Poder Bianchi: El padre, el hijo y los votos del sur

El senador Carlos Bianchi.

Carlos Bianchi ha liderado un proyecto regionalista que ni siquiera los límites de la reelección han logrado derrotar. Y su influencia no decae. Su abogado fue electo en la Convención y, ahora, su hijo mayor lo reemplazará en el Senado.


Un día, el empresario Carlos Bianchi Chelech tomó una decisión.

—Quería dejar de hablar de política solamente en los cafés y tener alguna actividad pública. Así que postulé a concejal.

Era el año 2000. Hasta entonces, Bianchi, un administrador público magallánico de 40 años, había incursionado en varios rubros en Punta Arenas. Estuvo en el mercado de las lanas, insumos de computación y cafeterías, pero el que más notoriedad le había dado era el de los medios de comunicación, donde, por ejemplo, dirigió la Radio Magallanes y fundó la Radio Soberanía. Gracias a esos cargos, Bianchi condujo programas que amplificaban el alcance de su voz y el conocimiento de su nombre. Su primer apoyo fue el concejal democratacristiano Juan Morano.

—Tomé la decisión de ir dentro de la DC, pero sin siquiera entrar a la sede. Ni siquiera sabía dónde quedaba— recuerda Bianchi, a quien le gustaba decir que su origen no estaba en una casta política o que descendió de un linaje estanciero.

Su padre, Antonio Bianchi, trabajó en distintas áreas del servicio público y estuvo preso en Isla Dawson. Su abuelo, agrega, fue obrero. Pero también hay una rama política en la familia. Nelda Panicucci Bianchi, su tía, fue dos veces alcaldesa de Punta Arenas por el Partido Socialista e intendenta de la región.

—Eso lo conectó con las familias de raigambre socialista de acá y a tener cierta influencia en ese electorado. Sobre todo en áreas populares, como la población 18 de Septiembre, que es como un tercio de Punta Arenas, donde la principal fuerza política era el PS— explica el doctor en Ciencias de la Educación y académico de la Universidad de Magallanes, Walter Molina. Y marca otro rasgo de Bianchi: que era un hombre de radio y, en su ciudad, las campañas políticas se hacen sobre el eje de la difusión radial.

El giro político de Carlos Bianchi encontró eco en parte de su hogar. Su hija menor, Carla, nunca quiso participar de ese mundo. Pero Karim, el mayor, que entonces era un adolescente de 17 años del colegio particular Charles Darwin, sí quería entrar:

—Yo fui de los que empujaron a mi padre a ser candidato —recuerda Bianchi Retamales.

Con 1.535 votos, Carlos Bianchi salió electo concejal. Su trabajo municipal tuvo un foco asistencial: todas las mañanas, dice, iba a su oficina a atender gente. La repetición de esa rutina le abrió el apetito a Bianchi:

—Tomé la decisión, a los pocos meses, de ser candidato a alcalde en las elecciones siguientes.

Esa aspiración lo enfrentó cuatro años más tarde, ahora como candidato independiente, al hombre que lo había apoyado a entrar en política: Juan Morano. Bianchi dice que ganó, pero que lo hicieron perder.

Aunque la verdad electoral es que perdió por 1.300 votos. Ese resultado no sólo significó un freno a sus ambiciones y perder tres negocios para financiar la campaña. También fue el quiebre con el mundo partidista.

—Todos los partidos políticos han sido siempre mis adversarios: tanto de derecha como de izquierda. Yo no tenía ningún vínculo con la DC. Vieron que yo crecía y eso les debe haber molestado— sostiene Bianchi.

Para la campaña parlamentaria del año siguiente, Carlos Banchi encontró un socio improbable: el empresario estanciero Miodrag Marinovic. El plan era que ese 2005 Marinovic fuera electo diputado y Bianchi senador por Magallanes. Pero sólo resultó parcialmente. Marinovic quedó tercero y perdió, pero Bianchi rompió el binominal con 18.275 votos y fue el primer senador electo fuera de pacto.

—Su discurso antipartido rindió. Los electores estaban enojados con la DC, con el PS. Sentían que todos los grandes proyectos de la región venían en beneficio de las empresas, que eran subsidiadas por el Estado, y no a ayudar a las familias que, por ejemplo, reclamaban por un sueldo mínimo diferenciado para Magallanes, por el costo de la vida. Ese malestar fue lo que capitalizó Bianchi, que ofrecía independencia y una narrativa regionalista —analiza el académico Walter Molina.

En la Cámara Alta, Carlos Bianchi se convirtió en un jugador que podía ser decisivo. Podía estar aliado con la bancada RN -fue parte de ese comité en un principio-, pero también se allanó a votar a favor del proyecto que buscaba inyectarle 290 millones de dólares al Transantiago. O, por el contrario, darle el tiro de gracia a Yasna Provoste, votando a favor de su acusación constitucional en abril de 2008, cuando fue destituida como ministra de Educación. Esa vez en el hemiciclo dijo: “Quiero que quede claro que no estoy para salvar al gobierno ni a la oposición”.

