Lissette Orozco, sobrina de la ex secretaria del "Mamo" Contreras detenida en Australia: "Me gustaría que mi tía reconociera muchas cosas para que se haga justicia"

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La cineasta entrevistó y registró en un premiado documental la vida de su familiar y ex agente de la DINA Adriana Rivas, quien enfrenta una eventual extradición por su presunta participación en siete secuestros calificados entre 1974 y 1977.


Radicada en Bogotá junto a su pareja colombiana, la directora de cine chilena Lissette Orozco (1987) prepara el estreno de su nueva película al alero de su compañía Salmón Producciones. Quiere avanzar y dar otro paso tras la experiencia de filmar su documental El pacto de Adriana (2017). Sin embargo, el pasado retorna como un porfiado boomerang y los hechos de ayer fueron un ejemplo: poco antes de tomar un avión con destino a Europa por razones de coproducción cinematográfica internacional, una noticia emergida del túnel del tiempo la remeció.

En Australia habían detenido a su tía Adriana Rivas González, acusada de presunta participación en siete secuestros calificados entre 1974 y 1977 en su calidad de agente de la DINA. La orden judicial busca la extradición a Chile y todo indica que esta vez Rivas no podrá seguir escapando de los tribunales locales, escondida en su casa de Sydney.

Ex secretaria del fallecido jefe de la DINA Manuel Contreras, Rivas fue durante los años de infancia de Lissette Orozco su tía preferida, una suerte de modelo a imitar de jovialidad, independencia y cariño La llamada Tía Chany fue también el objetivo de su primer documental, El pacto de Adriana (2017), ganador del Peace Award en el Festival de Berlín. Ahí, en un ejercicio inédito de descubrimiento y al mismo tiempo de toma de conciencia, Lissette Orozco la entrevistó largamente, reconstruyó su vida y describió cómo Rivas escondía un pasado tabú: durante al menos tres años, antes de partir a Australia hace cuatro décadas, fue agente de la DINA.

La película, estrenada en octubre del 2017 en Chile, empieza en un tono relativamente neutro, pero ante la evidencia de los hechos y las acusaciones de familiares de víctimas de atropellos a los derechos humanos, Orozco comienza a interpelar a su tía. Sorprendentemente, logra conversar con ella vía Skype cuando ya es prófuga de la justicia chilena y está de vuelta en Sydney.

Adriana Rivas nunca reconoce ante cámaras su participación en secuestros y torturas, pero es evidente que Lissette Orozco no cree en su última palabra. Desde Bogotá, antes de tomar el avión, la cineasta habló con La Tercera PM.

¿Qué opina de la eventual extradición de su tía Adriana Rivas?

En rigor aquella extradición se está pidiendo desde hace mucho tiempo, desde el año 2014. Sólo es que nunca había sucedido. No tengo muy claro en qué se diferencia lo que está pasando con mi tía ahora con respecto a las veces anteriores en que fue requerida por la justicia, pero lo que sí sé es que hay un nuevo juez en el caso y que en esta oportunidad la detención fue inmediata. Si ello ocurre es porque así debe ser. Las cosas caen por su propio peso

¿Estima que su tía Adriana Rivas ha escapado impunemente a la justicia?

Me parece que en este caso, como en muchos otros, no se han llevado debidamente a tribunales a los responsables de muchos hechos. Mi tía nunca ha enfrentado a la justicia ni un eventual veredicto. Por esa razón estimo que en este caso no se ha hecho justicia.

¿Mantiene algún contacto con ella?

No. No nos hablamos desde que terminé de filmar El pacto de Adriana. Se cortó la relación y luego viví una suerte de duelo por ella. Cada vez que reaparece en mi vida es como un fantasma. Es exactamente lo que está pasando ahora que otra vez sale en los titulares de la prensa, en las noticias. No le guardo odio ni rencor Sólo me gustaría que reconociera muchas cosas y que fuera un aporte. Es la única manera en que puede trascender. Es decir, ayudando a que se conozca la verdad para que se haga justicia en los casos en lo que se la involucra.

¿Tiene relaciones con su familia?

Con una parte de mi familia me llevo bien. Son los que siempre me han apoyado y respaldado y lo seguirán haciendo. Con el resto, con los mayores, la cuestión es diferente. Me han hecho una especie de ley del hielo. No me hablan. En fin, son los riesgos de haber hecho una película biográfica y contingente como la que realicé. De todas maneras no me arrepiento de nada. Creo que El pacto de Adriana fue necesaria: me parece un aporte social y al mismo tiempo significó para mí un enorme crecimiento.

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