Asistencia obligatoria, pero con “ropa de calle”: colegios municipales optan por no exigir uniforme esta vuelta a clases
El retorno a la presencialidad trae consigo una serie de transformaciones. La nueva normalidad de las aulas, al menos en la educación pública, será sin la tradicional vestimenta, como una forma, según argumentan los sostenedores, de alivianar la carga económica de padres y apoderados.
El miércoles 2 de marzo se inicia formalmente un nuevo período escolar. Será el primero con clases presenciales obligatorias, tras dos años de pandemia y voluntariedad de asistencia. En ese contexto y dado que todos los alumnos tienen que volver a las aulas, las autoridades han buscado flexibilizar ciertas situaciones cotidianas, como el uso del uniforme.
Y es que la regulación señala que el director de un colegio puede establecer el uso obligatorio del uniforme, pero que también siempre tiene la facultad de eximir su uso en casos de excepción. Y el momento actual, para muchos sostenedores, es una de esas excepciones.
“La normativa actual ya contempla como flexibilidad el que sea cada comunidad educativa la que decida sobre la pertinencia de usar uniforme, dependiendo de su contexto y el acuerdo entre los estudiantes, docentes, los apoderados y el equipo directivo de cada establecimiento”, dice Jorge Poblete, subsecretario de Educación, quien agrega que dado el contexto de pandemia, hacen “un llamado a los establecimientos a flexibilizar estas obligaciones cuando los casos así lo ameriten”.
En esa línea y sin haberse puesto de acuerdo, los sostenedores han definido, mayoritariamente, hacer optativo el uso del uniforme.
En el mundo municipal, prácticamente todos los establecimientos -son contadas las excepciones-, tomaron ese camino. Tal es el caso de Santiago, donde explican que, junto con llamar a los apoderados a vacunar a sus hijos, se les ha dado la “tranquilidad” de que el uso obligatorio del uniforme escolar será abordado con “amplia flexibilidad”.
En tanto, en la Corporación de Educación de Maipú definieron que cada comunidad decida por sí misma si implementar o no el uniforme escolar, con la orientación de flexibilizar su uso. “Esto, porque consideramos que la decisión debe ser siempre tomada por las comunidades educativas a través de sus consejos escolares”, señalan. Independientemente de lo anterior, agregan, los establecimientos educacionales que llegasen a optar por el uso del uniforme “cuentan con recursos para apoyar a las familias que no puedan acceder a comprar parte de él”.
Desde Lo Espejo, su Departamento de Educación expone que el uso del uniforme no tendrá obligatoriedad, “dejando la decisión a los apoderados”, quienes podrán optar por tres alternativas: el uniforme oficial, buzo o ropa de calle, “entendiendo la situación económica que han pasado las familias en estos dos años de pandemia”.
Misma situación ocurre en San Miguel, donde su alcaldesa explica que, luego de una discusión entre las comunidades educativas, compuestas por apoderados, apoderadas, estudiantes y funcionarios, estos decidieron que el uso del uniforme sería optativo, “dando preferencia al buzo en todos ellos, menos uno, que determinó el uso de uniforme”. Ese es el Liceo Andrés Bello.
En comunas como La Pintana, Renca y Huechuraba las respectivas direcciones de educación también decidieron que no será obligatorio. Carlos Cuadrado, alcalde de esta última, así argumenta la postura de su municipio: “En nuestros establecimientos educacionales no exigiremos el uso de uniforme escolar, porque estamos conscientes de la crisis económica que ha impactado los bolsillos de las familias, y porque lo que nos interesa es apoyar a los padres en el proceso de retorno presencial a clases y no generar un estrés innecesario”. Y agrega: “Por eso, además, la municipalidad becó a 1.100 estudiantes con un completo set de útiles escolares, para alivianar el presupuesto familiar”.
En Quinta Normal, Jaime Romero, director de Educación, señala que la corporación “ha dispuesto la flexibilidad en el uso del uniforme escolar. La medida apunta básicamente a permitir el uso de jeans o buzo, en conjunto con la polera del establecimiento educacional o una de características similares”. Lo anterior, justifica, “considerando los efectos socioeconómicos derivados de la pandemia que mantiene elevados niveles de incertidumbre en las familias de nuestra comuna”.
Mientras, desde la Dirección de Educación Pública, donde están a cargo de los Servicios Locales de Educación Pública, su directora, María Alejandra Grebe, señala que hoy la prioridad es volver a la presencialidad para recuperar las escuelas y liceos como espacios de desarrollo integral y dar continuidad a los aprendizajes de niños, niñas y jóvenes. “En este sentido es importante hacer un llamado a los establecimientos que deciden junto a sus comunidades educativas la pertinencia del uniforme escolar, a flexibilizar esta medida, y priorizar el proceso educativo”, dice.
En regiones se ha optado por lo mismo, por razones similares a las ya expuestas: “Muchas familias están pasando por momentos difíciles, por lo que no podemos solicitar el cumplimiento de una medida que significa gastos, en muchos casos, cuantiosos”, asegura Camilo Benavente, alcalde de Chillán, quien asegura que con el afán de ayudar a la economía familiar, se ha optado “por no hacer obligatorio el uso del uniforme para los alumnos del sistema escolar municipal”.
Lo mismo ocurre, por ejemplo, en Quilpué, donde acordaron que la vestimenta oficial será flexible y voluntaria “según lo que determinen las comunidades educativas de cada establecimiento, en conjunto a padres y apoderados”, explica la alcaldesa Valeria Melipillán. De hecho, asegura que la postura es que “el uniforme vaya en retirada y alivianemos el gasto de bolsillo a las familias que están muy exigidas en marzo, sobre todo en un contexto de pandemia.”
Incluso en algunos sectores del mundo particular las decisiones apuntan hacia la misma dirección. “El foco es el aprendizaje del estudiante como factor principal y lo que estamos favoreciendo es la presencialidad, entonces cualquier situación que apunte a esto, por ejemplo flexibilizar el uniforme, se hará”, señala Pedro Díaz, presidente de la Federación de Instituciones de Educación Particular. Ese mensaje se ha bajado a todas las instituciones que pertenecen a su federación.
Y aunque asegura que, bajo su idea, el uso del uniforme “provoca algo positivo, se deja de lado la competencia por la ropa, es democratizador en muchos casos”, insiste en que “siendo criteriosos” y con el foco en favorecer la presencialidad y facilitar el trabajo de los padres, bajo esas condiciones apoyan la flexibilidad del uniforme.
Pero también está el caso de Lo Barnechea, que va en la dirección contraria y donde explican que “en los colegios municipales de la comuna se mantiene el uso del uniforme escolar, sin perjuicio de que, en aquellos casos en que un estudiante no pueda adquirirlo, gestionamos una solución a través de la red de fundaciones con las que trabajamos o bien con los centros de padres de aquellos colegios que tienen mejores ingresos”. De tal manera que, añaden, “ningún estudiante deje de acceder a su uniforme o útiles escolares”.
Asimismo, hay también instituciones particulares, como las pertenecientes a la red Seduc (Cordillera, Huelén, Huinganal, Los Andes, Tabancura y Los Alerces), donde el uniforme sigue siendo obligatorio. “Si bien no es un tema de la esencia de nuestro proyecto educativo, pensamos que contribuye a formar a los alumnos y alumnas en el hábito del orden, favorece el ahorro de las familias y deja de ser una preocupación diaria para el apoderado”, explican.
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