¿Qué hay en la bóveda secreta del secretario de la Cámara Miguel Landeros?

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FOTO: LUIS SEVILLA / LA TERCERA

Hasta el martes, cuando se de cuenta en Sala, la acusación constitucional contra la ministra Cubillos estará bajo llave en la oficina del secretario general de la Cámara de Diputados. No es el único documento delicado que resguarda el funcionario. En la Cámara Baja hay tres bóvedas con documentos reservados y de alto valor histórico.


Hasta el martes, cuando se de cuenta en Sala, el texto de la acusación constitucional contra la ministra de Educación Marcela Cubillos estará bajo llave. No es una frase hecha. La expresión es literal: el documento que ayer -no sin polémica- presentaron 11 parlamentarios de la oposición está en la caja fuerte que está en la oficina del secretario general de la Cámara de Diputados, Miguel Landeros. 

Hasta ayer pocos sabían que la Cámara Baja tiene una bóveda especial para el resguardo de secretos que está fuera del alcance de diputados, funcionarios y, sin duda, de la prensa. Pero lo cierto es que tiene tres.

La más pequeña está en la oficina de Landeros en el cuarto piso del edificio de la Cámara de Diputados en Valparaíso. Ahí está la acusación contra la ministra Cubillos, pero en ese lugar también se resguardan oficios reservados que pudieran contener secretos de Estado. El acceso a ella es con ceremonia. Cada vez que asume un nuevo secretario de la Cámara se le entrega un sobre sellado con las claves. Y solo tienen acceso a ella, Landeros, el prosecretario de la Cámara,  Luis Rojas Gallardo y una secretaria.

En Valparaíso existe una segunda caja fuerte, de mayor tamaño, donde se archivan las actas y oficios secretos que estuvieron en la oficina de Landeros. Allí hay actas reservadas del año 90' en adelante.

La tercera bóveda está en Santiago, en el subterráneo del edificio del ex Congreso. Esa es la que tiene el mayor valor histórico pues contiene actas secretas de la Guerra del Pacífico y documentos previos al golpe de Estado de 1973. Por ser un archivo de alto valor, la bóveda se mantiene acondicionada a temperatura adecuada para la conservación. Y no tiene acceso abierto. Hace 10 años un grupo de historiadores pidió permiso para entrar siendo los últimos visitantes externos, según comenta Landeros.

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