Jugar de local ya no es lo mismo: Las secuelas del factor campo vacío
La falta de público en las tribunas, a raíz del coronavirus, ha reducido la importancia de la localía en Chile y el mundo. Recintos que llenos eran inexpugnables, sin espectadores ya no lo son. La explicación es, fundamentalmente, anímica.
La localía ha sido, tradicionalmente, una ventaja para cualquier equipo. El conocimiento del campo y, sobre todo, el aliento de los hinchas son factores que, históricamente, se convierten en fortalezas para el dueño de casa y, consiguientemente, en una debilidad para el visitante. O viceversa, aunque en muchos menos casos. El coronavirus, que ha cambiado la vida para la humanidad, también empieza a echar por tierra esta lógica. En casi todo el planeta (salvo excepciones), los partidos se juegan sin público en las tribunas. El ambiente se recrea con cartones o animaciones virtuales y con cánticos por los altoparlantes, pero ni se acerca al que generan los fanáticos y su folclore. La presión desaparece y las visitas sacan cuentas alegres. La casa vacía no se respeta.
Los que más sufren son los grandes, acostumbrados a jugar con una muchedumbre apoyándolos e intimidando al rival. En Chile, por ejemplo, Colo Colo, históricamente inexpugnable en el Monumental, ha pasado a ser el peor local del torneo 2020 con 10 puntos, al igual que O’Higgins, hasta antes del fin de semana. El Cacique solo ha ganado tres de 12 partidos en Macul. La U, acostumbrada a jugar con una multitud en el Estadio Nacional, suma 21 unidades de 33 posibles.
La tendencia se replica en el caso de los grandes del extranjero. El Real Madrid está jugando en Valdebebas. Los merengues han aprovechado la ausencia de público para emprender la remodelación del Santiago Bernabéu. En esta Liga, perdió dos de seis partidos que ha disputado en casa con rivales menores: Cádiz y Alavés. En Argentina, ya se comenta el hecho de que La Bombonera vacía no es lo mismo. En efecto, de los últimos ocho partidos de los xeneizes como locales, solo ganaron tres: a Caracas, Newell’s y, anoche, a Racing. Empataron 0-0 con Libertad y 1-1 con Arsenal, mientras que cayeron 0-1 con Talleres, 1-2 con Lanús y 0-1 con Internacional.
Jugar en casa a puertas cerradas no es lo mismo. Una de las principales conclusiones a la que llegó el investigador del Departamento de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Alicante (UA), Carlos Cueva, es que la ventaja de los locales se redujo a la mitad por la ausencia de espectadores. En el artículo ‘Espíritus animales en el hermoso juego. Probando la presión social en el fútbol profesional durante el Covid-19’, el especialista muestra que antes del cierre de los estadios, el local ganaba un 45% de los partidos frente a un 29% de la visita. Tras el confinamiento, pasa a ser un 41% de triunfos del anfitrión, contra un 33% de los forasteros. Para el estudio, se recopilaron datos de más de 230.000 partidos desde 1993 hasta 2020 de 41 ligas y 30 países. “Se han comparado las proporciones de victorias, empates y derrotas, y los promedios de faltas y tarjetas de los equipos locales y visitantes antes y después de la pandemia”, explicó Cueva. “Además, en el análisis estadístico, controlamos otros factores potencialmente relevantes como el calendario liguero, la temporada, o si el cierre de estadios es total o parcial”, añade.
Otros dato que aportan a entender el fenómeno. Según el mismo estudio, en los partidos con público, a los equipos visitantes les marcan un 3% más de faltas y les sacan un 17% más tarjetas amarillas y un 33% más tarjetas rojas que a los locales. Tras el cierre de estadios, estas diferencias desaparecen. Las visitas tienen un 4 % más de posibilidades de ganar.
La Copa Libertadores es otro ejemplo. En el principal torneo de clubes a nivel sudamericano, jugar en casa ha sido históricamente un factor relevante. Sin embargo, el nuevo escenario afectó ese parámetro: considerada la fase de grupos, la efectividad de los anfitriones cayó desde el 65,6 % a apenas el 53,6 %.
“No es lo mismo”
El fenómeno no es solo cifras. Quizás la definición de Marcelo Bielsa en la antesala del partido entre el Liverpool y el Leeds United sintetice de la mejor forma el nuevo paradigma. “Vamos a jugar en Anfield, pero Anfield es Anfield solo si está lleno”, dijo antes del partido en que su escuadra la dio dura pelea a los Reds, con los que cayeron por 4-3, en uno de los mejores partidos del año.
Opiniones, por cierto, hay para todos los gustos. “Jugar sin hinchas es más triste que bailar con tu propia hermana. Se oyen los insultos y se pierde la intimidad de los buenos momentos, pero hay que entender que esto es un business que genera mucho dinero y, a pesar de que el espectáculo dista de cuando se juega con gente, puede ayudar a pasar el confinamiento”, dijo Luis Enrique, seleccionador español, en el programa Colgado del Aro, en Youtube.
