Coppola se despide de los Corleone con la versión definitiva de El Padrino III
El director de Apocalipsis Ahora (1979) realizó un nuevo montaje, cambió el título y modificó el inicio y el final de una película que no gustó a todo el mundo cuando se estreno hace 30 años. Ahora se llama El Padrino III. Epílogo: La Muerte de Michael Corleone y se puede ver desde mañana en plataformas como Apple TV y Google Play.
La película más esperada del año 1990 era, con seguridad, El padrino III, la anhelada conclusión de la saga sobre el crimen organizado que Francis Ford Coppola había comenzado en 1972 con Marlon Brando y Al Pacino y revivido dos años después con una segunda parte para muchos aún mejor, otra vez con Pacino, pero esta vez con Robert De Niro como un joven Vito Corleone. La vara era comprensiblemente demasiado alta para una tercera parte y el propio Coppola se resistió durante 17 años a las ofertas de Paramount por concluir la serie. Sólo la participación de Mario Puzo, el autor de la novela original, lo persuadió a hincarle el diente al proyecto y el 20 de diciembre de 1990, a modo de regalo de Navidad, el director ítaloamericano estrenó El padrino III. La película no estuvo a la altura de las expectativas y la propia hija del cineasta, Sofía Coppola, no sólo fue acribillada a balazos en pantalla, sino que fuera de ella por las críticas furiosas en su debut y despedida como actriz.
Es probable que El padrino III haya sido innecesaria después de las dos obras maestras que la precedieron, pero es aún más posible que para el propio Coppola se haya tratado de una espina que su nueva versión pretende extraer dentro de una carrera donde hay al menos otras dos reversiones de viejas obras: Apocalipsis ahora (1979) y Cotton Club (1984). El largometraje se estrenó el viernes pasado en salas limitadas en Estados Unidos y Europa y desde este martes 8 de diciembre estará disponible en plataformas pagadas en todo el mundo: en Chile se puede ver a través de Apple TV y Google Play. Su título es pomposo y contiene una suerte de spoiler, pero de alguna manera es más acertado que el anterior. Se llama El padrino III. Epílogo: La muerte de Michael Corleone.
Como el propio cineasta dice en el trailer promocional, la película no busca ser la tercera parte de nada. Por eso ahora decidió subtitularla Epílogo (en inglés es Coda, palabra aún más acertada), expresión que indica más bien la intención de ser un final donde confluyan la moral de la primera y la segunda parte. Hay algunas actuaciones que se acortan, cambian el inicio y el final y se precisan más las relaciones de Michael Corleone con el Vaticano.
En este último sentido, la modificación más significativa se produce en un cambio de orden de escenas (alerta de spoiler): el filme parte con la conversación que mantienen Michael Corleone (Al Pacino) y el arzobispo Gilday (Donal Donnelly) para que el primero adquiera el consorcio de bienes raíces Immobiliare por 600 millones de dólares. Lo que hace el director es insertar en el comienzo un pasaje que ocurría a la media hora de metraje, vinculando los negocios de la mafia y el Vaticano desde el principio.
La otra modificación relevante (alerta de spoiler) se produce hacia el final, en la escena en que Michael Corleone, casi octogenario, está sentado en una silla y contempla el atardecer en una casa en Sicilia: en la versión original se deslizaba hacia un lado, caía y moría, en un guiño a la muerte de su padre Vito Corleone en El padrino I; ahora el corte y el fundido a negro se producen antes de que muera. Parecería una broma pesada que una cinta subtitulada La muerte de Michael Corleone no contenga precisamente ese acontecimiento, pero la interpretación que han dado los críticos es que en el nuevo título se alude a la muerte interior del personaje.
En rigor no son más de cinco minutos los que Coppola redujo de la duración original (de 162 minutos bajó a 157) y estos tienen que ver sobre todo con leves cortes a los personajes de Don Altobello (Eli Wallach) y Vincent Mancini (Andy Garcia), el hijo no reconocido de Sonny Corleone (James Caan, en El Padrino I). Al primero le eliminó la escena en que visita a un enfermo Michael recuperándose de un ataque de diabetes en el hospital, mientras que al potencial heredero de la familia Corleone le extrajo el pasaje en que le pide permiso a su tía Conny Corleone (Talia Shire) para matar al infame Joey Zasa (Joe Mantegna).
Estrenada en un año donde además se produjo una explosión de muy buenas películas de mafia (entre ellas Tiro de gracia de Phil Joanou, De paseo a la muerte de los hermanos Joel y Ethan Coen, El Rey de Nueva York de Abel Ferrara y, sobre todo, Buenos muchachos de Martin Scorsese), El padrino III tuvo que luchar contras las expectativas y contra los precedentes de todas las cintas mencionadas. Tuvo, de cierta manera, mala suerte. Pero, hay que reconocerlo, es menor en comparación a El padrino I y El padrino II.
Muchos vieron además que la inclusión de Sofía Coppola en el rol de Mary Corleone, la hija de Michael, era una prueba flagrante de nepotismo en Hollywood. La hija del cineasta nunca fue actriz y su actuación, sin ser un desastre, no estaba a la altura del resto del casting ni al nivel de toda la leyenda creada por las anteriores partes de la saga. A favor de Sofía Coppola hay que decir que al menos se pudo redimir como una muy buena cineasta en décadas posteriores y que en rigor fue una solución de última hora: Winona Ryder era la elegida para el personaje, pero sufrió un colapso nervioso antes del inicio del rodaje y Coppola decidió reemplazarla por su propia hija.
Irónicamente le hizo pagar a ella el precio de ser hija de un príncipe de Hollywood de la misma manera que Mary Corleone pagaba en pantalla la condición de ser hija de un capo de la mafia.
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