Jurista Carol Proner y comicios en Brasil: “Más allá de elegir una persona o un partido, estamos hablando de democracia versus autocracia”
Destacada abogada brasileña y una de las fundadoras del Grupo de Puebla, Proner habló con La Tercera PM sobre Lula, el proceso judicial que enfrentó el líder del PT previo a su candidatura y las perspectivas frente a las elecciones presidenciales de este domingo.
Si bien la mayoría de las encuestas muestran que Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro, los dos principales candidatos en las elecciones presidenciales de este domingo en Brasil, cuentan con una amplia distancia, el contenido del programa de ambos postulantes al Palacio de Planalto está aún más alejado.
Así lo cree la jurista brasileña Carol Proner, con quien La Tercera conversó aprovechando su fugaz paso por Chile. Un seminario coordinado por la Organización de Estados Iberoamericanos trajo al país a la doctora en Derecho Internacional, quien hace un poco más de un año se casó con el también prominente cantante, poeta y dramaturgo Chico Buarque.
Proner, quien abiertamente apoya a Lula y con quien son compañeros fundadores del Grupo de Puebla, es también parte del Consejo Latinoamericano de Justicia y Democracia (CLAJUD), organismo nacido de Puebla para estudiar la utilización política de herramientas judiciales como un “arma de desestabilización”, dijo la jurista a este medio.
A días de las elecciones presidenciales brasileñas, y considerando su postura política a favor de Lula, ¿qué considera que se está jugando el país y la región en estos comicios?
Lo primero es cómo hemos polarizado las elecciones entre Bolsonaro y Lula. Uno tiene aproximadamente el 50% de los votos, el otro 32%-33%. Esta condición polarizada también hace que se polaricen los dos proyectos gubernamentales, ambos con matices absolutamente antinómicos en términos de formulación de sociedad y proyectos de Estado. El gobierno de Bolsonaro es un pacto neoliberal con tintes autoritarios bastante evidentes y conocidos en el mundo entero, lo que hace que no sea muy difícil caracterizarlo incluso como extrema derecha fascista, y el expresidente Lula ya ha tenido una experiencia de gobierno con Dilma (Rousseff). Es un proyecto con tintes de distribución de riqueza, y tiene logros y defectos, como cualquier gobierno. Pero lo que está en juego en estas elecciones es un proyecto democrático y un proyecto autocrático. Estamos hablando de civilización versus barbarie. Más allá de la cuestión de elegir a uno o a otro, a un partido o a otro, si les gusta o no les gusta la figura o persona, el proyecto o el antiguo gobierno de Lula, estamos votando por el respaldo del Estado democrático de Derecho, de defender derechos, garantías y políticas públicas. Por otro lado, un proyecto que sigue apostando por la destrucción de la naturaleza, y de lo que se había logrado e institucionalizado. Más allá de elegir una persona o un partido, estamos hablando de democracia versus autocracia.
¿Qué mensaje cree que se daría si Lula logra ganar en primera vuelta?
El mensaje que el expresidente daría o dará, es que se apoya sus proyectos y programas de gobierno, los que son de pacificación de esta radicalidad política que contamina por lo menos al 30% de la población. Permitiría un diálogo con sectores que no le han apoyado en los últimos años y que incluso han participado mediáticamente y también con un apoyo institucional de la trampa jurídica que le ha costado 580 días de cárcel, así como su condición de candidato presidencial para 2018. Todo eso no le provocó el deseo de venganza, de punición, de condena. Creo que Lula va a dejar eso en manos de la institucionalidad del Estado para que haga revisiones de sus errores y de forma en el sistema judicial, pero donde él está más preocupado es en implementar una reinstitucionalización y recolocación de políticas públicas destruidas durante estos años. Buscará reparar errores como la cuestión del movimiento negro, un ministerio especial para pueblos indígenas y elementos de inclusión, así como pautas que son consideradas como estratégicas para un próximo futuro gobierno.
Según diversos medios brasileños, dos de las mayores preocupaciones tras las elecciones son la economía y la conformación del Congreso. ¿Coincide con dicho análisis, o considera que hay prioridades más relevantes?
