“Ahora la cuarentena es en serio”: el testimonio de chilenos en Shanghai

COVID-19 outbreak in Shanghai
Pacientes dados de alta salen del Centro Nacional de Exposiciones y Convenciones, que se ha convertido en un hospital improvisado para enfermos con Covid-19 en Shanghai, el 14 de abril de 2022. Foto: Reuters

El centro financiero de China reportó hoy más de 27.000 casos de coronavirus, un nuevo récord, un día después de que el Presidente Xi Jinping dijera que “no se puede relajar la labor de prevención y control”.


Durante casi dos años, Shanghai había sido el ejemplo de lo que se podía lograr con el plan “cero covid”, pero hace unas semanas un rebrote desplomó la ilusión. Los habitantes de la ciudad más poblada de China comenzaron a contagiarse, y hasta el momento, 80 mil casos asintomáticos preocupan a las autoridades. La Tercera conversó con algunos chilenos residentes en la capital financiera del gigante asiático para conocer cómo ha sido su experiencia bajo la estricta cuarentena impuesta por las autoridades locales.

Mariano Larraín (38) es historiador, y en la ciudad es dueño de una tienda de vino llamada La Cava de Laoma. Lleva 11 años en China, y cuenta que en 2020 la cuarentena no se extendió por mucho tiempo en Shanghai. “En los últimos dos años estuvimos libres de Covid-19 de alguna medida, a excepción de esos dos primeros meses en que apareció el virus. Pero nosotros ahora la cuarentena es en serio. Han sido muy estrictos, porque nos encerraron en principio por cinco días, a esos que les anunciaron la cuarentena. Otros están encerrados desde hace mucho antes, sin aviso, y ellos quedaron con lo puesto, con lo que tenían en el refrigerador, con la despensa”, cuéntale originario de Santiago.

En un principio, señala Larraín, se partió la ciudad en dos: la sección de Pudong fue confinada primero, y a los cinco días Puxi, donde él vive, también entró a cuarentena. “Era una cuarentena de cinco días en teoría, con dos días que había de feriado por el día de los muertos local. Ahora estamos en el día 14, y nadie se prepara para 14 días de una cuarentena realmente estricta”, señala.

Mariana Usach (52) es abogada, y felizmente, estaba bien preparada para un encierro prolongado. “Nuestra cuarentena estricta empezó el 19 de marzo. Antes de esa fecha ya habíamos tenido algunos días de restricción para salir del condominio pero podíamos todavía bajar a los jardines y áreas comunes (...) Cuando la administración del edificio nos avisó que deberíamos permanecer en cada domicilio sin salir, mi primera preocupación fue investigar si habría permiso para bajar a las mascotas, ya que el tema comida, bien sea para nosotros o nuestras perritas, lo tengo siempre resuelto con mentalidad de terremoto”, apunta Usach.

Mariana Usach en una oficina, con la Oriental Pearl Tower de fondo.

Sebastián Correa es arquitecto, y llegó a China en 2014. “Mi rutina básicamente es hacer un test todos los días en la mañana y luego trabajar desde casa. Gracias a las comunidades -cada distrito está formado por comunidades-, es relativamente fácil conseguir alimentos e insumos, ya que la ciudad prohibió los deliveries individuales”, cuenta.

Debido al cierre de supermercados y a una inflexible política que no concede permisos temporales, los chinos se han visto en la necesidad de arreglárselas para conseguir alimentos. ”Se organizan las juntas de vecinos, por así decirlo, o cada unidad o ‘compound’, que al final es una unidad social. Ellos organizan todo, la ayuda cuando llega, y organizan grupos en WeChat donde incluyen a la mayoría de cada vecindario. En mi vecindario somos 180, y la edad promedio es de 60 años”, comenta Larraín.

Como ya no se pueden hacer pedidos individuales, cada edificio o condominio tiene un líder que se encarga de conseguir provisiones en nombre de la “unidad”. “Entonces, ahora están pidiendo, por ejemplo, 100 unidades de huevos, cada unidad con 60 huevos. Yo ahora tengo 60 huevos en mi cocina, ¿qué hago con ellos? Eso es lo que conseguimos comprar acá, son compras grupales”, apunta el historiador. “La junta de vecinos es la médula espinal del sistema, casi. Hay mucho voluntario, quizás les pagan por algo, pero es una cosa que les enorgullece”, detalla.

Maximiliano Leiva (32) trabaja como trader de fruta, y está precisamente en el otro lado de la cadena. “Yo trabajo en la SVA, exportadoras de fruta, y estamos vendiendo muchas frutas a las comunidades. Nosotros hacemos una caja con diferentes tipos de frutas locales e importadas, y las vendemos a las comunidades o condominios. Y cada condominio tiene como un jefe: yo me contacto con ese jefe, y ese jefe me manda y me dice ‘vecino, quiero 150 cajas’”, cuenta Leiva.

