Del Chupete Suazo a Johnny Herrera: el mal morir del ídolo en el fútbol chileno

Herrera

El arquero de Universidad de Chile es apenas uno más de los futbolistas emblemáticos que han terminado divorciados de sus clubes. En el último tiempo, principalmente desde que se instauró el sistema de las sociedades anónimas, el fenómeno se ha incrementado.


La controversia en torno a la situación que atraviesa Johnny Herrera en Universidad de Chile tiene aún varios capítulos por escribir. Es evidente que la relación entre el arquero y el técnico azul Alfredo Arias está rota y que habrá que apelar a alguna ingeniosa fórmula para intentar recomponerla sin que exista garantía de un buen resultado. Mientras el estratega se refugia en las atribuciones que le confiere su función, el golero tiene a su haber el multitudinario respaldo de los hinchas. Para los fanáticos estudiantiles Herrera es intocable. Para el técnico, ya no. Y para el club, en la línea de la decisión del estratega, ya parece que tampoco.

En el intertanto surge una inquietud que puede extrapolarse a otros casos e instituciones y que arroja un extenso historial de desaires o de abruptos o involuntarios términos.  Iván Zamorano pudo cumplir el sueño de su padre de que vistiera la casaquilla alba. En 2003, Bam Bam jugó prácticamente gratis por Colo Colo. Marcó ocho goles, aunque el término de su campaña la empañó la agresión a Carlos Chandía en la final ante Cobreloa en Calama, que le costó un duro castigo y, a la postre, el retiro. Marcelo Salas pudo volver a la U, aunque sin reeditar los títulos que consiguió en la primera parte de su carrera.

Marcelo Barticciotto, ídolo de Colo Colo,  analiza el conflicto que envuelve al guardameta universitario desde la experiencia. "Me parece que hay que separar. A algunos ídolos, en sus clubes los han tratado bien, a otros no tanto. Las sociedades anónimas se han puesto más frías, más cuadradas, es más negocio. De repente, muchos dirigentes no conocen la historia de los clubes en los que están y eso hace que no se pongan en el lugar de la gente, del cariño que le tiene a sus ídolos. Es complejo. Más allá de esta guerra que se armó, Johnny es muy franco. De repente tiene razón o no, pero habla y eso no les gusta. El técnico tiene la potestad de no ponerlo, pero la salida tiene que ser más armónica. El cariño de la gente va a seguir existiendo. Y eso no se cambia por nada. Yo no lo cambio por nada", dice.

La misma U había vivido un caso apenas menos traumático que el de Herrera. A fines de 2015, con 32 años, José Rojas tuvo que dejar el club en el que había sido capitán ininterrumpidamente desde 2011. En esa condición, le correspondió levantar ocho trofeos, nacionales e internacionales, una marca que supera la del también histórico Luis Musrri. Ganó dos más. Sin embargo, en diciembre de 2015 no logró acordar la renovación de contrato con Azul Azul y tuvo que partir. Los hinchas, al menos, le tributaron una ovación en el duelo frente a Huachipato que se transformó en su despedida. Rojas deambuló por Argentina, donde defendió a Belgrano, y España, donde actuó en el Lorca, antes de volver a Chile para ponerse la camiseta de San Luis y, ahora, vestir la de los acereros.

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Foto: Photosport.[/caption]

La U no es la única que ha tenido que afrontar conflictos con sus jugadores emblemáticos. Universidad Católica también vivió un caso duro. En mayo de 2014, Milovan Mirosevic fue notificado de que no continuaría en el club. "Sentí como que me rompieron el corazón", declaró el volante. "Me hubiese gustado que la forma fuese distinta, me hubiese gustado que fuese en cancha para preparar mi despedida", explicó en esa oportunidad. Dos años más tarde, después de un paso por Unión Española, Milo volvió a San Carlos, casi a modo testimonial, pues apenas disputó dos partidos y no marcó goles. Las heridas cicatrizaron. En agosto de 2017, el mediocampista anunció su retiro. Ahora forma parte del staff del club como Coordinación de Promoción, un puesto vinculado a las divisiones inferiores.

