Arturo Fontaine y la "admisión justa" del Gobierno: "No estamos hablando de una selección por mérito para los ricos, en absoluto"

FONTAINE
Foto: Radio Duna

El académico defiende que se implementen criterios de división de los alumnos por su nivel académico y plantea que ello beneficiaría, a su juicio, a los sectores de menores ingresos.


En dos capítulos del libro "Educación con patines", que escribió con Sergio Urzúa, Arturo Fontaine Talavera, ex director del Centro de Estudios Públicos, actual director de la Cátedra de Humanidades de la UDP y Profesor de Filosofía de la Universidad de Chile, criticaba el fin de la selección escolar que fue aprobada en la Ley de Inclusión del gobierno de Michelle Bachelet.

En entrevista con La Tercera PM, se refiere a la iniciativa presentada por la actual administración de Sebastián Piñera, denominada "Admisión Justa", que da marcha atrás a la normativa vigente, modifica el sistema de admisión de los establecimientos de alta exigencia y con proyectos especiales, y plantea el regreso voluntario de las entrevistas a familiares y apoderados.

-¿Qué le parece el nuevo proyecto?

Es un gran paso adelante. La selección es un modo de adecuar la enseñanza a los talentos y el nivel de conocimiento de los distintos alumnos y debe beneficiar tanto a los buenos como a los no tan buenos. Puede hacerse en la misma clase, dividiendo a los alumnos en grupos; dentro del colegio, dividiendo a los alumnos en distintos cursos en el colegio. O puede hacerse al ingreso al colegio. En la OCDE tres de cuatro alumnos están en un colegio en que hay selección académica al interior, y selección al ingreso hay en el 38,4% del alumnado. Nosotros teníamos, al momento que la Ley de Inclusión lo prohibió, sólo el 17,4%. Es decir, teníamos un nivel de selección sumamente bajo a nivel mundial. Este es un sistema que acá se estigmatizó, lo cual es un error, porque nos hace aprovechar menos los talentos que necesitamos para llegar a la sociedad del conocimiento, porque de estos alumnos de alto rendimiento depende que logremos depender menos de las materias primas y podamos incorporarnos a la sociedad del conocimiento.

¿Y qué pasa con quienes no cumplen con esos requisitos académicos para acudir a colegios de excelencia?

Ellos deben verse beneficiados con que la enseñanza también va a estar adecuada para ellos, a su nivel, y de esa manera van a aprender más y, por supuesto, hay que hacer una cantidad de otras cosas para mejorar la enseñanza en general. Esto no cubre todos los frentes, pero permite generar una competencia en todo el sistema para que los alumnos se esfuercen por llegar a estos colegios académicos. Así como se permite que existan escuelas adecuadas a la música y se permite la selección por talento musical, de la misma manera se permitiría que se seleccionara a los alumnos con especial vocación para el estudio, que no son todos, ni tienen por qué ser todos, porque los talentos son diversos.

Paulo Santiago, jefe de la división de Asesoramiento e Implementación de Políticas en la Dirección de Educación y Habilidades de la OCDE, vino a Chile en junio de 2018 y valoró la ley de inclusión. Sostuvo que "en cuanto a la selección, puede haber excepciones, como los colegios centrados en lo artístico. Siempre hay posibilidades de admitir eso, pero lo que no se puede hacer es que esa selección ocurra temprano, a nivel de primaria". ¿Qué opina?

Es una opinión muy respetable. Se ha discutido mucho el tema. En el libro Educación con Patines, que escribimos con Sergio Urzúa y que publicamos en 2018, hay dos capítulos enteros dedicados a las ventajas y críticas de la selección, pero nos inclinamos por la selección. La inmensa mayoría de los países lo hace. El mejor país del mundo en Educación, que es Singapur, según las pruebas PISA, tiene al 85% de los alumnos entrando en base a antecedentes académicos; en Holanda 74%; en Japón, cerca del 90%; en Suiza, Bélgica, Estonia.

Menciona como ejemplos países distintos a Chile en criterios como la desigualdad.

Eso demuestra dos cosas: que la selección no causa desigualdad, porque esos países son más igualitarios que el nuestro. También muestra que en todas partes la educación está ligada al nivel educacional de los padres, porque eso incide en los hijos, y eso también está ligado al nivel de ingreso. En Chile eso es particularmente agudo. En todo caso, la relación entre rendimiento académico y nivel socioeconómico de los padres es igual al que existe en Singapur o en Francia en sistemas gratuitos estatales de alto nivel. Lo que interesa de liceos como el Instituto Nacional es que han logrado romper esa correlación que es muy alta. Entre ellos, que vienen de estratos socioeconómicos diversos, no hay diferencia a la hora de rendir las pruebas de ingresos a la universidad, aun cuando hay alumnos que vienen de la extrema pobreza. El Carmela Carvajal y el Instituto Nacional colocaban, en sus buenos años, 35% en las Universidades Católica y de Chile, las más selectivas, y los colegios particulares pagados sólo alrededor del 18% en esas dos universidades. En Chile hemos demostrado que el talento existe y que personas que tienen un ingreso bajo el promedio nacional, bien educadas y motivadas, pueden superar a los de más ingresos y eso es muy excepcional. El año 2008, que nosotros estudiamos en profundidad, su hogar, bruto ganaba menos de $576 mil mensuales, lo que equivale hoy a $750 mil. Ese es grueso del alumnado. Y hay un grupo, 5%, que gana más de $1 millón y medio. Y el 6% gana menos de $144 mil. Es decir, no estamos hablando de una selección por mérito para los ricos, en absoluto.

El punto es que hay ahí una especie de descreme: se saca a los alumnos más destacados, se llevan a colegios de excelencia, y el resto se queda sin recibir educación de la misma calidad.

No tiene por qué ser así. En Finlandia separan los grupos que tienen habilidades y hacen grupos de estudios aparte para reforzar su conocimiento. La selección no tiene por qué ser perjudicial, en lo absoluto. Si en un partido de fútbol el nivel es muy alto, a la alumna malita no le va a llegar ningún pase, no va a mejorar su nivel de fútbol. Ahora, el principal problema educativo de Chile es mejorar los sueldos y la formación de los profesores. Ese es el problema básico.

Se cuestionó en la administración de Bachelet que el fin de la selección era una propuesta ideológica. ¿Lo es también entonces el retorno de la selección?

¿En qué sentido?

Fueron los argumentos que se debatieron en su momento: el acceso igualitario tenía, según se criticó, un componente ideológico.

No. El tema de la selección es discutido en el mundo, no es un tema sobre el cual exista una sola opinión. Pero en los datos: en los países más exitosos hay selección. En Alemania es a los 10 u 11 años. Y es obligatoria. En Chile estamos hablando de la opción de permitir que ciertos colegios seleccionen. Hay que poner por delante la visión de los educadores.

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