Correcto. Los dos temas más importantes en términos de convencer a la población son el tema de la economía y de la conformación del Congreso. Más importante es elegir senadores y diputados, sobre todo estatales y federales, que a los propios integrantes del Poder Ejecutivo. Ya el Parlamento ha cumplido un papel bastante nocivo en los últimos años, como es el ejemplo del impeachment contra la expresidente Dilma, que fue un hecho radicalmente grave, considerado una ruptura constitucional en el país, que contó con apoyo masivo de diputados con discursos bastante odiosos, antidemocráticos y anticonstitucionales. Por otro lado, también están las pautas de manipulación para ganar dinero a través de proyectos individuales de los diputados, etc. Es una masa política bastante manejable actualmente, y que tiene que ser tratada de una forma institucional para que cambie.
Dentro de sus trabajos académicos se pueden encontrar varias menciones al caso Lava Jato. En pocas palabras, ¿cuál es su opinión sobre dicho tema?
Desde la Asociación Brasileña de Juristas por la Democracia hemos sido de los primeros en denunciar internacionalmente el caso. Desde la defensa técnica de los abogados de Lula han sido los primeros en reconocer el fenómeno contra su cliente, contra el expresidente Lula, y después surgió toda una academia -primero nacional y hoy ya latinoamericana- muy fuerte que está estudiando comparativamente lo que pasó en Brasil y en toda América. En España también tenemos casos, así como en Francia y Alemania. Es un tema de absoluta prioridad para los Estados soberanos, para la jurisdicción soberana y para la defensa nacional. Evitar que un líder político sea apartado por un proceso que no respeta garantías mínimas del debido proceso legal y penal, es un daño irreparable para toda una sociedad, de modo que no se puede repetir, y eso se está cuidando.
En su opinión, ¿qué papel jugó Sergio Moro en el proceso contra Lula?
El juez Sergio Moro se fue revelando lentamente. Primero, con su sentencia que absolutamente insostenible desde un punto de vista técnico, sin necesitar mayores violaciones. Por sí misma es una anomalía jurídica debido a su construcción. Incluso, la Corte Suprema solo necesitó leer bien la sentencia para anularla, en el Caso Tríplex. En segundo lugar, debido a su ambición personal, se puede saber exactamente lo que pasa en la mente de este personaje. Creemos que además de ambiciones personales, Moro tenía tareas a cumplir en términos de arreglos de sus formadores. Estudió muchos años en Estados Unidos, tuvo mucho contacto en cooperación técnica allá, y está muy emocionado con colaborar. Lo que es muy bueno, la colaboración es uno de los elementos que un Estado puede tener para combatir crímenes, pero de la forma en como él lo hace, a través del uso de la corrupción internacional con acusaciones sin delimitación, se puede convertir en un arma de desestabilización.
Según la mayoría de las encuestas, Lula debería salir primero en la elección de este domingo y quizás incluso podría evitar un balotaje. ¿Cuánto cree que afectó a la imagen del petista su tiempo en prisión?
No hay duda de que su imagen está rehabilitada. Fue importante que la Corte Suprema haya dicho que el juez era sospechoso y parcial frente al caso. De alguna manera, aunque no directamente, el sistema de justicia y el tribunal criticó la conducta de los acusadores. El acusador principal está bastante debilitado. Ha salido de la profesión de procurador y todas sus demandas frente al Estado están siendo derrotadas. Sergio Moro salió del ministerio peleado con Jair Bolsonaro. Luego se propuso ser abogado, algo muy criticado por colegas organizados en instituciones democráticas, ya que su caso es una muestra de conflicto de intereses absoluto de un juez que sale, se torna abogado de una empresa que el mismo ayudó a debilitar económicamente, y después intenta levantar una candidatura presidencial. Sin embargo, para ese momento su imagen ya estaba bastante comprometida. Lula, en ese sentido, hizo el camino inverso. Es el gran contendiente de Sergio Moro, donde era casi como un partido de fútbol. El juez no se ponía en el medio, sino que se ponía del lado del equipo acusador, así que Lula salió fortalecido. Yo me atrevo a decir que las elecciones son también un juzgado popular, después de tanto daño de imagen que tiene un presidente como Lula, tras años y años de persecución mediática, política, institucional y empresarial.
Con miras a estos comicios, una de las amenazas que más ha resonado en el exterior ha sido la del Presidente Bolsonaro y su eventual no reconocimiento de los resultados. ¿Cómo estima que enfrentará el país dicha situación si gana Lula este domingo?
Creo que el sistema jurídico está intentando aproximarse a la institucionalidad otra vez en aquellos errores que cometió, al igual que el sistema político. Se ve mucho apoyo de sectores que antes no apoyaban a Lula. Creo que hay un esfuerzo del país por volver a la democracia con la institucionalidad, la democratización y la reconstrucción de todo lo que se había hecho anteriormente.
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