Misión Caracas: las señales tras el nombramiento de Jaime Gazmuri como embajador en Venezuela
El 15 de mayo se selló la designación del nuevo representante de Chile en Caracas, una idea que rondaba desde hace tiempo en Cancillería pero que no se habían atrevido a concretar para evitar abrir flancos internos con la oposición. La crisis migratoria aceleró la toma de una decisión que fue valorada por el gobierno de Maduro, pese a ser recibida con cautela por el régimen chavista.
El viernes 28 de abril pasado, al canciller Alberto Van Klaveren se le vio algo incómodo. El jefe de la diplomacia chilena asistió en la mañana de ese día a la sala Medina de la Biblioteca Nacional para sostener un extenso conversatorio con los representantes del Foro Permanente de Política Exterior, un grupo de centroizquierda ligado a lo que fue la ex Concertación y que, desde su creación en 2019, busca influir en la política exterior chilena. En la testera de la mesa, junto al canciller, quien presidía la cita era Jaime Gazmuri (PS).
Esa era la segunda reunión formal de Van Klaveren con esa instancia, la anterior había tenido lugar poco antes, el 30 de marzo, en el piso 15 de la Cancillería, pero había sido un encuentro de carácter protocolar. Esta vez, tras escuchar los lineamientos generales del canciller sobre los desafíos que enfrenta Chile, los miembros del foro plantearon sus puntos de vista.
Fue en ese momento cuando uno de los presentes le preguntó directamente a Van Klaveren sobre las razones por las cuales el gobierno de Gabriel Boric no había designado hasta entonces un embajador en Venezuela y si estaba en los planes del gobierno hacerlo, con miras a normalizar la relación con Caracas. Desde el 2018, cuando el gobierno de Michelle Bachelet llamó a consultas al embajador Luis Felipe Ramírez, la delegación diplomática de Chile ante Venezuela había quedado en manos de un primer secretario, reduciendo así drásticamente el nivel de representación política frente al régimen de Nicolás Maduro, situación que se mantuvo y profundizó durante la administración de Sebastián Piñera.
La pregunta, recuerdan presentes en la cita, incomodó a Van Klaveren. Para entonces no había ninguna decisión tomada sobre esa materia y el canciller –quien había asumido el cargo el 10 de marzo, poco más de un mes antes- ni siquiera había alcanzado a conversar en detalle del tema con el Presidente Gabriel Boric. Por lo mismo, optó por eludir una respuesta directa y sólo esbozó algunas ideas generales sobre la necesidad de cuidar el diálogo político con todos los actores regionales.
Es más, la idea de normalizar el nivel de las relaciones con Caracas, con el envío de un embajador, se había evaluado poco después de la llegada de Boric a La Moneda, pero el gobierno lo desechó de inmediato para no abrir más flancos con la oposición. Desde entonces, el tema había quedado en el congelador.
Y así se mantuvo hasta unas semanas atrás, cuando inesperadamente todo cambió.
El 15 de mayo pasado, el canciller llamó por teléfono a Jaime Gazmuri y le preguntó si estaba disponible para asumir como embajador de Chile en Venezuela. La propuesta sorprendió a Gazmuri. A sus 79 años de edad -aunque se mantiene muy activo en grupos de reflexión sobre política exterior, en el trabajo político en el PS, donde milita desde 1990 y a la que representó como senador por el Maule en tres periodos sucesivos-, y como actual miembro del Tribunal Calificador de Elecciones, no tenía entre sus planes tomar una tarea de esta envergadura.
Su nombre, afirman fuentes de gobierno y del oficialismo, no fue el único que se barajó. En la nómina que la Cancillería presentó al Presidente Boric también figuraba el exsenador socialista Juan Pablo Letelier, quien posee estrechas redes con sectores políticos de centroizquierda venezolanas opositoras a Maduro. Sin embargo, ello le jugó en contra, especialmente en el Segundo Piso de La Moneda, donde buscaban dar una señal política al régimen chavista con miras a reactivar el diálogo político. Algo en lo que Venezuela también ha dado claras señales de estar interesado.
Fuentes diplomáticas chilenas y venezolanas consultadas por La Tercera PM coinciden en eso. Prueba de ello, afirman, es que el gobierno de Maduro demoró sólo dos días en otorgar el “agreement” –la venia oficial al nombramiento de embajador por parte de otro país-, cuando desde Chile les indicaron que el elegido era Gazmuri.
Acercamientos en Santo Domingo
Fue en la Cumbre Iberoamericana, que se realizó en Santo Domingo entre el 24 y el 25 de marzo pasado, cuando se produjo un primer hito importante en el restablecimiento del diálogo a alto nivel entre Chile y Venezuela, en medio de una reunión bilateral que sostuvieron los cancilleres de ambos países.
“Todos esperábamos que sería un encuentro tenso, incómodo. Pero fue todo lo contario. Sorprendentemente, el canciller venezolano Yván Gil fue muy amable y proactivo en el deseo de reactivar el diálogo político con Chile, pese a las fuertes diferencias políticas y a las críticas que ha manifestado el Presidente Boric al régimen de Maduro y al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, a los que ha tildado de dictadura”, señalan fuentes diplomáticas chilenas.
