A 15 años del terremoto y tsunami del 27F: los rostros que marcaron el desastre

Terremoto 27F 2010

El 27 de febrero de 2010 Chile vivió una de las tragedias más devastadoras de su historia. El megaterremoto de 8,8 grados y el posterior tsunami dejaron 525 muertos y 23 desaparecidos, transformando la geografía y la vida de miles de personas. Aquí, cuatro de sus protagonistas hablan del desastre y la reconstrucción.


El 27 de febrero de 2010 Chile vivió una de las tragedias más devastadoras de su historia. El megaterremoto de 8,8 grados y el posterior tsunami dejaron 525 muertos y 23 desaparecidos, transformando la geografía y la vida de miles de personas.

A tres lustros de aquella madrugada fatídica, La Tercera reconstruye las historias de quienes se convirtieron en símbolos de resistencia y memoria: el niño perdido en el archipiélago de Juan Fernández, el hombre que levantó la bandera en medio del desastre y cuya imagen se volvió icónica, el niño que conmovió al país con su tierno llamado de ayuda y la ONG que surgió de la tragedia para reconstruir comunidades.

“¡Puntito, afírmate de algo!”

La última fotografía de Joaquín
La última fotografía de Joaquín, "Puntito".

Helen Fajardo (52) jamás olvidará el instante en que el mar se llevó a su hijo menor, Joaquín, a quien todos llamaban “Puntito”. Aquella noche del 27 de febrero de 2010 el archipiélago de Juan Fernández dormía en calma, ajeno a la tragedia que estaba por desatarse. Fajardo se encontraba en una cabaña junto a sus dos hijos, Pablo y Joaquín Ortiz Fajardo, descansando antes de lo que sería un cambio de vida. “Nos íbamos a Puerto Montt”, recuerda. Pero el destino tenía otros planes.

A las 03:34 la tierra rugió con furia. “Pablo despertó de inmediato, pero Joaquín dormía profundo, como si no sintiera el caos que nos rodeaba”. La desesperación se apoderó de ella cuando escuchó los gritos de su madre desde el exterior. “Helen, sal, hay salida de mar”.

Salió corriendo a la terraza y entonces lo vio: el mar había retrocedido de manera antinatural, dejando botes encallados en la arena. “En ese instante supe que venía el tsunami, pero yo no podía irme sin mis hijos”.

Helen Fajardo intentó huir con sus hijos hacia el cerro, pero la ola se acercaba demasiado rápido. “Era una pared negra, gigantesca, que venía con todo lo que había arrastrado en su camino”. Se dio cuenta de que no llegarían lejos. “Nos metimos de vuelta en la cabaña, al dormitorio. La única opción era escondernos”.

Y entonces todo estalló.

El golpe de la ola fue brutal. La cabaña explotó en pedazos. “Sentí cómo nos arrancaban de nuestra posición como si fuéramos muñecos”. Fajardo intentó aferrarse a Joaquín, pero la corriente era implacable. La arrastró por el agua como si estuviera dentro de una licuadora. “No sabía si estaba boca arriba o boca abajo, solo sentía golpes, maderas, escombros chocando contra mi cuerpo”. Por un instante logró sacar la cabeza y escuchar un grito: “¡Punto, afírmate de algo!” Era la voz de su hijo mayor, Pablo. “Pero Joaquín no respondió”.

Cuando el agua la dejó en la orilla, ella apenas podía respirar. Lo primero que hizo fue ponerse de pie y gritar el nombre de su hijo. “Corrí por la playa, revisé entre los escombros, pregunté a todos si lo habían visto”. Nadie tenía respuestas.

Durante días recorrió cada rincón de la isla. “Me metía al agua, levantaba palos, piedras, trataba de encontrar alguna señal de él”. Pero el niño nunca apareció. “Es un dolor que no se puede describir. Porque cuando no hay un cuerpo, no hay un duelo”.

TSUNAMI JUAN FERNANDEZ

El tsunami dejó 525 muertos y 23 desaparecidos. Ocho eran niños. Joaquín Ortiz fue uno de ellos. A pesar de la magnitud de la tragedia, no hubo alerta de tsunami. “Nos dijeron que era nuestra culpa, que debimos haber sabido”. Helen Fajardo no aceptó esa respuesta y junto a otras familias demandó al Estado. La querella fue desestimada. Ella y los otros demandantes recibieron 21 millones de pesos pagados por el Fisco.

El hombre de la bandera que dejó el sur

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El 27 de febrero de 2010, cuando el mar arrasó Pelluhue tras el terremoto y tsunami que devastó la zona centro-sur de Chile, Bruno Sandoval (41) no estaba allí. Esa noche el artesano dormía en una cabaña en Saltos del Laja, después de haber viajado para instalarse en una feria en Yumbel. Lo que no sabía era que, al despertar, emprendería un viaje entre escombros, caminos destruidos y ciudades en ruinas hasta llegar a su hogar. O lo que quedaba de él.