Por lo mismo, el vendedor armó una caja básica que ofrece a los distintos delegados de vecindario: “Hay una piña, hay manzanas, arándanos, tengo uvas, y le pongo un precio. Y le mando estas cajas en un camión que se pasea por Shanghai, reparte en diferentes condominios, y este jefe de condominio se encarga de repartir las cajas de acuerdo a lo que cada uno compró. Así están vendiéndose las cosas en este minuto: yo antes vendía mucho más en supermercados, o en aplicaciones o en retail, pero ahora la forma en que se transporta la comida cambió”.

Sebastián Correa, arquitecto chileno en Shanghai.

Respecto a si siguen o no las restricciones, Usach cuenta que los habitantes de Shanghai no han mostrado gran oposición a la medida. “Creo que casi todas las personas siguen rigurosamente las instrucciones, ya que por lo menos desde mi ventana no se ve a nadie en la calle en una ciudad de unos 26 millones de habitantes. No existen esos pases de movilidad para ir al dentista, para tomar un vuelo o bajar al perro”, comenta la abogada.

“Por lo que he podido hablar con amistades oriundas de Shanghai, interpreto que la percepción generalizada es que con estas medidas el gobierno los cuida y es por el bien del colectivo, a pesar que involucre algunos sacrificios personales”, opina Usach.

Leiva tiene un diagnóstico similar: “Si tú le preguntas a cualquier persona acá en el condominio, especialmente a los chinos, ellos están sumamente de acuerdo con las políticas del gobierno. Han demostrado que su política de tolerancia cero, si bien es estricta, ha dado resultados, y permitió que la economía china volviera a reactivarse, y las fábricas a funcionar lo antes posible”.

A pesar de eso, Larraín considera que ha habido, si no descoordinación, al menos un conflicto entre el gobierno central y Shanghai sobre cómo llevar la pandemia en la región. “En el caso de Shanghai, por ser moderna, capital financiera, simplemente pensaban que no podían darse el lujo de hacer una cuarentena total, y en un principio intentaron hacer ‘cuarentenas dinámicas’, y eso fue lo que hicieron durante marzo. Las autoridades de Shanghai, tratando de buscar un punto medio o menos radical, trataron de hacer cuarentenas por barrio o edificio, pero no todo Shanghai”, cuenta el historiador.

A fin de mes, viendo la explosión de casos, desde Beijing se tomó la decisión contraria y se encerró a la totalidad de la ciudad. “Pero bueno, tú sabes cómo son: tomaron una decisión, “cero covid”, lo hicieron político, lo pusieron como principio de buen gobierno, y no darán marcha atrás”, señala Larraín.

Precisamente ayer, el Presidente chino Xi Jinping declaró en un viaje a la provincia de Hainan que la tolerancia cero al Covid-19 se mantendrá: “No se puede relajar la labor de prevención y control”. El líder comunista también indicó que los funcionarios que implementan el “cero covid” deben adherirse al principio de “las personas primero, y la vida primero”. Pese a ello, Shanghai reportó hoy más de 27.000 casos de coronavirus, un nuevo récord.

“Creo que las medidas de encierro han sido bastante estrictas solo para satisfacer a las altas autoridades, dejando de lado la salud física y mental de los ciudadanos, especialmente cuando la variante Ómicron no es tan letal”, opina Correa. “En general, se siente más miedo de ser enviado a estos hospitales temporales (para enfermos de Covid-19) que de contraer el virus”, destaca.

Mariano Larraín en su tienda La cava de Laoma, en Shanghai.

Hasta hace un mes, Usach tenía en planes venir a Chile, pero debido a la cuarentena tuvo que postergar su visita. “Lo que puedo describir a título personal, es la angustia de ver que una vez más se posterga mi posibilidad de ir a ver a mi familia después de más de dos años de separación, ya que por la misma política de ‘cero covid’, si salías de China, no tenías la certeza de que se te otorgara un permiso para poder regresar”, detalla.

Por su parte, el arquitecto valora positivamente las decisiones tomadas: “Para serte honesto, creo que el gobierno, las autoridades y especialmente los voluntarios están haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener la situación especialmente considerando que Shanghai es una ciudad de más de 26 millones de personas y el plan se puso en marcha muy de improvisto, dejando a la mayoría de la gente sin la posibilidad de preparase para un encierro que en teoría era de sólo cinco días”. “Es cierto que existen casos aislados de maltrato de animales, revueltas, de falta de atención médica, falta de suministros médicos y alimentos, pero creo que de alguna manera la ciudad va a lograr recuperarse en un tiempo más bien corto, esperemos”, agrega.

Larraín no se hace ilusiones sobre el fin del confinamiento. “Aprendí a ser menos fantasioso. Uno siempre tiene ilusiones, y desgraciadamente en estos 14 días me he hecho demasiadas ilusiones, así que no te daré una fecha (en que pueda acabar esto), porque literalmente no lo sé. Sí te puedo decir que hoy día en la mañana recibí 10 test de antígenos, así que se puedo inferir que esperan que durante los próximos 10 días yo esté en mi casa. Eso sumará 24 días”, concluye.

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