Los viudos de la fiebre chilena del pádel
¿Por qué alguien, que nunca ha jugado el deporte, se arriesgaría a invertir $ 60 millones en construir canchas de pádel? La respuesta, dicen conocedores del negocio, está en la fiebre desmedida por esta actividad, que duró dos años, pero que hoy experimenta una resaca. Según cifras de la federación, se han cerrado cerca de 100 canchas en el país.
Fabián Moya (32) no sabía qué hacer con su plata. Quería invertir en algo para aumentar su capital, pero no sabía en qué. Hasta que descubrió el pádel.
Moya cuenta que estudió estructuras metálicas en el colegio y luego preparación física en el instituto La Araucana. Cuando terminó su carrera, se interesó en el fisicoculturismo y empezó a desarrollar su musculatura en el gimnasio. Luego se metió a una agencia de modelaje. Tenía 21 años. Empezó a modelar en matinales de televisión y llegó a ser el nominado chileno para Míster Mundo.
El problema es que en 2020, con la pandemia, tuvo que reinventarse: en Canal 13 le cancelaron unos contratos y debió buscar ingresos. Así, llegó al corretaje de propiedades, ayudándose de los contactos que consiguió en el mundo del modelaje.
Moya cuenta que mientras atendía un negocio de empanadas que puso con su polola, se le acercó un cercano que necesitaba de su ayuda para vender un terreno de 32 hectáreas en Lonquén. Él logró la venta.
-Me gané $ 170 millones de comisión. Entonces me compré una casa, una camioneta, caballos, pero quería seguir invirtiendo en algo rentable.
En ese tiempo, Moya comenzó a frecuentar el club de campo de su amigo Jorge Vargas, empresario de la zona. Lo conocía de la infancia. Es un club en Lonquén, cerca de su casa, llamado Ana Chena. El mayor atractivo del lugar eran las 11 canchas de tenis, que frecuentemente se arrendaban. También tenía una piscina y un gimnasio.
En febrero de 2023, mientras levantaba pesas ahí, se le acercó su amigo.
-Me preguntó si sabía lo que era el pádel. Yo lo había visto a lo lejos, veía que lo jugaban. Pero no tenía idea del negocio.
El pádel es un deporte que se juega con una paleta llamada pala, que requiere a cuatro personas que compiten en una cancha rodeada de muros y dividida por una red, donde la pelota puede rebotar. Esto lo hacía atractivo y novedoso.
![Pádel](https://www.latercera.com/resizer/v2/I6UDXNQ62JFLVIHQ3PCPDFDVY4.jpg?quality=80&smart=true&auth=c791961fe6366e11c64de328bb11774431be654639e60aeec9019390f081ed8f&width=790&height=527)
-Me dijo ¿por qué no invertimos en canchas de pádel, si estaba siendo el boom? Me dijo que nos íbamos a forrar, que él manejaba el tema. Le dije que podía invertir y que podía hacer las canchas.
Hicieron el trato: el dueño del club ponía el terreno y la administración, y Moya tenía que costear la instalación de las canchas. Se iban a repartir las ganancias a la mitad.
Para Moya, su inversión era lógica: era imposible que poner canchas de pádel en un club de tenis no fuera un buen negocio. Ana Chena, dice Moya, tiene 11 canchas que están constantemente ocupadas. Además, el lugar contaba con cafetería e instalaciones.
-Era lógico que se iban a llenar.
Moya ofreció poner dos canchas: en vez de importarlas, las construyó él mismo con la ayuda de maestros. No escatimó en gastos, ya que consideraba que tenía que poner una buena infraestructura para el nivel de clientes que iba a Ana Chena.
En mayo de 2023 dio el vamos definitivo. En total, invirtió 62 millones de pesos para poner las dos canchas. Eso consideraba un radier de cemento grueso, de 12 centímetros de espesor, los paneles de vidrio y la mano de obra.
Cuando Moya ajustó su proyección de ganancias, el escenario era el mejor de todos.
-Calculamos que, arrendando las canchas a 27 mil pesos la hora en horario punta, y 12 mil pesos en la tarde, de lunes a sábado, íbamos a ganar tres millones mensuales por las dos canchas. Es decir, un millón y medio para cada uno. Proyecté que la plata la iba a recuperar en dos años.
