Anorexia y psicoanálisis: la historia de Louise Glück, la nueva Premio Nobel de Literatura

Barack Obama, Louise Gluck
Louise Glück en 2016, cuando recibió la Medalla Nacional de Humanidades en estados Unidos.

Distinguida hoy por la Academia Sueca, la poeta norteamericana estuvo al borde de la muerte en su adolescencia debido a la anorexia nerviosa. Se recuperó gracias a la literatura y tras siete años de terapia que, según dice, la ayudaron a pensar. De ese modo dio forma a una voz intimista que explora en la vida familiar, el amor, la muerte y las pérdidas. Con ella, el Nobel ha distinguido 16 autoras en 120 años.


A los 16 años tenía dos cosas claras. O tres. La primera es que aquel acto de la voluntad que ella creía controlar no era tan así: Louise Glück descubrió que no tenía ningún control sobre la anorexia que la afectaba. Y en la medida que perdía peso de un modo alarmante, concluyó que la muerte era una posibilidad cierta. “Incluso entonces, morir parecía una metáfora patética para establecer una separación entre mi madre y yo”, escribió en su ensayo Educación del poeta.

El psicoanálisis y la literatura la rescataron y le ayudaron a dar forma a una obra intimista y reflexiva que hoy fue reconocida con el Premio Nobel de Literatura. Nacida en Nueva York en 1943, Louise Glück fue distinguida por su obra “sincera e intransigente”, que aborda con ingenio las relaciones familiares, el amor, el dolor y la muerte.

Anders Olsson, presidente del comité del premio Nobel, destacó precisamente “su inconfundible voz poética que con austera belleza universaliza la existencia individual”. Una voz que explora en aspectos sombríos sin abandonar la luz de la esperanza.

Académica de la Universidad de Yale, desde su casa en Cambridge, Massachusetts, Louise Glück dijo que estaba lidiando por expresar sus sentimientos en torno al premio.

Nada extraño para una escritora que ha desarrollado su literatura alejada de la exposición pública, y cuya obra misma, atravesada por referencias a la mitología clásica, sugiere más de lo que expresa.

Con más de 50 años de trayectoria, Louise Glück es autora de una docena de libros, entre ellos Ararat, Averno y El iris salvaje. Reconocida como una de las poetas contemporáneas más destacadas de lengua inglesa, su obra ha recibido numerosos premios, entre ellos el Pulitzer, el National Book Award y la Medalla Nacional de Humanidades en Estados Unidos.

En cierto sentido, la premiación de Louise Glück resultó inesperada, porque su nombre no figuraba entre los favoritos, donde sí estaban la poeta canadiense Anne Carson y la escritora Jamaica Kincaid de Antigua. Pero es una elección literariamente inobjetable, y aleja las críticas recibidas por la Academia Sueca tras la distinción de Peter Handke en 2019, debido a su simpatías por el líder serbio Slodoban Milosevic, condenado por genocidio en Croacia.

“Lo que parece haber hecho la Academia es que han optado por una poeta que, en cierto sentido, está estéticamente, imaginativamente, en desacuerdo con nuestra época”, dijo a The Guardian Michael Schmidt, su editor en el Reino Unido. “Ella no es una animadora. Ella no es de ninguna manera una voz por ninguna causa, es un ser humano comprometido con el idioma y con el mundo. Y creo que hay una maravillosa sensación de que ella no es polémica, y tal vez esto es lo que se celebra”.

Con Louise Glück son 16 las escritoras que han recibido el Nobel en 120 años. A través de su obra, la Academia vuelve a distinguir a la poesía, género ausente desde 2011, cuando premió al poeta sueco Tomas Tranströmer. Del mismo modo, reconoce nuevamente a una creadora de Estados Unidos tras Toni Morrison, quien ganó en 1993.

Barack Obama, Louise Gluck
Louise Glück junto al ex Presidente Barack Obama en la Casa Blanca, en 2016, cuando recibió la Medalla Nacional de Humanidades.

“Me atraen las elipsis”

Nacida en una familia acomodada, Louise Glück tuvo una infancia solitaria en Long Island, marcada por la muerte de una hermana antes de que ella naciera. “Su muerte no fue mi experiencia, pero su ausencia sí lo fue”, escribió. “Su muerte me dejó nacer”.

Mientras buscaba la aprobación de su madre, a menudo esquiva, descubrió la poesía, en especial a William Blake, TS Eliot y WB Yeats, que dejarían huella en su obra. “Sentí que ellos no eran solo mis maestros, sino las personas con las que podría hablar”, escribió. “Mis primeros escritos fueron un intento de comunicarme con ellos”.

Así también, la severa anorexia que sufrió en la adolescencia dejó una estela profunda en su vida y su obra. Debido a ella, Louise Glück abandó el último año del instituto y no pudo completar sus estudios en Columbia. Paralelamente, comenzó un sicoanálisis de siete años que le permitió profundizar en sí misma.

La terapia “me dio un lugar para usar mi mente”, escribió, cuando “mi condición emocional, mi extrema rigidez de comportamiento y mi frenética dependencia del ritual, hacían imposibles otras formas de educación”. El psicoanálisis, agregó, “fue una de las grandes experiencias de mi vida. Me ayuda a vivir y me enseñó a pensar”.

En su poema Dedicación al hambre, escribió sobre esta experiencia: “Comienza tranquilamente/ en ciertas niñas:/ el miedo a la muerte, tomando como forma/ dedicación al hambre,/ porque el cuerpo de una mujer/ es una tumba; aceptará/ cualquier cosa”.

De algún modo, su voz adoptó un estilo austero, desnudo, con versos delgados y “hambrientos de adjetivos”, como lo describió un crítico de The New York Times. Para ella no hay misterio, a Louise Glück le atrae precisamente lo que no se dice:

“Me atraen las elipsis, lo no dicho, la sugerencia, el silencio elocuente y deliberado. Lo que no se dice, para mí, ejerce un gran poder: a menudo desearía poder hacer un poema completo con este vocabulario. Es análogo a lo invisible, por ejemplo, al poder de las ruinas o las obras de arte dañadas o incompletas”.

Comparada con Emily Dickinson, la poesía de Louise Glück invita un viaje por la intimidad y por los dolores asociados a las relaciones humanas, a través de las figuras de la mitología o del jardín, una de sus grandes pasiones.

“Louise Glück es una poeta de la vida, esencialmente de la vida”, dijo Manuel Borrás, su editor en España, al diario El Mundo. “Te puede contar algo doméstico pero siempre queda trascendido. Puede hablar de sus hermanos, pero a la vez está hablando de todos los hermanos. Tiene el poder de la universalización”.

El iris salvaje de Louise Glück.

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