lo que vivimos. Por lo tanto, no es una fecha cualquiera. Atraviesa a todo el país y tiene impacto económico, social, político, cultural. Yo me imagino que por eso está radicado en un ministerio tan transversal como el nuestro.
¿Es desde la cultura que se cierra esa grieta en la sociedad?
Sin duda que hay grietas que no se cierran fácil. Hay historias familiares, personales que aún tienen muy vivo ese dolor.
A ratos pareciera que quedó atrás la llamada reconciliación cívico-militar de los años 90. El clima político de hoy está bastante polarizado. ¿De qué manera se podrían canalizar miradas tan antagónicas?
Hay que tener cuidado con la mirada tan obsecuente que a veces se hace sobre el período de la Concertación. Fue un tiempo súper tenso, con momentos políticos realmente muy difíciles. ¿Qué le quiero decir con esto? Que este tema siempre nos ha tensionado como país. Se rodea de quién tuvo la culpa, de qué se hizo, de por qué se hizo. Es un proceso muy doloroso. Las heridas no se curan fácil, si es que se curan. No sé, habría que preguntar en Sudáfrica si el tema del Apartheid está completamente superado, o en Alemania...
Entonces, ¿hay que partir de la base de que la herida está abierta?
Menos abierta de lo que estuvo. Hay generaciones que no lo vivieron. Hay un 73% de los chilenos y chilenas que no había nacido para el Golpe de Estado o que eran muy chiquititos. Digo esto porque la manera en que se conmemora tiene que ir evolucionando. Por eso nosotros estamos actuando sobre tres ejes: memoria, democracia y futuro. Yo aspiro a que como gobierno hagamos una contribución para dar un paso adelante. ¿O vamos a hacer lo mismo que hicimos para los 20, 30 o 40 años del Golpe? Creo que tenemos que hacer una contribución distinta.
Volverán las disputas entre la izquierda y la derecha sobre las responsabilidades del Golpe y los duros años de la dictadura. ¿Es realista pensar que el debate será sobre el futuro?
Es que la discusión sobre quién tuvo la culpa, cuándo comenzó, va a ser infinita. Piensa tú que todavía no se resuelven las distintas visiones que hay entre o’higginistas y carreristas. ¿Y se va a resolver esto? Es imposible. Son temas que los países que maduran, que progresan y que se vuelven más reflexivos son capaces de ir administrando hacia el futuro de una manera cada vez más serena.
¿Asumiendo que estamos lejos de llegar a una historia oficial?
Las historias nunca son oficiales. La historia se acerca, se aleja, tiene distintas explicaciones... Lo que nosotros queremos es iluminar un camino durante el año en que se conmemora el hecho más doloroso que ha vivido este país en el ámbito político y social.
¿Y cómo se aparece su propia historia en este recorrido de los 50 años?
Nunca he dejado mi historia de lado. Ni cuando estuve en la televisión ni cuando hice música. Tampoco ahora. Mi papá estuvo unos días en la isla Quiriquina (que fue un campo de detención en la dictadura). Tengo una hermana que fue exiliada. Son recuerdos que tengo muy presentes. Pero eso no impide hacer una contribución para que este país sea capaz de conmemorar y de proyectarse de una manera más madura.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.