De las Malvinas al “cuento de hadas” de Carlos y Diana: cómo es el vibrante retorno de The Crown
El último ciclo de Olivia Colman en el rol principal, que llega este domingo a Netflix, viene marcado por los tiempos de cambios que encarnan Margaret Thatcher y Lady Di, en tensión con la familia real y su tradición. La Tercera PM pudo ver los nuevos capítulos, aunque esta crónica no contiene spoilers.
En la época más prolífica de la historia de la ficción televisiva, pareciera que cualquier título se levanta como un fenómeno de masas, en semanas no tarda en diluirse, terminar de apagarse y enseguida es relevado por otra producción que le arrebata el casillero de éxito del momento.
Quizá porque su sujeto de estudio tiene dimensiones gigantescas o quizá porque nació en un período menos agitado de la industria –o porque se trata de la producción más cara hoy al aire–, The Crown es, desde su estreno en 2016, lo más parecido a un clásico reciente de las series y en específico del streaming.
Acomodada en ese estatus de imprescindible, este domingo la ficción de Netflix sobre la realeza británica lanza la que debe ser una de sus temporadas dotadas de elementos de mayor interés en lo político e íntimo. Un regreso marcado por el arribo de dos figuras que acechan la hegemonía de Isabel II (Olivia Colman) al centro del relato: Margaret Thatcher (Gillian Anderson) y Diana Spencer (Emma Corrin).
Impecable como siempre en su recreación y con valores de producción descollantes, la serie las introduce a ambas en el primer episodio. A una, a las puertas de ser elegida como la primera mujer en llegar a ser primera ministra de Inglaterra, y a la otra en su espontáneo primer encuentro con Carlos (Josh O’Connor). Ambas, sobre todo en sus apariciones, pero también fuera de pantalla, definen los tiempos de cambio que rodean a la familia real.
Ambas son sometidas al escrutinio de Isabel y su clan en uno de los primeros capítulos, en que visitan en fines de semanas diferentes a los Windsor. Thatcher termina de generar extrañeza entre la realeza, que tiene sus rituales definidos y rígidos, mientras que Diana encanta al punto que esa estadía catapulta su compromiso con Carlos.
Pero no hay cabida para endulzamientos en este ciclo de The Crown. La historia del matrimonio tiene esbozos de cuento de hadas, pero se precipita hacia el desencanto y la decepción. Presentada en el ciclo anterior, Camila (Emerald Fennell) sigue al centro de la trama de la serie, por su historia de amor imposible con el heredero al trono, con quien nunca pierde contacto.
Lady Di es el retrato de la más dura soledad en el Palacio de Buckingham –su bulimina también es parte del relato, y la ficción incorpora advertencias al inicio de algunos capítulos–, mientras que también es foco del mayor fervor popular que recuerde la corona británica.
Un remezón similar genera Thatcher, en tensión con Isabel por sus diferentes estilos y sus choques ante sucesos que definieron la época. En particular la guerra de las Malvinas, que viene marcada por la resistencia de la jefa de Estado y el entusiasmo de la líder conservadora por llevar tropas a Sudamérica.
Con mayor o menor importancia, el conflicto entre Inglaterra y Argentina ocupa más de un capítulo, pero se aborda como una excusa para profundizar en las discrepancias entre ambas mujeres y la Gran Bretaña de Thatcher. Y como muestra de cómo la realeza es puesta en jaque como pocas veces en los años 80.
Pero no es lo único: otro capítulo está dedicado cien por ciento a la clase trabajadora, a través de los ojos de Michael Fagan, el hombre que en julio de 1982 Buckingham apareció a los pies de la cama de Isabel para simplemente hablar de cuán roto creía que estaba el país bajo la administración de la jefa de gobierno. Otra forma de abordar la sacudida que enfrenta su protagonista -interpretada por última vez por Olivia Colman-, a estas alturas uno de los mayores iconos de la televisión del siglo XXI.
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