Eso sí, Moya asume algo: nunca hizo un estudio de mercado. Solo le preguntó a un par de amigos que jugaban pádel cómo estaba el negocio.
-Es que yo veía que las canchas eran un boom y dejaban harta ganancia: me daba cuenta que estaban arrendadas varias horas al día y que la hora no era barata.
Moya agrega algo más.
-La verdad es que yo no conocía el negocio del pádel. Yo había visto que jugaban harto. Pero yo nunca en mi vida había jugado pádel.
La locura
El pádel en Chile comenzó como un deporte de élite traído de Argentina en los 80. Así lo retrata Fabián Parolin, presidente hace ocho años de la Federación Nacional de Pádel de Chile.
-Antes del 2019, había entre 300 y 400 canchas. Y era una actividad muy exclusiva. Se parecía a lo que pasaba con el golf o el tenis. Solo había canchas en los sectores más exclusivos de Chile. Una hora de juego podía costar 36 mil pesos.
![Fabián Parolin](https://www.latercera.com/resizer/v2/HYO4EGBZGBBMPJNDE5SWVLTUAY.jpg?quality=80&smart=true&auth=dc871f26fdbd7cc766ae24d40b672b5eada1a4d83d55ec125c02393761e41a4e&width=790&height=573)
Pero la pandemia, dice Parolin, lo cambió todo.
-Junto con el tenis, se permitió jugar pádel durante la pandemia, porque no tiene contacto físico. Entonces, la gente que estaba encerrada y necesitaba salir, fue conociendo a través de amigos, por el boca a boca, que se pasaba bien jugándolo.
Pero hay otro aspecto del pádel que fue clave para hacerlo masivo, dice Parolin.
-El tenis, a diferencia del pádel, es excesivamente técnico. Es como ir a jugar golf: cuando vas a jugar, lo pasas mal. En esos deportes, si no tomas clases, tiras la pelota a cualquier lado. El pádel es como jugar paletas de playa. Lo único que necesitas para pasarlo bien es traspasar la pelota al otro lado de la red.
En ese momento, los clubes de pádel gozaban de un 100% de ocupación, dice. Fueron dos años con números azules. El pádel estaba en su mejor momento.
Pero, al mismo tiempo, el mercado permitió otra cosa, dice Parolin.
-Con la crisis inmobiliaria, muchos dueños de terrenos que querían vender esos lotes a algún proyecto, vieron que era más fácil arrendar esos terrenos a bajo costo a alguien que quería poner un club de pádel para pagar, al menos, sus contribuciones.
Otra cosa que dice Parolin: ya que las canchas de pádel son un activo que se puede vender y sus paneles se pueden trasladar sin perder la inversión por completo, se hizo muy atractivo.
-Además- señala Parolin- es barato poner un club con dos canchas. Eso te puede salir unos 50 millones de pesos.
Con todos esos factores, el boom fue gigantesco. Así lo grafica Daniela Baytelman, cofundadora de EasyCancha, la plataforma más grande para arriendos de canchas de fútbol, tenis y pádel en Chile.
-Antes del boom teníamos unos 15 clubes registrados. Es muy poquito. Pero el 2022 ya teníamos 148. El 2023, 198. El 2024, 259. Y a 2025, tenemos 480 clubes de pádel en Chile.
Pero esta oferta, dice Parolin, no hace sentido.
-En comparación a países donde se juega mucho pádel, como España y Argentina, tenemos zonas como Chicureo, La Dehesa y Lo Barnechea donde hay demasiados clubes y canchas en comparación con los habitantes.
![padel](https://www.latercera.com/resizer/v2/JJW64SN2A5HMVJ35GIDJYYDUHQ.png?quality=80&smart=true&auth=394b25c744a24ba472e046535dc6d118c0a06c4e805e5afd6277c89929cddad6&width=790&height=497)
Las canchas se multiplicaron por todo el país.
-El primer sector donde se expandió fue en Santiago oriente -grafica Baytelman-. Luego, saltó a Chicureo a principios del 2022. Y a fines de ese año, ya estaban llegando a Maipú. Hemos visto que hay canchas en muchas ciudades del país. Incluso hay una en Rapa Nui.
Eso es precisamente lo que hizo Moya. Pero pronto se dio cuenta de que el negocio no iba como esperaba. Lo veía cuando iba a jugar con su pareja y amigos en el horario más caro de sus canchas y no había nadie.
