Alta o baja dosis de Bachelet: el dilema en torno a la campaña de Narváez
En el marco de la nueva etapa que inició la abanderada presidencial del Partido Socialista al instalarse en Santiago de cara a las primarias del 4 de julio, en la colectividad y en su círculo cercano hay visiones disímiles respecto de cuán cerca deben estar el relato y la propuesta de la exministra de la figura de la exmandataria y su legado.
“No vengo a revivir proyectos, quiero construir a partir de este Chile nuevo que emerge”. Esa fue una de las primeras definiciones públicas que Paula Narváez hizo tras irrumpir en la carrera presidencial en diciembre pasado, con una ventaja adicional a sus contendores de la oposición: contar con el respaldo explícito de la expresidenta Michelle Bachelet.
Según reconocen en su comando, las palabras de la exministra no fueron al azar y, de hecho, buscaban hacerse cargo de un dilema que tras el respaldo de la exmandataria se instaló en torno a su campaña: ¿Cuál es la “dosis de Bachelet” adecuada para construir su relato? ¿Cuánto de su legado es rescatable en un Chile posestallido social y pandemia? Y, por otro lado, ¿cuánto de su figura es funcional al objetivo de revertir los bajos niveles de conocimiento de la abanderada socialista?
Y las respuestas a esas preguntas siguen siendo disímiles en el Partido Socialista y también entre los cercanos a la exvocera de la exmandataria. Mientras hay quienes son partidarios de que el bacheletimo se repliegue al máximo de la primera línea y que Narváez se aparte de la figura de la expresidenta para alzarse como una propuesta “fresca” y “nueva”, otros aseguran que debe haber un equilibrio que rescate su legado, sobre todo en momentos en que la exvocera de gobierno no ha despegado como se esperaba en la tienda de París 873.
“Lo de Bachelet fue un buen empujón inicial, sobre todo al interior del PS, pero ahora ella requiere tener identidad propia”, dice un senador socialista. Algunos dirigentes de la colectividad recalcan que si bien la figura de la alta comisionada para los DD.HH. de la ONU sigue siendo gravitante, “ya no es la Bachelet del 80%”, y eso, dicen sectores del partido, debe ponderarse bien cuando se trata de construir el relato de la campaña de Narváez.
A partir de la nueva etapa que inició la psicóloga la semana pasada al instalarse en Santiago para reforzar su despliegue de cara a las primarias del 4 de julio, afirman sectores del PS, el discurso y la impronta que asuma la candidata son cada vez más relevantes. “Ella está consciente de que tiene que asumir una mirada de futuro. Para quienes dicen que tiene que matar a la madre, eso no lo va a hacer. Ella va a rescatar lo bueno de Bachelet, pero también tiene que mirar hacia adelante”, dice una fuente de su comando.
En ese contexto, llamó la atención de algunos en el partido que el equipo de Narváez no coordinara -hasta ahora- ninguna actividad pública con Bachelet, pese a que la expresidenta se encuentra en Chile desde hace meses. Y si bien fuentes cercanas al bacheletismo reconocen que han hablado por teléfono varias veces, no habría habido por el momento ninguna manifestación por parte de su comando para concordar algún hito en conjunto.
“Es tan distinta la realidad hoy día a la época de Bachelet, que ella (Narváez) tiene que aparecer con su propio perfil, estilo y propuestas”, dice el senador socialista Carlos Montes.
Su par José Miguel Insulza afirma que “Narváez es una persona cercana a Bachelet, pero no es un retorno a su gobierno ni es tampoco una copia. Los tiempos y las necesidades son distintos”.
“Uno no puede tapar el sol con el dedo, la expresidenta Bachelet sigue siendo una figura importante para muchos chilenos y su respaldo es un hito político importante. Ahora que eso eclipse a Paula Narváez, creo que es un análisis completamente equivocado”, sostiene, a su vez, el diputado Manuel Monsalve, quien asumió como coordinador político de la campaña de la exministra, aunque admite que “la tarea natural de la campaña es que adquiera personalidad y carácter propios”.
Para Juan Carvajal, exdirector de la Secom del gobierno de Bachelet, “acá hay que mirar el cuadro general: todos los candidatos o precandidatos de la Unidad Constituyente son exministros del gobierno de Michelle Bachelet. Por lo tanto, de alguna manera, con apoyo escrito o no, todos representan desde el punto de vista de su trayectoria política una continuidad de ese mismo proyecto”.
“Y el cuadro político de Chile está imponiendo a todas las candidaturas la exigencia de un cambio de fondo. Y eso no tiene que ver mucho con lo que hemos dejado, sino con lo que viene. Dicho esto, en realidad la exigencia que tiene la candidatura (de Paula Narváez) va más allá de eso, es distinta. Y es que ella no es conocida. Tiene un bajo nivel de conocimiento y en una campaña ese debe ser el problema número uno. Así es que su gran demanda hoy es cómo revierte eso”, agrega.
El analista Mauricio Morales, en tanto, sostiene que “en realidad, más que matar a la madre, debe aprender a convivir con ella, cortando el cordón umbilical que la ata. De otra manera, seguirá siendo percibida como una candidatura ‘en minoría de edad’. Este proceso de despegue de la figura de Bachelet implica asumir posturas autónomas, pues de lo contrario no podrá salir de una lógica similar a la de un ventrílocuo. Es decir, que todos sus planteamientos sean leídos como propiedad de Bachelet más que de su propia autoría”.
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