Claudio Grossman: “Todavía hay una gran simpatía por el Presidente Boric (...), pero la pérdida del plebiscito generó dudas respecto de su liderazgo”
El presidente del Instituto Interamericano de Derechos Humanos analiza la política exterior que ha impulsado este gobierno. Sobre los errores que han marcado la instalación de algunos de sus embajadores o el impasse que protagonizó el propio Mandatario con el representante de Israel en Chile, el jurista asegura que no son "irreparables", pero que se debe repensar el proceso de toma de decisiones que los llevaron a esas equivocaciones.
Es martes 18 de octubre y Claudio Grossman pasa su último día en Chile dando una conferencia sobre el desarrollo progresivo del derecho internacional en el Hotel Ritz Carlton. A salón lleno, el exagente de Chile en La Haya responde las últimas preguntas de su audiencia, donde destacan figuras como excancilleres, embajadores y exrepresentantes de Chile en el exterior.
El abogado no esconde su mirada crítica sobre cómo la administración del Presidente Gabriel Boric ha enfocado su estrategia en materia de política exterior. Más allá de la negativa del Mandatario a postularlo al cupo que quedó vacante en la Corte Internacional de Justicia -respecto de la que asegura no tener resentimientos-, apunta a revisar los procesos de toma de decisiones que han dejado al país en posiciones complicadas ante la mirada internacional.
“Esos daños no son irreparables”, repite.
Ha dicho, sobre el estado actual de la política exterior chilena, que el jurado sigue deliberando, pero con los elementos que hay sobre la mesa actualmente ¿qué evaluación hace?
Cuando digo eso me refiero a que hay cuestiones en las que es importante ver la reacción de la comunidad internacional, distintos sectores, y que están pendientes de ser aclaradas. Por un lado, el tema del TPP11. Porque desde luego causa incertidumbre el hecho de que se ratifique, pero se expresa que se va a dilatar su depósito. Eso tiene que ver con ese tratado específico, pero también con la proyección internacional de Chile. Tenemos también la duda sobre el rol de los derechos humanos en la política exterior.
¿Usted tiene una mirada crítica de que el gobierno haya fijado eso como una prioridad en su acción?
Una mirada de análisis. Acá hay una expectativa respecto de Chile. Por ejemplo, me gustaría saber más sobre qué reflexión teórica y práctica hay del rol de los DD.HH. en la conducción de la política exterior. ¿Hay una intención de que por cada situación de violaciones sistemáticas de derechos humanos habrá declaraciones de la Cancillería? No está claro eso. Las ha habido con Nicaragua o Venezuela, pero no con la situación de las mujeres en Irán. Ahora, ¿corresponde hacer una declaración cada vez que ocurra esto? Eso habría que verlo. Me interesaría también saber qué procesos se han puesto en pie para efectuar procesos de consulta que convoquen actores autorizados en la comunidad de derechos humanos, con el objeto de tener una discusión que se traduzca en políticas concretas en la materia. Yo fui el primer relator en los temas de la mujer, hice los primeros informes sobre esos temas, que es muy importante. Pero cómo se materializa un enfoque de esa naturaleza en relación a crisis contemporáneas. Mire lo de Afganistán, lo de Irán. No estoy diciendo que haya que hacer una declaración cada vez, pero la legitimidad tiene que ver también con plantearse los problemas de consistencia de los países.
Chile fue elegido en el Consejo de Derechos Humanos.
Eso es bien importante, pero estas preguntas que me hago son relevantes con el objeto incluso de anticipar la actuación de Chile en ese consejo.
¿Ha visto falta de consistencia en el relato de Chile?
No estoy expresando opiniones... por mis responsabilidades internacionales... Pero esas son inquietudes legítimas. Es importante hacer ese análisis. Y esa reflexión tiene que ser una reflexión transparente y pública. He visto reacciones diferentes, entonces, hay que pensar qué procesos de toma de decisiones deben activarse para asegurar la mejor representación de los intereses nacionales, sino se pierde legitimidad.
La política exterior de Chile comenzó a ser fuertemente cuestionada durante la administración del Presidente Sebastián Piñera por episodios como los de Cúcuta. Sin embargo, este gobierno tampoco ha logrado evadir las críticas. ¿A qué lo atribuye?
No quiero hacer comparaciones entre dos gobiernos diferentes. Estoy en una posición de tratar de entender. Por eso digo que el jurado no ha dado su veredicto. No tengo responsabilidades gubernamentales ni quiero tener. Pero me desempeño como académico y además trabajo en temas de derechos humanos y por eso me gustaría tener mayor claridad sobre la articulación de la política exterior de Chile.
El Presidente Boric es popular en la región, pero hay voces que señalan que eso no ha decantado en que él tenga un liderazgo real en la articulación de América Latina. ¿Cómo lo percibe usted?