Lo otro que le sorprendió: el primer mes generó solo 50 mil pesos. El segundo, 100 mil pesos.
-Lo que pasa es que yo no me moví mucho, porque mi amigo me dijo que iba a manejar las redes sociales. Y la gente no picaba.
Jorge Vargas, dueño del club Anachena, dice algo opuesto.
-Los primeros meses nos fue mal, porque cuando uno parte un negocio, parte de a poquito. Y cuando como que iba a agarrar vuelo, se mantuvo ahí. No me acuerdo mucho de cuánto generaban, pero era más de 1 millón.
La empresa GPS Property realizó una radiografía de los centros de pádel en la RM en 2024. Allí, se muestra cómo el pádel hoy está en comunas como San Bernardo (19 canchas), Pirque (13 canchas), Buin (nueve canchas) o Macul (siete canchas).
La fiebre fue tanta, dice Baytelman, que clubes que antes tenían canchas de futbolito las cerraron para poner canchas de pádel. Otra cosa que vio: durante un período de tiempo abrieron tres clubes por semana en Chicureo.
Eso fue lo mismo que percibió con sus propios ojos Moya. Un cercano le dijo a los tres meses que otro club muy cerca al de él, más grande y mejor ubicado, había invertido en pádel.
-Fui a sapear y vi que estaban haciendo cinco canchas. Dos de ellas, techadas. Cuando vi eso, dije aquí jodimos. Se va a venir la gente para acá.
Luego, a menos de un kilómetro de Ana Chena, se puso otro club con cuatro canchas más.
Allí, Moya se dio cuenta de algo: la demanda por el pádel era mucho menor que la oferta en su zona. Por eso, debió incurrir en estrategias más agresivas. Empezó a repartir volantes él mismo y a poner carteles afuera de la carretera.
Con el tiempo, Moya se fue dando cuenta de otros imprevistos: las redes sociales de su amigo, enfocadas en el tenis, no atraían jugadores de pádel. Intentó otras estrategias para atraer más jugadores, pero se encontró con prejuicios.
-Es que los hombres son machistas. Decían que el pádel era un deporte para gays -dice-. Yo ofertaba mis canchas en redes sociales y me decían: oye, ¿y ahí también hacen esmaltados de uñas? Todas esas cosas para lesear y tirar para abajo la publicación. Por eso, la gente ya no se molestaba en ir.
El punto de no retorno, dice, fue cuando tuvo que empezar a rematar la hora: tuvo que cobrar 10 mil pesos por dos horas de juego.
-Gastaba más en bencina para ir a ver las canchas que la plata que me daba. Pasaban solas, deteriorándose. No vi interés de mi socio.
Allí tomó una decisión dolorosa.
-Mejor las vendo y me saco ese problema.
El declive
En octubre del 2023, Moya les sacó fotos a sus canchas y las publicó en la plataforma Yapo. Le hablaron 10 personas. Se demoró dos meses en venderlas. Llegaron dos socios interesados y las compraron.
-Las puse en 40 millones de pesos las dos. Lo hice porque quería venderlas rápido. Además, en China bajaron el precio, y dos canchas quedaban a ese mismo precio. Por eso, supe que no me iban a dar más.
Así, Moya asumió su pérdida: 22 millones de pesos.
Las personas que le compraron las canchas a Moya y que las arrendaron durante este año fueron contactadas para este reportaje, pero no quisieron hacer comentarios.
Moya no fue el único damnificado por el boom del pádel. Esto se puede observar a simple vista en un recorrido por las comunas que tienen más canchas en el país: Colina y Maipú.
En el caso de Chicureo, a lo largo de su avenida principal se cuentan a simple vista unos ocho clubes.
Pero en un recorrido por ellos durante un día de semana en temporada de vacaciones, la ocupación de sus canchas de pádel es casi nula.
Es más: se pueden encontrar clubes totalmente abandonados a su suerte. Es el caso de uno ubicado en avenida El Valle. Nadie atiende, las canchas lucen sucias y el mobiliario está destruido.
![padel chicureo](https://www.latercera.com/resizer/v2/QKW5LFDZYZFAHFMU6ND6YT2F3Q.jpg?quality=80&smart=true&auth=dce176808ebf8c7fb3076c45a42d365d52695385f529864b9d31ac58ca76ece6&width=790&height=593)
Según Parolin, estamos experimentando el peak de cierre de clubes.