“La casa ya no existía. No estaba la casa, no estaba el auto, no estaba ni siquiera un árbol que teníamos afuera. No había nada. La película no terminaba”, relata, mientras recuerda el fin de su travesía.

A la mañana siguiente, con la necesidad de encontrar algún vestigio de lo que una vez fue su hogar, bajó hasta la playa de Pelluhue. Entre los escombros y la arena removida por el mar vio un trozo de tela roja. Al jalarlo, se encontró con una bandera chilena enterrada, embarrada, rota. “La empiezo a sacudir, la sacudo para botar la tierra, y en eso me ve un fotógrafo”.

Ese fotógrafo era Roberto Candia, de la agencia Associated Press. Desde lejos le hizo señas para que se quedara quieto con la bandera en sus manos. “Nunca hablé con él, nunca supe quién era hasta después”, dice Sandoval. La imagen fue capturada y enviada a medios internacionales, donde se convirtió rápidamente en un ícono del desastre. Primero se hizo viral en Estados Unidos, para luego llegar a Chile, donde luego se transformó en la fotografía oficial de la campaña solidaria “Chile ayuda a Chile”.

Bruno Sandoval Hombre bandera

La imagen de Bruno Sandoval sosteniendo la bandera destruida para él reflejaba el estado del país. “Un símbolo de resistencia en medio del desastre”, dice. De inmediato su rostro apareció en noticiarios, periódicos y redes sociales. Sin buscarlo, se convirtió en la cara de una tragedia nacional.

Tras el sismo, el artesano dejó Pelluhue y, con los años, se estableció en La Serena, donde abrió su propio negocio: Mercadito El Faro. “Nunca pensé que volvería a vivir cerca del mar. Uno le agarra respeto después de lo que pasó”, comenta.

De Master Chef a montar caballos

Víctor Díaz (24), un niño de nueve años, se convirtió en el rostro más tierno de la tragedia del 27F. Conocido como Zafrada, por su peculiar forma de decir frazada, se hizo viral cuando, de pie entre los escombros de Iloca, habló sobre la devastación de su hogar y la necesidad de ayuda para su comunidad.

Aquella fecha Díaz estaba en su casa cuando el terremoto de magnitud 8,8 sacudió la región. “Sentí que la tierra se quería caer”, dijo años después. Pero lo peor llegó con el tsunami. “Corrimos al cerro con mi familia, pero cuando miramos abajo, ya no quedaba nada”.

Víctor Díaz y Felipe Camiroaga
Víctor Díaz y Felipe Camiroaga.

Su testimonio conmovió a Chile. Con simpleza y candidez pidió ayuda. No para él, sino que para su pueblo. “Nos hace falta comida, agua… y zafradas”, dijo frente a las cámaras.

Años más tarde Víctor Díaz terminó llegando a las pantallas. De hecho, resultó ganador de un programa de televisión de cocina. Actualmente se desempeña como ingeniero agrícola. Además, prefiere una vida tranquila en el campo, lejos de la fama. “Solo quiero trabajar y ayudar a mi gente”, ha dicho.

La ONG que se levantó por Cubillos

Desafío Levantemos Chile nació en 2010, impulsada por el empresario Felipe Cubillos, con el objetivo de prestar ayuda a las personas damnificadas tras el devastador terremoto y tsunami que afectaron al país. Desde sus inicios la organización se enfocó en la reconstrucción de escuelas en las regiones más golpeadas por la catástrofe y en la reactivación económica de los pescadores, para que pudieran retomar su fuente de sustento.

Sin embargo, el 2 de septiembre de 2011 la tragedia los golpeó nuevamente. Un avión de la Fuerza Aérea de Chile se estrelló en el archipiélago Juan Fernández, cobrando la vida de todos sus ocupantes. Entre ellos, Felipe Cubillos, el reconocido presentador Felipe Camiroaga y el periodista Roberto Bruce.

Terremoto Tsunami 2010

A pesar de esta pérdida irreparable, la ONG continuó con el legado de su fundador, consolidándose como una de las principales organizaciones de ayuda en Chile. Su labor se ha enfocado en canalizar y ejecutar la solidaridad de los chilenos hacia quienes más lo necesitan, especialmente en situaciones de catástrofes naturales, tan recurrentes en el país.

El actual director, Nicolás Birrel, destaca que “lo primero fue ayudar a los pescadores a volver al mar, a recuperar sus fuentes de trabajo. Luego se dieron cuenta de la necesidad de que los niños volvieran a la escuela y construyeron miles de metros cuadrados en establecimientos educacionales en coordinación con el gobierno de la época”, explica.

Birrel enfatiza que Desafío Levantemos Chile tiene una visión integral de la reconstrucción: “El 27F fue un ejemplo de que, cuando se unen voluntades y hay disposición política, se pueden lograr resultados insospechados”.

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