Había una gran expectativa sobre el Presidente de Chile, el más joven del mundo. Todavía hay una gran simpatía por el Presidente Boric, a lo que él representa, y eso continúa. Pienso, sin embargo, que la pérdida del plebiscito generó preguntas y dudas respecto del liderazgo del Presidente, porque siempre hay un factor importante en relaciones internacionales, que es la política interna. ¿En qué sentido? Si hay una percepción de desacuerdo, otros actores internacionales pueden pensar que no es recomendable llegar a ciertos acuerdos con una persona. No digo que eso esté ocurriendo en esos términos, pero esas cosas afectan. Estamos viviendo un momento de incertidumbre, en que hubo un llamado de atención producto del resultado del plebiscito, porque el gobierno tomó una posición y eso hace que el mundo internacional piense cuál es la solidez de algunas de las peticiones que ha tenido el Presidente. Estos no son daños irreparables. Insisto: el jurado no ha dado su veredicto. Ahora, ha habido situaciones que tienen que ver con cuestiones de experiencia, cumplimientos de protocolos.
Como lo que ocurrió con Israel.
Claro.
¿Cuánto margen tiene Chile para incurrir en estos impasses sin ver afectada su imagen?
Esas cosas tuvieron un impacto, pero no son irreparables. Es importante revisar los mecanismos... Mire, mi papá decía: “Si uno camina por la calle, pone un pie en un hoyo y se lo quiebra, es mala suerte. Si después de tres meses en el hospital va caminando por la misma calle y mete el mismo pie en el mismo hoyo no es mala suerte”. Entonces, desde el punto de vista de la gobernabilidad y proyectar valores, es importante revisar procesos de toma de decisiones que condujeron a decisiones equivocadas.
“En mi lista de resentimientos esto no está”
Hablando del TPP11, ¿cómo lee las señales que se han dado ante la estrategia de las denominadas side letters?
Tengo una gran apreciación por Heraldo Muñoz. Yo tuve un almuerzo con él y otros excancilleres como José Miguel Insulza, José Antonio Viera-Gallo, también con Carlos Portales, y le diría que no puedo articular mejor que Heraldo (Muñoz) la opinión que tengo sobre el TPP11. Porque ha habido errores de conocimiento en esto, por eso invito a revisar la crítica convincente que hace él de esto. Además, a mí me hace dudar que la protección a la soberanía se logra sustituyendo un conflicto con una empresa por un conflicto con países grandes y poderosos.
¿Y sobre esta estrategia de dilatar el depósito?
He escuchado argumentos que encuentro convincentes y que dicen que acá hay un tema que provoca inquietud. Porque pareciera que se anuncia algo con la mano y se borra con el codo. Además, uno puede tener el argumento de que estamos negociando y eso requiere un cierto nivel de confidencialidad. Pero hay actores con quienes no se puede tener confidencialidad, por ejemplo, con excancilleres, comisiones del Congreso, en fin.
¿Cómo ve un posible ascenso de Lula y el efecto que eso pueda tener en el rol del Presidente Boric y Gustavo Petro? Algunos han proyectado una alianza de izquierda que ordene y devuelva mayor peso a la región.
Falta despejar muchos factores para hacer ese análisis. Puede haber conceptos similares en algunos temas, sin duda. Siempre es importante buscar alianzas y lo central en la conducción de la política exterior es poner los intereses del país presentes. Ofrece posibilidades interesantes, sin ninguna duda. Pero todo esto requiere de una articulación de procesos de toma de decisiones que reflejen la voluntad nacional. Hay una tradición de consenso en el país en la conducción de la política exterior y a mí me parece importante que eso continúe.
Se ha perdido un poco eso, ¿no?
¿Usted cree eso?
Lo desprendo de sus palabras.
Es importante que siga esa tradición.
Usted ha dicho que Chile perdió una oportunidad histórica al no postularlo a la CIJ. El gobierno -sin embargo- argumentó que, entre otros factores, no respaldaría su candidatura porque los esfuerzos estaban puestos en la del Consejo de la ONU, donde obtuvieron primera mayoría. ¿Cómo recibió esa noticia?
Creo que el apoyo del candidato de Bolsonaro a la CIJ sobre la base de una tradición que no existe y razonamientos que confunden una candidatura ordinaria con una extraordinaria -no hay intercambio de votos, no se puede planificar a meses porque se murió un juez- requiere pensar los procesos de toma de decisiones. Porque siempre hay que buscar tomar decisiones con todos los antecedentes sobre la mesa y en eso fue una oportunidad perdida. Desde el punto de vista personal, tengo grandes oportunidades de contribuir; en la Comisión de Derecho Internacional, como presidente del Instituto Interamericano, me he sentido muy apoyado y honrado por las demostraciones nacionales e internacionales de afecto. Entonces aquí el tema no es personal, sino que no me pareció adecuado no llevar una candidatura nacional. En mi lista de resentimientos esto no está. Y como dije en mi declaración, con mucho gusto cooperaré para que se creen condiciones en el futuro para que eso se produzca.
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