Fact checking de Los Dos Papas: verdades y mentiras de la relación entre Ratzinger y Bergoglio

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La película de Fernando Meirelles recrea unos supuestos encuentros entre Benedicto XVI y Jorge Mario Bergoglio, antes de que éste fuera elegido Papa. Pero ¿qué hay de cierto en ello y qué hechos relatados por la película son fieles a la realidad? Evite leer este artículo si no ha visto la película.


La escena final de Los dos Papas –la película de Fernando Meirelles, estrenada la semana pasada en Netflix- muestra a Francisco compartiendo con su antecesor, Benedicto XVI, durante la final del Mundial de Brasil de 2014 entre Argentina y Alemania. Un episodio posible. Bergoglio es argentino, fanático del fútbol y fiel hincha del club San Lorenzo y, Joseph Ratzinger es alemán y socio honorario del Bayer Munich. Sin embargo, esa reunión nunca se produjo. Pese a que algunos denominaron entonces el encuentro como "la final de los dos Papas", lo cierto es que en esos días el Vaticano aseguró que no habría "cumbre papal" para ver el partido y, según relató a La Nación de Argentina el ceremoniero pontificio Guillermo Karcher, Bergoglio "no siguió casi ningún encuentro del mundial, (…) se propuso de entrada la neutralidad y ahí está". Y lo mismo agregó sobre Benedicto XVI. "No, no, el Papa emérito está retirado", aseguró.

Ese episodio es sólo uno de los muchos que muestra la película, pero que en realidad nunca sucedieron. La cinta no pretende ser un relato fidedigno de lo que realmente sucedió, sino que mostrar los dilemas que enfrentaba la Iglesia Católica, como aseguró Meirelles, quien se reconoce un admirador del Papa Francisco. Además, el propio guionista de la película Anthony McCarten aseguró a la revista Time que en la cinta "hay mucho de especulación", pero "lo ideal es que esa especulación se base en hechos y verdades". La principal de las especulaciones es el contenido de las conversaciones ficticias entre Bergoglio y Ratzinger. Pero, más allá de eso, ¿en qué acierta y en qué se equivoca la cinta protagonizada por Anthony Hopkins (como Joseph Ratzinger) y Jonathan Price (como Jorge Mario Bergoglio). ¿Qué hechos realmente sucedieron y cuáles son frutos de la exclusiva imaginación de McCarten? El siguiente es un fact checking de la película:

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El cónclave de 2005

La muerte de Juan Pablo II a inicios de abril de 2005 dio paso a un cónclave complejo. La disputa era entre elegir a un Papa de transición o uno que marcara un quiebre con los 26 años de pontificado de Karol Wojtyla. La cinta recrea correctamente los sucesos de esos días, la rápida elección de Joseph Ratzinger como Benedicto XVI y el surgimiento de Bergoglio como el segundo candidato más votado. Sin embargo, sugiere una rivalidad ideológica entre Ratzinger y el entonces cardenal argentino que nunca existió. El entonces arzobispo de Buenos Aires no era visto entonces como un progresista, sino como un jesuita conservador que había impulsado una rígida agenda valórica en su arquidiócesis, enfrentándose, además, a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Tampoco era una figura especialmente extrovertida como aparece en la cinta sino un hombre parco y reservado. Varios cardenales han comentado en privado el cambio que experimentó la personalidad pública de Bergoglio tras ser elegido Papa.

Ratzinger y Bergoglio: ¿rivales?

El centro de la historia se produce en 2012, siete años después de que Benedicto XVI fuera elegido Papa y da cuenta de una serie de encuentros privados entre el entonces pontífice y el cardenal Bergoglio, quien viaja a Roma para insistir en su deseo de dejar la arquidiócesis de Buenos Aires. No sólo no existe ningún registro de que esas reuniones se hayan realizado, sino que tampoco es efectivo que en ese entonces el cardenal argentino liderara una suerte de oposición progresista a la posición conservadora de Joseph Ratzinger y fuera la contracara de éste en la Iglesia católica.