-Entre noviembre del año pasado y este enero es el periodo de tiempo en el que mayor cantidad de clubes sabemos que han cerrado -dice-. Ahora van casi 100 clubes cerrados en el país, según lo que nos dicen los mismos clubes.
Los datos que entrega GPS muestran algo más: la caída de los precios a nivel general. Si al principio del boom arrendar una cancha costaba $ 36 mil, hoy, en el horario más caro, en Colina se puede jugar pádel por $ 24 mil. En Maipú, el sector donde Moya puso su cancha, el precio del arriendo está en $ 21 mil, lejos de sus proyecciones iniciales.
Para Claudio Pizarro, profesor adjunto en Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, el pádel tuvo un momento de moda tal como el caso de los gatos angora en los 90, o comer kiwi en los 2000. Y, junto con estimar que se está llegando a un momento en que la demanda está equilibrándose con la oferta, dice algo más.
-El gran error es pensar que por poner un club y esperar te vas a llenar de plata. Hoy, la competencia al anunciarse en internet, como en EasyCanchas, es tan dura, que tu competidor está a un ícono de distancia. Por eso, tienes que tener gente que sabe del tema.
Fanny Espinoza es directora de Sporting Brands, uno de los más grandes importadores de artículos de tenis y pádel en Chile. Además, la empresa es sponsor de la Federación Nacional de Pádel. Ella entrega una idea sobre las tiendas que importaron artículos en plena moda del pádel.
-Tienen un sobrestock tremendo. Es algo que aqueja a todos los importadores. Se tuvo mucha más proyección y expectativa de lo que realmente fue el pádel.
Ian Rodo, administrador de Chicureo Pádel, dice que hay una razón por la cual hay clubes que no parecen morir, a pesar de que no les está yendo bien. Dice que es común que cambien de manos constantemente.
-Es que hay varias formas de solucionar la baja ocupación de un club. Una de ellas es subarrendar para que otra persona se haga cargo e invierta en él para atraer más clientes.
Eso sí, hay visiones contrapuestas. Para Baytelman, por ejemplo, decir que el pádel murió es una aseveración injusta.
-Es un mercado que llegó a una etapa madura. Es solo eso. Las cifras que tenemos dicen que las reservas solo bajaron un 5% entre el 2023 y el 2024. Por ende, no hubo una contracción de la demanda: hubo una expansión de la oferta. Por ende, las reservas se distribuyen entre más clubes, y los que tienen menos espalda económica no aguantaron. Es un ajuste natural.
Baytelman dice algo más: el pádel llegó para quedarse.
-Yo no veo algo tan preocupante. A la gente le gustó el pádel y lo sigue jugando, tal como juega fútbol. Además, antes de esto, no había clubes en Maipú o Macul. Y van a seguir habiendo. Se democratizó el deporte.
Baytelman entrega datos para sustentar esto: desde el 2020 a la fecha, en su plataforma han tenido 3,4 millones de reservas de pádel, 3,8 millones de tenis y 5,7 millones entre fútbol y futbolito.
Mientras Parolin añade que los clubes antiguos no están pasando por penurias económicas, ya que muchos de ellos hicieron su inversión inicial hace mucho tiempo, Espinoza asegura que, de ahora en adelante, las canchas que sobrevivirán son aquellas que entreguen algo distinto. Porque dice que quienes entraron al negocio no entendieron algo: que el pádel es una comunidad.
-Hoy, empezó la etapa en la industria donde los clubes necesariamente tienen que entregarte un buen servicio. Esos clubes con dos canchas, un estacionamiento chico y un contenedor con una oficina y baños se acabó. Los que se mantienen son los que entregan un valor agregado: una cafetería o un foodtruck para un tercer tiempo, o un restorán rico.
Moya aprendió esa lección.
-Para tener canchas de pádel tienes que ser una persona que entiende el negocio. Porque para que te vaya bien, tienes que hacer comunidades. Pero si no te mueves, no haces promociones y no estás en la comunidad, es difícil que te vean.
Moya no fue nunca más al club Ana Chena. Se bajoneaba al pensar en la plata que perdió. Antes de cerrar, dice otra cosa.
-Desde que las vendí, no jugué nunca más. Y mis amigos ya no juegan conmigo. Porque cuando jugábamos, jugábamos gratis. Cuando les dices que hay que pagar, son más apretados.
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