Ese rol le ganó críticos. Sobre todo en la DC:

—Bianchi podía estar con la derecha o con la izquierda. Eso instaló que negociaba con el mejor postor —dice una fuente parlamentaria de ese partido.

Él, por supuesto, discrepa:

—Jamás ha habido un mejor postor en mi caso. A lo mejor quienes critican mi postura se han sometido a un postor. Yo voto de acuerdo al mérito de un proyecto. Eso los partidos no lo van a entender.

La influencia del senador independiente sólo siguió creciendo. En 2008, Punta Arenas eligió a su candidato, Vladimiro Mimica, como alcalde. Dos años después, su socio Marinovic se unía a él en la Cámara Baja. El poder de Bianchi era incuestionable: tres de los cinco cargos de elección popular de Punta Arenas tenían su ADN.

En esos años, sobre todo después de la destitución de Provoste, Bianchi desarrolló una alianza con la derecha. Ello le permitió ser ungido vicepresidente del Senado, entre 2009 y 2010, gracias a una mayoría que se sustentaba por la suma de los senadores de Chile Vamos, además del ex DC Adolfo Zaldívar y del ex PPD Fernando Flores.

Un perro mordido

El tridente regionalista de Magallanes se rompió pronto. Vladimiro Mimica optó por Frei en la definición presidencial de 2009 y, en agosto de 2013, Miodrag Marinovic denunció a Bianchi en la fiscalía. Aseguraba que su socio político pagaba sobreprecio por el arriendo de la oficina distrital: un inmueble que pertenecía a la suegra del senador. El momento de la acusación también era curioso. Porque Marinovic, apoyado por la UDI, pretendía competirle a Bianchi en la Cámara Alta.

Ese 2013 no había sido tranquilo para Bianchi. Cinco meses antes, en abril, su voto decidió la acusación constitucional de Harald Beyer, que significó su destitución. Y a finales de año rompió por segunda vez el binominal, asegurando su reelección como senador independiente por Magallanes. Marinovic sacó 4.633 menos que él, terminó tercero y quedó fuera del Congreso. Eso no fue lo único especial para Bianchi.

Su hijo mayor, Karim, un ingeniero comercial de 30 años entonces, peleó por un cupo como diputado independiente y le fue mal. La lectura que podía hacerse era que, ahora con el voto voluntario, tal vez el senador Bianchi había perdido influencia electoral. Karim Bianchi Retamales tiene otra mirada:

—No creo que los votos se endosen ni traspasen. Siempre hice mi campaña en paralelo. Nunca me he colgado de la imagen de mi padre. Ni siquiera nos sacamos fotos juntos.

Quizás para institucionalizar lo que había cosechado, Bianchi Chelech se asoció con su par Antonio Horvath para fundar el partido Democracia Regional Patagónica en diciembre de 2013.

Solo que pronto vendría el gran golpe. Luego de que la denuncia interpuesta por Marinovic avanzara, Bianchi fue formalizado el 10 de marzo de 2015 por fraude al Fisco y negociación incompatible y desaforado en junio. Eso significaba estar fuera del Congreso seis meses, hasta el juicio.

—Me sentía como un perro mordido —recuerda Bianchi.

Su defensor ahí fue Mauricio Daza, abogado santiaguino y yerno de Horvath.

El Tribunal Oral en lo Penal de Punta Arenas lo absolvió el 7 de diciembre de 2015, en un fallo dividido. A la salida de la audiencia, Bianchi dijo: “Esto no se lo merece nadie. Ha habido un odio, ha habido un nivel de daño enorme y lo he aguantado como un hombre”.

El rebote del apellido Bianchi fue grande. Incluso después de que el senador se alejara del propio partido que había fundado y que luego desaparecería. En las parlamentarias de 2017 Karim Bianchi fue electo diputado por la región. Compitió como independiente, pero en cupo del Partido Radical, gracias a las intermediación del senador Alejandro Guillier, entonces carta presidencial y compañero de Bianchi en el comité independiente.

La amistad de Bianchi con Guillier, que hasta hoy perdura, sobreviviendo incluso al quiebre del expresidenciable con los radicales, le permitió al magallánico forjar una nueva alianza con las fuerzas de la ex Concertación. Así, Bianchi obtuvo su gran desagravio, luego de su desafuero: el 11 de marzo de 2018, asumió nuevamente como vicepresidente del Senado, gracias a un acuerdo con senadores del PS, DC, del PPD e independientes.

Por su parte, en 2017, Karim Bianchi ya tenía un nivel de conocimiento mayor. “Trabajaba en un medio de comunicación, dirigía uno en Natales”, dice.

Ni de derecha ni de izquierda, antipartido, empresario, voz radial. La trayectoria de Karim Bianchi podía parecerse demasiado a la de su padre. Eso, dice, podía ser un problema:

—El tema familiar, más que ayudar, me castigaba. Me obligaba a mostrar algo diferente, a sobreponerme al apellido.