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Hace un par de semanas, el nombre de Matías Fernández volvió a rondar por Macul. En la recta final de su carrera, los hinchas del Cacique soñaban con volver a verlo vestido con la camiseta alba, más aún considerando su inestable campaña en el Junior de Barranquilla, en Colombia. Matigol, ya de vuelta en América con un paso anterior por México, después de una campaña en Europa en la que no logró alcanzar el nivel que se sospechaba en 2006, cuando llegó a ser considerado como el Mejor Futbolista del continente, no recibió siquiera una señal de interés desde el Monumental. Mario Salas, escudado en una estructura del plantel que definió como anual, recurrió a un eufemismo para aquietar a los fanáticos. "Matías Fernández es un ídolo y tiene las puertas abiertas de Colo Colo", declaró el Comandante. Con una salvedad: no especificó cuando el calerano podría cruzar el umbral.

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Humberto Suazo, otro miembro del plantel que alcanzó la final de la Copa Sudamericana en 2006, de la mano de Claudio Borghi, volvió a los albos en diciembre de 2014, después de transformarse en ídolo en el Monterrey de México, una condición de la que también disfrutaba en Pedrero. Su segunda parte en Macul, en cambio, no terminó siendo placentera. De hecho, al margen de las críticas futbolísticas que recibió, terminó peleado con el técnico José Luis Sierra y enfrentado en tribunales con Blanco y Negro.

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Santiago Wanderers también ofrece un caso igual de complejo: el que afectó a David Pizarro. En julio de 2015, días después de que el Fantasista fuese parte de la consecución de la Copa América para Chile, el club anunciaba el retorno de un auténtico hijo pródigo. Después de brillar en Europa durante 16 años y llegar a defender a clubes de alcurnia como el Inter, la Roma, la Fiorentina y el Manchester City, el volante volvió a la Quinta Región. El club porteño tenía en su agenda, además de los compromisos nacionales, la Copa Sudamericana. Sin embargo, los problemas físicos impidieron que Pizarro siquiera se acercara al nivel que lo transformó en un futbolista connotado. El futbolista se quejó por tratamientos que consideró errados. Eso sumado a la precaria condición económica de la institución, lo fue desencantando.

Pizarro estuvo un período sin cobrar sueldos, como una forma de colaborar con la estabilidad financiera caturra. Sin embargo, a los fanáticos se les olvidaría ese gesto a raíz de la decisión que adoptó en 2017, cuando volvió a Universidad de Chile, al que ya había defendido en 2001, que le había abierto las puertas para retomar la forma física. Se ganó los rótulos de 'traidor' y de 'persona no grata'. Incluso la advertencia de que no volviera al Valparaíso que ayudó a hacer conocido a nivel mundial. "Los hinchas lo vamos a recibir de manera pésima. Con lienzos en las calles y en el mismo estadio. Para nosotros es un traidor", llegó a decir Pedro Cordero, director de la corporación Santiago Wanderers, en la antesala de una visita azul a la Quinta Región. El Sifup respaldó al jugador. Hubo pifias cuando lo nombraron y cada vez que tocó la pelota, un lienzo con la cara del jugador tarjado y volteado e insultos como "traidor" y "vendido" durante todo el partido, aunque su integridad física no corrió riesgos.

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Las excepciones

Hay casos felices también. En 2014, Luis Mena decidió ponerle término a su exitosa carrera como futbolista en Colo Colo, en la que consiguió 11 campeonatos nacionales y una Copa Chile. Había terminado su contrato, pero ya tenía una certeza: continuaría ligado a los albos. El Multicampeón fue primero embajador del Cacique y se abocó a labores de extensión del club, enfocadas principalmente en las tareas de carácter social. A mediados de 2015, comenzó a ejercer en el fútbol formativo. Este año consiguió el título nacional de la categoría Sub 17 como entrenador.

Diego Rivarola se despidió del fútbol en junio de 2012, en un evento que se realizó en el Estadio Nacional. Antes, en una situación que tiene ribetes parecidos a la que vive Herrera, aunque eclipsados por la exitosa campaña deportiva que los azules cumplían de la mano de Jorge Sampaoli, empezó a recibir señales evidentes. El casildense estimaba que Goku estaba para jugar apenas 30 minutos a la intensidad que pretendía aplicar. "Sampaoli, Sampoali, yo te quiero recordar, Rivarola es lo más grande, lo queremos ver jugar", se escuchaba en el Nacional con la misma melodía que atormentaba los oídos de Arias cuando la referencia era al suplente Herrera. El delantero, eso sí, evitó la polémica y hoy ocupa una oficina en la concesionaria que administra al club estudiantil como asesor y desarrolla actividades parecidas a las de Mena en Colo Colo.

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