Casi la mitad de todos los traslados aéreos de pacientes Covid-19 se han hecho en los últimos tres meses
En un año de pandemia se han realizado 1.113 aeroevacuaciones en la búsqueda de camas UCI para contagiados en condición grave. Y de estos, el 49% ocurrió a contar de enero. El agresivo rebrote en curso obligó a aumentar la cantidad de rescates diarios: si en 2020 se hacían de tres a ocho, la necesidad actual obliga a coordinar 10 y 15 vuelos por jornada. También hay un cambio etario: ahora son menores de 60 años los pacientes que deben ser movilizados a otras regiones para ingresarlos a unidades de paciente crítico.
Viajan dormidos, sedados e intubados, al interior de incubadoras selladas y mientras reciben ventilación mecánica. De fondo, hay cuatro motores tronando, una fuerte vibración que remece la estructura y bruscos cambios de temperatura. Pero con los cuidados que se les entregan, los pacientes no deberían percibir que están cruzando el país a bordo de aviones militares en la cada vez más difícil búsqueda de camas críticas para recibirlos.
Julio Barreto, médico y jefe de Intervención de la Unidad de Gestión y Reducción del Riesgo en Desastres del Samu Metropolitano, está a cargo de monitorear a los pacientes mientras son trasladados entre los distintos centros de salud. Dice que esas cámaras herméticas fueron adquiridas en 2014, ante la amenaza del ébola, pero que no fue necesario utilizarlas. “Los llevamos cubiertos por una manta térmica y también les ponemos tapones en los oídos, ya que nos dimos cuenta de que las vibraciones del avión y los ruidos producían algún tipo de efecto en su evolución”, recalca Barreto.
Desde mediados de marzo de 2020 -cuando el avance de la pandemia comenzó a apremiar las UCI de los hospitales y clínicas- y hasta la semana pasada se había realizado un total de 1.113 traslados aéreos de pacientes con Covid-19 en estado grave a lo largo del país. De estos, 255 en aviones Hércules de la Fuerza Aérea, 11 en aviones y helicópteros de Carabineros y 847 en aeroambulancias privadas contratadas por el Ministerio de Salud.
Pero con el recrudecimiento de los brotes, la situación ha sido más compleja: si desde marzo a diciembre de 2020 se hicieron 557 traslados, en los tres meses que van de este año se han requerido 550 aeroevacuaciones de emergencia.
Otra variación que se aprecia en la evolución de la pandemia son las ciudades de origen de los traslados. La tendencia durante la primera ola de 2020 fue derivar a pacientes infectados desde Santiago hacia regiones que tenían más disponibilidad de unidades críticas. Entre mayo y junio de ese año se hicieron 139 traslados desde la capital hacia otras zonas del país. Luego, durante los meses de agosto hasta diciembre, la tendencia fue trasladar a contagiados graves desde distintas regiones hacia Santiago. En ese periodo se realizaron 113 viajes desde Punta Arenas, 27 desde Puerto Natales, 26 desde Temuco y 19 desde Arica.
El médico y coordinador público-privado del manejo prehospitalario del paciente Covid-19, Rodrigo Hernández, explica que “durante enero, febrero y marzo sacamos muchos pacientes desde regiones hacia Santiago, desde Antofagasta y Temuco, principalmente”. Se han realizado 161 y 60 viajes, respectivamente, en esos meses y desde esas ciudades. “Pero ahora, como hay una alta tasa de ocupación de las UCI en todo el país, estamos haciendo principalmente traslados interregionales”.
Los recorridos más cortos, dentro de las regiones o hacia regiones más próximas, es uno de los principales cambios en la actual estrategia de los traslados. Para eso han dividido el país en bloques. “Por ejemplo, se priorizarán los traslados desde Iquique a Arica, porque Arica tiene más camas críticas libres. También de Curanilahue a Castro”, recalca Hernández.
Esta modificación en la estrategia de los traslados se debe también al aumento de los vuelos. Si el año pasado se realizaban entre tres y ocho viajes diarios, este año se están haciendo entre 10 y 15 por día. Uno de los motivos se debe a la alta demanda por camas críticas en todo el país, la saturación de las UCI a nivel nacional y la creciente cantidad de contagios diarios. “El año pasado fue muy distinto, puesto que el alza de los contagios no fue en forma simultánea (...), como está ocurriendo ahora”, explica la doctora Méndez.
El perfil de los pacientes trasladados también se ha alterado. “Al comienzo hubo una media de edad por sobre los 60 años, entre los 64 y 65. Pero los que se están trasladando ahora bajaron notablemente de edad, son todos menores de 60 años”, confirma Patricia Méndez, directora del Servicio de Salud Metropolitano Central, quien además está a cargo de la estrategia de las aeroevacuaciones médicas. La doctora añade que en los últimos días ”se hizo un traslado de una mujer de 24 años”.