En esa bilateral, Van Klaveren le propuso a Gil que Venezuela recibiera al director de Asuntos Consulares de la Cancillería chilena, Rodrigo Donoso, para abrir canales de diálogo para resolver la grave situación migratoria que ha generando la masiva salida de venezolanos debido a la situación política y económica en ese país.
Gil no sólo estuvo de acuerdo, sino que de inmediato le dio el contacto directo con Render Peña, viceministro para América Latina de la cancillería venezolana, para que se iniciaran las gestiones. No sólo eso, el canciller venezolano también le dio a Van Klaveren su número de celular personal para que ambos mantuvieran comunicación directa.
Pero no hubo otros contactos hasta el 29 de abril pasado, cuando Van Klaveren llamó al celular de Gil en medio de la crisis que se produjo en Arica por la masiva llegada de migrantes, la mayoría de ellos venezolanos sin documentación, y que buscaban infructuosamente cruzar la frontera con Perú para volver a su país natal. Tras esas conversaciones se acordó el envío desde Caracas de un avión venezolano a Arica para que pudieran volver algunos centenares de migrantes, y que facilitara la obtención de documentos necesarios para poder salir.
En la cancillería chilena admiten que la crisis migratoria aceleró las cosas. “Quedó en evidencia que en ese contexto no era posible que el único canal de diálogo fueran los mensajes por Whatsapp entre los dos cancilleres y que todo dependiera sólo de la disponibilidad y buena voluntad entre ellos”, reconocen fuentes diplomáticas.
Varios otros países, con gobiernos de diferente orientación política, habían vuelto a designar embajadores en Venezuela y elevado el nivel de diálogo con el régimen de Maduro, dejando atrás la fallida estrategia de aislamiento que se llevó adelante en los últimos seis años para forzarlos a negociar con la oposición. Incluso Estados Unidos y países europeos tuvieron que girar en su posición frente a Venezuela para asegurar el suministro de petróleo en medio de los problemas de desabastecimiento que provocó la guerra en Ucrania.
Embajador sin redes en Caracas
Desde que supo de su nombramiento como nuevo embajador en Venezuela, Gazmuri no ha vuelto a reunirse con el canciller, por lo que no ha recibido hasta la fecha instrucciones sobre cuál es la misión específica que se espera de su gestión en Caracas.
Incluso, en los próximos días, hasta fines de mayo, Gazmuri tiene previsto continuar con su trabajo en el Tribunal Calificador de Elecciones, donde está pendiente todavía la ratificación de todos los consejeros constitucionales electos el pasado 7 de mayo. Por ello, recién durante junio sostendrá conversaciones con autoridades de cancillería y personeros políticos para preparar su desembarco en Caracas, previsto para los primeros días de julio.
Se trata de una tarea compleja. Gazmuri no tiene redes políticas en Venezuela y crearlas será uno de los primeros desafíos que deberá afrontar. Experiencia en eso tiene, aseguran sus cercanos. Cuando fue designado como embajador de Chile en Brasil en 2014 por la presidenta Bachelet –cargo que ocupó hasta 2018-, tampoco tenía cercanía con los principales dirigentes y asesores del PT, y al poco tiempo, logró establecer una relación de confianza y cercanía con José Dirceu, uno de los principales estrategas del PT y estrecho colaborador del Presidente Lula Da Silva. Lo mismo con Marco Aurelio García, quien fuera, hasta su muerte en julio de 2017, el principal asesor internacional del mandatario brasilero.
Incluso, cercanos que trabajaron con él en Brasilia relatan que una de las primeras cosas que hizo al llegar a Brasil fue contratar a un profesor particular que le enseñara a hablar portugués en poco tiempo, lo que le permitió desenvolverse con soltura en ese país.
En Venezuela, sin embargo, su llegada es vista con cautela. Para el gobierno chavista, Gazmuri no representa la figura del exdirigente de la UP, leal al gobierno de Allende, y que tras el golpe de Estado se quedó a vivir en Chile en la clandestinidad para reorganizar el Mapu y la resistencia a la dictadura. Eso es parte de un lejano pasado.
Para el régimen de Maduro, Gazmuri es parte de la “vieja guardia de la ex Concertación” y en su trayectoria en el Partido Socialista ha estado estrechamente ligado a los sectores que se alinearon, tanto en Chile, como desde la Internacional Socialista, con las posturas más críticas hacia el gobierno de Maduro.
“Lo más relevante para Venezuela no es la trayectoria política de Gazmuri, sino el interés del gobierno chileno por normalizar las relaciones diplomáticas y que se eleve el nivel del diálogo político con el gobierno del Presidente Maduro”, señalan fuentes ligadas al régimen chavista. “Caracas buscará retomar un diálogo pragmático con el gobierno de Boric, aun cuando no creen que se vaya a producir un acercamiento mayor, ni un cambio en las posturas de Chile frente a Venezuela o respecto de temas regionales como son la reactivación de Unasur y la Celac”, añaden las mismas fuentes.
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