Memorias de una pesadilla: cuando la U ya tuvo que jugar una promoción por eludir el descenso

Universidad de Chile, promoción 1991

En 1991, dos años después de haber recuperado la categoría tras el descenso a Segunda División, Universidad de Chile tuvo que luchar por la permanencia en una instancia similar a la que disputaría hoy. Horacio Rivas y Roberto Reynero, quienes integraron ese plantel, reviven la experiencia.


Coquimbo Unido vence a Unión Española y da un paso en la lucha por mantenerse en Primera División. Los piratas se abrazan, los hispanos se amargan, pero quienes más sufren son los hinchas de Universidad de Chile. Ese resultado los deja en una posición apremiante: si la tabla se cerrara hoy, el equipo de Rafael Dudamel tendría que disputar el partido de definición por el descenso para dirimir su continuidad en la máxima categoría del fútbol chileno.

Los azules reviven antiguos miedos. La experiencia retrotrae al ciclo más oscuro de la historia del equipo estudiantil. En 1991, apenas dos años después de haber recuperado la categoría tras el descenso a Segunda División, los laicos disputaron por única vez la liguilla de promoción, un símil de la instancia que enfrentarían en la actualidad, aunque en un formato diferente. Habían terminado en el 14º puesto de la tabla, con 23 puntos. Su antecesor, Everton, que finalizó con 27 unidades, fue el otro equipo de la categoría de honor que se vio forzado a jugar el minitorneo. Soinca Bata y Deportes Puerto Montt, provenientes de la segunda categoría, completaron el cuadro. El formato contemplaba partidos ‘todos contra todos’. La U venció a ambos equipos de Segunda (3-0 a Soinca y 4-0 a Puerto Montt). Cayó frente a los viñamarinos (0-2), pero igualmente se quedó en Primera al terminar en el segundo puesto.

Recién el penúltimo día de 1991, los estudiantiles pudieron respirar tranquilos. Los anteriores fueron igual de angustiosos que los actuales. “Es una experiencia difícil de explicar porque esta clase de partidos parecen atractivos, pero no tienen nada de eso. Te estás jugando la categoría. Es una clase de partidos que no corresponde para un equipo como la U. En ese tiempo, al menos, nos armamos pensando en otra cosa. Producto del ambiente, del trajín, del tema económico, empezaron a pasar las cosas negativas. Cuando ya estás imbuido en eso, lo único que teníamos asumido era que dependía de nosotros. En eso tiene que pensar la U actual. Tienen cuatro partidos y deben asumir la realidad que van a vivir. Ellos todavía tienen la posibilidad de evitar la definición”, enfatiza Horacio Rivas, uno de los referentes del equipo que terminó siendo dirigido por Alberto Quintano, sucesor de Pedro Morales y del interino Manuel Rodríguez Vega, otro parecido con la actual temporada.

Roberto Reynero, otro de los puntales de ese equipo estudiantil, alerta sobre la realidad actual de los azules con una comparación. “Nosotros también pensábamos que quedaban muchos partidos, que el próximo domingo ganábamos y nos salvábamos de todo, pero después íbamos ganando 1-0 y nos empataban. Los que vienen van a ser finales para la U y tiene que prepararse para eso. A Dudamel todavía no le veo un patrón de juego y eso me preocupa, pero lo que más me inquieta es que están jodidos sicológicamente, propensos a que les van a empatar. A nosotros nos pasó lo mismo. Tienen que reaccionar”, dice el exlateral.

La presión

Carepato Rivas teme que la presión y el desconocimiento puedan afectar a los estudiantiles. “Nosotros veníamos con la experiencia del descenso y de haber jugado en Segunda en años recientes. En momentos como éste, sale a colación la experiencia. Eso, que es negativo, aflora por una cuestión de orgullo, de piel, de necesidad mental. Hay dos posibilidades: el no tener la experiencia implica bloquearse y no saber resolver. Tenerla, en alguna medida, ayuda. Yo recuerdo que en esa liguilla aseguramos rápidamente en los dos primeros partidos. Recién ahí se pasó el miedo, la angustia, la molestia. Hicimos prevalecer la experiencia, el manejo”, resume. Sin embargo, marca la diferencia con la situación actual. “Hoy es diferente. Hoy te tocará con un equipo de Primera que buscará el mismo objetivo y que ya te conoce, porque te enfrentó en el año. Y, además, es un partido único. Es difícil predecir”, sostiene.

Reynero vuelve a reparar en la importancia del factor sicológico, una fortaleza que tampoco observa en la U actual. “Nosotros también estábamos desgastados sicológicamente. El club estaba en plena decadencia. Uno pensaba que con el nombre se ganaba, pero definitivamente no basta. Ya en la Segunda nos costó seis o siete partidos agarrar el ritmo. El 91 estábamos tocando fondo. Nadie nos pagaba, no teníamos donde entrenar ni agua para ducharnos. Hoy, al menos en eso, la situación es diferente, pero a esta U tampoco la veo bien de la cabeza”, explica.

En el mismo sentido, su ex compañero Rivas lanza un llamado de atención. “Jugar por la permanencia no es algo de lo que te llenes de orgullo, pero debe pillarte consciente del momento, del equipo en que estás y de lo que te estás jugando. Es la única forma de evitar lo peor”, sentencia.

Está claro que ni a Reynero ni a Rivas les agrada ver a la U, el equipo que marcó sus trayectorias, en la apremiante situación actual. El Príncipe se anima incluso a realizar un diagnóstico para explicar las causas del actual escenario. “La U no se ha preocupado de trabajar en las divisiones inferiores. No tenemos jugadores propios. En la época nuestra nos pisaban los talones ocho o diez jugadores. Y nosotros también estábamos listos para reemplazar al que estaba arriba nuestro. Hoy contratan 10 por año. En nuestra época estaban Goldberg, Peña, Luis Musrri, Valencia. Hoy está mal la base, el cimiento. Heller se asesoró mal. Estamos ahí porque hemos hecho mal las cosas. Son cuestiones que no deberían darse. Lo mismo pasa Colo Colo. De qué estamos hablando, si son los equipos en que todos los chicos quieren jugar”, enfatiza.

La participación azul en la Liguilla de Promoción de 1991

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