Benedicto XVI tras asumir el papado marcó de inmediato un giro con su antecesor, dando un mayor espacio a la confrontación de ideas –como quedó en evidencia en el primer sínodo de su papado, en 2008, en el que incluso se debatió la eventual consagración como sacerdotes de hombres casados- y reinstalando en posiciones claves del Vaticano a representantes de órdenes religiosos como los propios jesuitas, marginadas de la Curia durante el papado de Juan Pablo II –incluso nombró como segundo de la Congregación para la Doctrina de la Fe al jesuita español Luis Ladaria.

Bergoglio, por su parte, si bien tuvo un rol decisivo en la conferencia de la Celam en la ciudad brasileña de Aparecida en 2007, para 2012 no estaba en la lista de los eventuales papabiles, porque era considerado demasiado viejo para el cargo, al tener más de 75 años. Se apostaba entonces por un Papa más joven. Ni siquiera tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI a inicios de 2013, su nombre apareció entre los favoritos. Las cartas que se barajaban entonces eran las del brasileño Odilio Scherer, el canadiense Marc Ouellett y el italiano Angelo Scola.

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La historia de Bergoglio en Argentina

Durante un también ficticio y muy poco probable diálogo entre Bergoglio y Benedicto XVI en una sala aledaña a la Capilla Sixtina, el entonces arzobispo de Buenos Aires recuerda sus años como provincial de los jesuitas argentinos durante la dictadura. Un periodo oscuro en la vida del actual Papa que lo persiguió por años. Esto porque dos jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics detenidos y torturados durante cinco meses por los militares transandinos acusaron a Bergoglio de no haberlos defendido, pese a haber prometido hacerlo. El actual Papa ha asegurado que se reunió con Jorge Videla y Emilio Massera para interceder por ellos, pero no tuvo éxito. Yorio, quien ya falleció, siempre lo consideró responsable, mientras que Jalics se reconcilió años después con Bergoglio y se reunió con él luego de haber sido elegido Papa.

Si bien la película da cuenta correctamente de esos sucesos, sugiere que a causa de ese caso fue removido del cargo de provincial jesuita y enviado a Córdoba. Lo cierto es que luego de dejar de ser provincial jesuita en 1980 –durante la dictadura argentina- pasó a ser rector del Colegio Máximo de San Miguel, cargo que ocupó por seis años. Sólo en 1990 fue enviado a Córdoba, período que el propio Bergoglio ha reconocido como uno de los más duros de su vida como sacerdote, en el que vivió un intenso proceso de introspección interna. El traslado se debió a divergencias al interior de la orden jesuita. Incluso el jesuita Andrés Swinnen -quien lo sucedió como provincial- le dijo directamente al periodista Javier Cámara, autor de una reconocida biografía del Papa Francisco que "a Bergoglio lo mandaron a Córdoba para que se dejara de joder".

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La posición de Benedicto XVI frente a los abusos

Uno de los puntos más polémicos de Los dos Papas son las referencias que hace la cinta a la lucha contra los abusos al interior de la Iglesia. Durante el citado diálogo junto a la Capilla Sixtina se plantea una dicotomía entre un Papa Benedicto XVI que supuestamente no había hecho nada para enfrentar el tema y un cardenal Jorge Mario Bergoglio decidido a limpiar la Iglesia. La realidad es radicalmente distinta. Joseph Ratzinger asumió una labor activa contra el tema una vez elegido Papa, e incluso en su mensaje de Semana Santa días antes de la muerte de Juan Pablo II llamó a no seguir escondiendo la mugre debajo de la alfombra en clara referencia a ese tema. Sólo semanas después de asumir emitió una dura condena contra un sacerdote italiano acusado de abusos y aceleró las investigaciones contra el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, a quien luego removió y condenó a una vida de oración, alejado de su actividad.

Jorge Mario Bergoglio, en tanto, tras asumir el papado en marzo de 2013 concentró su labor en la reforma de la Iglesia católica, pero no asumió un papel de liderazgo en la lucha contra los abusos. Si bien en 2013 creó la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, algunos de sus miembros más reputados como la irlandesa Marie Collins, renunciaron un año después por considerar que el Vaticano no estaba avanzando con la decisión necesaria en el combate contra la pedofilia. Fue sólo luego del fracaso del viaje a Chile y el caso de obispo Juan Barros que el actual Papa dio un giro y asumió el tema como un asunto central de su pontificado, convocando a la cumbre contra los abusos de febrero pasado en el Vaticano.

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