Delfina Guzmán, actriz: “Nunca le tomé el peso a la pandemia, pero no ver a mi familia me afecta mucho”
A los 92 años la actriz retoma hoy a través de Zoom las funciones de Aliento, el monólogo sobre la vejez y la eutanasia que estrenó el año pasado y presentó solo tres veces debido al estallido social. La obra se presenta hasta el 8 de noviembre en la plataforma del GAM.
“No ver a mi familia es lo peor que me puede pasar”, dice Delfina Guzmán (92) al teléfono. Madre de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos, a la actriz le gustan las reuniones familiares numerosas. Pero la pandemia la ha mantenido alejada de su clan y se ha limitado a la compañía diaria de sus cuidadores, Lucy y Pedro. “Son dos ángeles que tengo”, comenta.
La actriz ha vivido la pandemia en casa, con visitas de sus hijos por turno y, pese a encontrarse entre el grupo de riesgo debido a su edad, sin miedo al contagio. “Te voy a decir algo bien espantoso, pero te lo voy a decir”, advierte. “Cuando me asustan con el coronavirus, les digo que me encantaría que me diera para ver si es cierto. Así que nunca le tomé el peso a la pandemia como tal, pero el no poder ver a los niños, que vengan todos, eso me afecta mucho. Eso me ha sacado de quicio. Es como si estuviera en el aire, esa es la sensación que tengo”, dice.
El confinamiento la ha obligado a sumergirse en la plataforma Zoom, no solo para la comunicación familiar, sino que también para actuar por primera vez en este formato digital. Desde hoy y hasta el 8 de noviembre Delfina Guzmán presentará el monólogo Aliento, coproducido por GAM, escrito por Elisa Zulueta y dirigido por Álvaro Viguera. El mismo montaje fue estrenado en octubre del año pasado y alcanzó a tener solo tres funciones antes del estallido social.
“El monólogo es una maravilla, mijita. El texto lo escribió Elisa Zulueta y es precioso. Es tristón porque es sobre la eutanasia. En el teatro yo alcancé a hacer tres funciones, una en una salita chica y después me tiraron a la sala grande donde habían 250 personas y yo sola ahí en frente, casi me morí cuando entré, pero salió fantástico. Lo que pasa es que es muy bonito el texto, lo que plantea sobre la eutanasia de hacer con tu cuerpo lo que tú quieras, es muy bonito”, comenta Delfina Guzmán.
En Aliento Delfina Guzmán interpreta a Lupe, una mujer de 92 años que reflexiona en tornor a la vejez, la eutanasia y la muerte.
¿Se identifica con el personaje de Lupe?
Uno cuando hace un personaje se identifica en parte. Siempre está como esa doble personalidad porque tú estás entregando el texto y con racionalidad propia, pero de repente yo hago cosas que no había pensado y que son parte del personaje. Es muy bonita esa duplicidad de acciones que tiene una actriz con su personaje. Por lo pronto, me identifico con la idea de la eutanasia y por cómo la fundamenta, como el derecho a hacer de tu cuerpo lo que a ti se te antoje porque es tuyo. Y si Dios se enoja que se quede bien callado, porque él dice que la vida que nos dió es un regalo y los regalos no se le quitan a nadie.
Ahora el monólogo lo hará a través de Zoom ¿le complica la transformación digital?
Lo que pasa es que con el muchacho que me dirige, Alvaro Viguera, tengo una relación con él como de hijo. Entonces todo me lo facilita. Es feo que te lo diga, pero sabes que la gente me adora, tengo suerte. Entonces la gente es muy cariñosa, entonces todo se me facilita para que no pase molestias, no me incomode. Así que no me complicó para nada. Mira están todos los actores y directores en esto, la gente de teatro está muy entusiasmada buscando una forma ya que los teatros están cerrados. Ahora tú comprendes que para mí no es lo mismo, ni parecido, pero se puede hacer.
¿Cómo ve la crisis que ha vivido el sector cultural durante estos meses?
Mira la gente de la cultura ha trabajado imparablemente y están haciendo obras por Zoom. La cultura no va nunca a desaparecer, se va a defender hasta el último momento. La cultura va a seguir creciendo a como dé lugar, tengo absoluta seguridad de eso.
"Nunca fui víctima”
De joven Delfina Guzmán mostró una autonomía que la distinguió entre las mujeres de su tiempo y la distanció de su clase. Entró a estudiar teatro, adoptó una postura política de izquierda, se separó y sufrió la pérdida de la tuición de sus dos primeros hijos. “Imagínate tú, cuando yo a los 27 años me metí al Partido Comunista... y mi familia es beata, católica apostólica romana, qué no me dijeron. Yo hago lo que pienso que tengo que hacer no más”, dice hoy.
¿Cree que en la sociedad de hoy habría sido menos juzgada?
Mira yo creo que se ha avanzado mucho en el sentido de los derechos de las mujeres. Solo que el lloriqueo a mí me latea un poco, eso de la mujer víctima me latea bastante. Yo nunca fui víctima de nadie, de mi familia no más. Yo creo que las mujeres somos triunfadoras por el hecho de ser mujeres.
¿Se considera feminista?
Sí, fijate. Yo estoy enamorada de la raza humana y me carga poner en contradicción a los hombres con las mujeres. Somos distintos en lo físico, pero los derechos y las opciones tienen que ser exactamente las mismas. Somos seres humanos.
¿Cómo ha sido para usted ser adulta mayor en Chile?
Mira yo tengo 92 años y nunca he tenido problemas con mi edad. O sea, problemas tengo porque encuentro que el cuerpo se va poniendo muy cargante. Las fallas al oído, para comer, la edad limita y la limitación viene a través del cuerpo, no de la cabeza.
¿Qué le parecieron las manifestaciones sociales en octubre del año pasado?
El impacto más grande que he tenido en Chile en lo político y social es esa salida de las dos millones de personas. Yo casi me morí cuando vi eso, porque no me imaginé nunca que había tanta gente dispuesta a defender a cómo de lugar. Es uno de los actos más lindos que me ha tocado presenciar.
Recientemente usted participó en la franja del Apruebo.
Ay, ¿salí ya? No me he visto. Es que soy muy amiga de Pepe Auth, entonces vinieron acá a la casa. Y sí, por supuesto que apruebo.
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