Aunque frente al Parlamento tenía una postura muy similar a la de su padre.

—No tengo socios ahí. Siempre entendí que no era un lugar para hacer sociedad ni amistades. Tampoco tenía relación con parlamentarios de la región, como Carolina Goic o Gabriel Boric.

De hecho, en su entorno dicen que el plan del nuevo senador es mantenerse al margen de la segunda vuelta presidencial y marcar su autonomía en los debates que se den en el Senado, independiente de quién gane la carrera a La Moneda.

Sin embargo, un problema para Karim Bianchi podría ser la posibilidad de que la derecha y los partidos de la ex Concertación logren hacer un pacto de gobernabilidad en el Senado aislando a descolgados, independientes o díscolos.

El nuevo tridente

El Chile posestallido le trajo nuevas posibilidades de influencia a Carlos Bianchi. Sobre todo porque la Convención Constitucional le permitía probar nuevamente su músculo electoral y, de ganar, tener a alguien de su bando en un nuevo centro de poder. Mauricio Daza, el abogado que antes lo había representado, fue el elegido. Y eso no cayó bien entre algunos en Punta Arenas.

—Él traicionó ese regionalismo de promover a gente nacida y criada aquí. Trajo a Daza desde Providencia, rompiendo el código magallánico. Básicamente, instaló sus intereses en la Convención —cree el académico Walter Molina.

Una fuente local de la DC refuerza la idea. Dice que es muy duro para la convicción identitaria de los magallánicos que se elija a un santiaguino.

Sin embargo, los resultados electorales dijeron otra cosa.

—El que haya sido elegido como constituyente con una primera mayoría regional contundente, a mucha distancia de los demás candidatos electos, se debe a un conjunto de factores: todos los cuales explican en su conjunto el resultado, sin que se pueda aislar alguno. En ese contexto no cabe duda que el haberle planteado a la región que junto a Carlos y Karim Bianchi tenemos un proyecto para impulsar una agenda de mayor autonomía regional y equidad territorial fue clave —explica el ahora convencional Mauricio Daza.

Carlos Bianchi enfatiza esto último:

—Nosotros lo presentamos como alguien que ha trabajado conmigo, que conocía la región.

No fue la única pelea que le tocó dar el año pasado. En mayo se aprobó en el Senado un proyecto de ley que restringía las reelecciones de los parlamentarios, con carácter retroactivo. El límite de los senadores era de dos períodos. Esa indicación afectaba directamente a Bianchi Chelech, que decía estar a favor de la idea de la “oxigenación de la política”, pero en contra de ese segmento. Si se aprobaba, no podría repostular al Senado.

“Hay cosas que necesitan de un aprendizaje y, por lo tanto, la Cámara ha demostrado que esa gran renovación ha sido negativa más que positiva. Hemos visto penosos espectáculos y penosas técnicas legislativas. Así que yo creo que en esto hay ambiciones muy personales que han obligado a que este proyecto se discuta ahora”, dijo el 2020 en la radio Universidad de Chile.

Hoy Bianchi dice que, a pesar de encontrarlo un mal proyecto, que tenía un juicio intencionado de sacar a personas del Senado, votó a favor. Pero había un giro. En vez de dejar el Congreso después de 16 años, en 2021 competiría para ser diputado.

—Me postulé porque había trabajo por hacer —dice Carlos Bianchi.

El plan no terminaba ahí. La idea era que Karim, que había adherido a la narrativa de los retiros de los fondos de pensiones y rentas vitalicias, llegara al Senado: al mismo puesto que dejaba su padre. Bianchi Retamales dice que lo consiguió con algo que describe como una anticampaña:

—Casi no estuve en medios tradicionales. No hice frases radiales. No hicimos promesas de nada, ni coloqué palomas. Para mí esta no era una elección, sino que una evaluación. Hice mucho online. Decía si usted cree en tales cosas, no vote por mí.

El discurso fue el mismo: independencia, antipartidos, regionalismo. El resultado también. Ambos ganaron el domingo pasado: el padre con 26.297 votos y el hijo con 31.164, dejando fuera a la centroizquierda.

—Si hubiésemos puesto a cualquier candidato competitivo DC, PRSD, PPD o PS, le podríamos haber hecho competencia, dice una parlamentaria DC.

—Que no hayan puesto a nadie de renombre, también es mérito de nosotros —sostiene Karim Bianchi—. Hubo gente a la que invitaron, que no quiso competir acá.

Después de 11 años, el bianchismo volvía a tener a tres representantes electos. Y ahora, a través de una suerte de enroque electoral y familiar.

—Sé es que es algo bien difícil de entender desde Aysén hasta Arica, pero en Punta Arena la gente lo entendió —dice Karim Bianchi—. No es gratis que la mitad de la gente vote por nosotros.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.