Cristiano Ronaldo también siente que le falta algo. “Cuando juego de visitante me gusta que me silben porque eso me agranda y me genera ganas de jugar mejor”, dijo al medio portugués RTP. Y comparó: “Jugar sin hinchas es como ir al circo y no ver payasos. Como ir a un jardín y que no haya flores”.
La diferencia vista desde casa
Iquique fue al Monumental el 31 de octubre y se retiró victorioso. Los Dragones Celestes se impusieron por 0-2, con lo que profundizaron la crisis de la escuadra popular. Antes del partido, en los espacios íntimos que ofrece la convivencia futbolística, el plantel y el cuerpo técnico que dirige Cristián Leiva habían evaluado la ausencia de los hinchas como un factor al que le podían sacar provecho. “Claramente es distinto. Les afecta más a ellos, que pierden el envión que les da la gente. Nosotros lo comentamos, pero no fuimos muy allá tampoco. Era un tema que estaba ahí. Fue un comentario que hizo el cuerpo técnico. El profe Leiva nos dijo que ellos no iban a tener el apoyo de la gente, que iba a ser parejo para los dos, algo así. Estando en la cancha ya se hace demasiado distinto, porque la gente de Colo Colo siempre apoya y eso influye en ellos y en el rival también. El partido se hizo diferente. No estaba el ambiente de siempre. Yo siento que es más difícil ser local sin público, porque la gente te da el aliento. Y cuando no está, se siente”, reconoce el volante Diego Orellana.
Leiva, el técnico de Iquique, intenta aplicar una mirada más amplia al fenómeno. “Quizás, por el momento que está viviendo, lo mejor para Colo Colo sea que los partidos se jueguen sin público, porque, de lo contrario, no terminarían. Cuando estás bien, la gente apoya, ayuda, se transforma en el jugador número 12, pero cuando estás mal ese respaldo se cae. Nos pasa a nosotros también”, sostiene. Eso sí, reconoce que la falta del factor que los dueños de casa transforman en un plus permite desarrollar la propuesta futbolística del visitante con mayor tranquilidad. “Nosotros estamos representando una idea que hemos hecho en todas partes, la propuesta es la misma y quizás la localía diferente favorezca eso en alguna medida. Los partidos que ganamos los jugamos peor que ahora, aunque nos falta el detalle. No debimos perder con Curicó, La Serena y Cobresal”, dice.
La ciencia también considera la particularidad que ha generado la pandemia en los estadios del mundo. “El visitante pierde la presión que significa tener al público en contra. Llegar a un estadio rival lleno es fuerte. Me tocó con la Selección. Y, con Colo Colo, llegar a La Bombonera. Es fuerte. El camarín retumba. Evidentemente, hay una instancia de estrés que, cuando el público no está, disminuye. Hoy la localía está enfocada en la cancha. No está el otro factor”, analiza Enrique Aguayo, presidente de la Sociedad Chilena de Sicología del Deporte.
Sin embargo, el profesional, quien presta servicios en el primer equipo de Santiago Wanderers, también repara en la particularidad que se produce en cada equipo, según la idiosincrasia de sus adeptos. “La influencia del público es variable, dependiendo de cómo se comporte. Si es una barra apoyadora en las malas, resultaría, indudablemente, beneficioso. Pero, al contrario, si es destructiva, si empieza con ‘el que se vayan todos’, a veces es mejor que no esté. A mí me han tocado distintos tipos de público. En Colo Colo, por ejemplo, me tocó trabajar con Nelsinho Baptista, después de que se fue Gustavo Benítez, y, aunque nos fue mal, no había tantas pifias. Y me llamaba la atención, porque venía de la UC, desde cuya tribuna oficial gritaban todo el partido. Pero también me tocó un período en que la barra iba más de acuerdo al resultado, al desarrollo del partido. En la U se da que la gente apoya más en la derrota”, repasa.
Wanderers, el equipo al que asesora Aguayo, fue otro de los que se llevó los tres puntos desde el Monumental, el 29 de agosto. El especialista admite que la condición especial que encontrarían en Macul fue una materia que se analizó, aunque aclara que sin demasiado énfasis.
“Hay claridad de que hay situaciones que han cambiado y eso se conversa, por supuesto. Con el cuerpo técnico, con los jugadores y con los líderes, que son los que mejor transmiten el mensaje. Eso siempre se tiene que hacer. Son temas concretos. Después, Santiago Wanderers ha consolidado un grupo completo, bien unido, de trabajo, lo grafica el esfuerzo económico que tuvimos que hacer para que se les mantuvieran las remuneraciones a todos. Esos factores también influyen al momento de ir a buscar resultados en escenarios complejos. Hay proactividad, valores y jugadores que están en la misma sintonía”, diagnostica.
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