Servicio de cama a cama
El doctor Barreto explica que la parte más compleja del traslado es ingresar a los pacientes en las incubadoras. Sin embargo, desde el Samu Metropolitano ya cuentan con la experiencia para este procedimiento y se han encargado de instruir a los Samu regionales en la tarea. “Como Samu Metropolitano comenzamos a trasladar pacientes desde Santiago hacia regiones. Entonces, nosotros los encapsulamos, los subimos al avión, aterrizamos, bajamos con el paciente y lo entregamos al Samu regional y junto a ellos los dejamos en la cama crítica. O sea que era un servicio de cama a cama”, explica.
Los pacientes deben ser encapsulados por las sustancias desinfectantes que utilizan regularmente los médicos para descontaminar las áreas en las que están las personas infectadas, como el cloro, que puede corroer el material de los aviones. Por otra parte, debido a la escasez de pilotos, se decidió tomar todas las medidas preventivas de posibles contagios. “Esa era una de las condiciones de la Fuerza Aérea para trasladar a un paciente altamente infeccioso”, relata el doctor Barreto.
Hasta a fecha, no ha fallecido ni se ha complicado ningún paciente en los más de mil vuelos que se han completado. “Somos súper estrictos y rigurosos con los criterios de traslado. Tampoco se ha infectado nadie de la tripulación, ni de los teams de la Fuerza Aérea ni del Samu, porque tomamos todas las precauciones del caso”, confirma el doctor Hernández.
Una vez dentro del avión, se clasifican tres principales zonas. En el área denominada como “contaminada” o sucia” se encuentran los pacientes en sus cápsulas. En las aeroambulancias ya hay camillas sobre las cuales pueden ser colocados, pero en el caso de los aviones Hércules, estos tuvieron que ser modificados para permitirles trasladar a personas en estado crítico. “En el avión no hay repisas para poner las camillas, pero hay unas eslingas con sus sujetadores donde se pone la cápsula y se amarra. Así que los pacientes van amarraditos, dos a cada lado”, explica Barreto. “A veces los movimientos del avión no son muy suaves, pero este sistema permite que se mantenga más la estabilización de la cápsula”, agrega.
Pero no todos los pacientes pueden ser trasladados. Deben cumplir ciertos criterios. Por ejemplo, si viaja en una aeroambulancia, se debe considerar que la distancia entre los hombros no supere los 60 centímetros, de lo contrario no podrá pasar a través de la puerta del avión al interior de la cápsula. Además, el paciente debe pesar menos de 120 kilos, ya que las camillas de la nave no soportan más peso. Con respecto a la altura, ninguna persona que mida más de 1,95 podrá viajar dentro de la cápsula, por temas de espacio. “Esos pacientes no son trasladados por aire, sino por tierra, o los dejamos en el lugar en el que están. Pero siguen siendo atendidos”, aclara el doctor Hernández.
En cambio, si la persona es trasladada en el avión Hércules, “no es tan limitante para el paciente, porque tiene una puerta grande donde puede entrar hasta un auto”, explica Hernández. Sin embargo, también hay un peso corporal máximo por persona: 115 kilos. Por otra parte, las personas contagiadas trasladadas no pueden tener enfermedades graves, ya que podrían descompensarse durante el vuelo. “Por ejemplo, un neumotórax se podría complicar”, agrega el médico.
En las aeroambulancias, además, pueden viajar entre uno y dos pacientes, mientras que el avión Hércules puede trasladar a cuatro personas en estado crítico a la vez. Por lo general, cada paciente viaja con tres funcionarios a su cargo: un doctor, una enfermera y un tens. En el caso de los aviones de la FACh, también se incorpora un auxiliar que monitorea el funcionamiento de la nave. Y si bien estos aviones tienen la autonomía suficiente para recorrer todo el territorio nacional, de norte a sur, las aeroambulancias tienen diferentes alcances, dependiendo de sus tamaños. Las más grandes hacen recorridos de Santiago a Punta Arenas y las menores viajan a ciudades más pequeñas, donde las pistas de aterrizaje son más cortas.
Otro aspecto importante es que “las personas que vuelan con nosotros no son del personal que está en turno, sino que es gente que está en su día libre”, confirma Barreto. Esta decisión fue tomada para que la cantidad de trabajadores de la Salud del Samu Metropolitano, disponibles en la capital, no disminuyera significativamente a propósito de los traslados aéreos. Por lo tanto, el doctor señala que “es un tremendo desafío mover a los pacientes”, pues implica una gestión y colaboración de múltiples actores y con tareas rigurosas que cumplir.
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