"¡Un minuto de silencio, para el chuncho que está muerto!": El grito más escuchado en la celebración del camarín de la UC
Los festejos en el vestuario de Universidad Católica tras la conquista de su 13ª estrellas tuvieron presente al archirrival, cánticos al ya ex jugador Huaso Álvarez y emotivas palabras de Beñat San José.
"¡Un minuto de silencio, para el chuncho que está muerto ea, ea, ea, ea, ea, ea, ea, e!". El destinatario del título 13 de Universidad Católica es claro y se escuchó fuerte, Así lo relatan varios de los presentes en el camarín visitante del Germán Becker. La escena y la canción se repetirían varias veces más en el aeropuerto, el avión y los buses que tomaron los cruzados.
Entre medio, eso sí, muchos detalles, muchas emociones. Demasiada algarabía descontrolada. La euforia florecía por todos lados, desde jugadores hasta dirigentes.
Porque apenas consumadas las celebraciones en la cancha en Temuco, el equipo llegó hasta su vestuario, hasta donde también llegaron familiares, funcionarios y dirigentes. Ahí, al ya expuesto cántico en contra de los azules, uno de los dos únicos rivales a los que la UC no pudo vencer en cancha este año (el otro fue Antofagasta), vinieron varios más. Decenas de ellos.
"¡Y dale oh, y dale oh, y dale Cato dale oh!", "¡Dale campeón, dale campeón, dale campeón!", se escuchaba una y otra vez. Al rato, eso sí, la U volvía a estar en la retina: "¡El que no salta es de la U, el que no salta es de la U!", se entonaba. A esa altura, directores como Francisco Lavín, el más nuevo (y joven) de la mesa de Cruzados, también se sumaba. Era uno de los más activos.
Todo con la copa de campeón paseándose por cada una de las manos de los presentes, quienes no desaprovechaban la oportunidad para sacarse fotos con ella. Así, por ejemplo, la banda argentina del plantel (Dituro, Lanaro, Voboril, Aued, Buonanotte, Sáez y el chileno Fuenzalida), claramente identificada, registró varias instantáneas para la posteridad.
En medio de la felicidad también hubo momento para unas emotivas palabras de Beñat San José, el arquitecto de la corona. "Felicitaciones a todos, a todos, a todos absolutamente. Aquí, este año nos la hemos pasado de todos colores. Ha habido gente que ha pasado momentos realmente delicados y ha echao pa adelante. De arriba también los estaban mirando, gracias por todo el esfuerzo, porque os habéis dejado los cojones, la piel y la camiseta en cada encuentro. Señores, somos campeones, ahora sí", dijo el entrenador español antes de fundirse en un abrazo con el Huaso Álvarez.
Y ya cuando las fotos junto al trofeo habían sido suficientes, llegó el momento de usarlo como lo que es: una copa. Varias botellas de champaña se abrieron para festejar una corona. Al Álvarez, como a otros, lo hicieron beber del trofeo.
Ignacio Saavedra, que esta mañana se hacía exámenes para cuantificar su lesión, era uno de los más exultantes tras haber vivido unos momentos de luto personal. "Estaba con mucha pena al principio, pero después se le fue pasando", relatan algunos de los presentes. Y es que a pesar de no poder terminar el partido del domingo, quiso festejar que a sus 19 años fue pilar de la segunda rueda. Eso valía celebrar, literalmente, en una pierna, a pesar de los consejos que constantemente le daba el kinesiólogo Marcelo Vargas.
También hubo momentos anecdóticos, como cuando Miguel Vargas, arquero suplente, le quitó la cámara al equipo audiovisual de la UC y las hizo de camarógrafo para registrar todo lo que ahí acontecía.
La fiesta siguió en el bus que los llevaría al aeropuerto de Temuco. La copa, en todo momento, resguardada por los jugadores. Y es que habían luchado 30 fechas para quedársela y quizás por eso no la perdían un segundo de vista.
El único que podía quitarle algo de protagonismo al trofeo era el Huaso Álvarez, tan importante para los cruzados como un título mismo. Los "se queda" que le proferían sus compañeros, sobre todo los más jóvenes, se escuchaba constantemente. Hasta que los gritos pasaron a otro cántico. "¡Oh, el Huaso no se va, no se va, el Huaso no se va!", fue uno de los tantos que le dedicaron al capitán. Él mismo, eso sí, envalentonó a los suyos a gritar nuevamente "¡el que no salta es de la U!" y "¡dale campeón, dale campeón!".
Al fondo del bus iban los más desordenados. Ese grupo que componen jugadores como Llanos, Ampuero (el dueño de la música), Carreño, Vilches, Bolados, Henríquez, Fuentes o Rojas. Ellos entonaron un par de veces la canción "Calma" de Pedro Capó junto a Farruko, aunque con su propia versión de la letra: "Vamos pa la playa, vamos bien tocaos, bien encaminaos, haciendo corazones, para la afición", cantaban.
Ya en el aeropuerto de la Región de la Araucanía fue Stefano Magnasco el encargado de bajar la copa del bus. Cientos de hinchas, que también se acordaban permanentemente de la U con groseros epítetos, aguardaban a los jugadores, por lo que la fiesta siguió en ese lugar.
Hasta ahí llegaron los jugadores, algunos con cervezas, para celebrar junto a los fanáticos. Hubo tiempo para todo: fotos, autógrafos e incluso bailes combinados entre futbolistas y forofos, como cuando Ampuero y Llanos lideraron, al son de "El polvito del amor" del grupo Amar Azul, una ronda.
En ese lugar ,Iván Álvarez, hermano de Cristián, lucía con orgullo la camiseta que el Huaso le había regalado, esa de su último partido como profesional. Y Kuscevic se dejaba ver aún vestido como jugador, con la misma armadura que hace un par de horas había estado batallando en el Germán Becker.
Eso hasta que llegó la hora de subirse al chárter que los trasladaría hasta Santiago. Por un momento, los futbolistas que ya son padres olvidaron a los hinchas, la medalla y la copa, para subir al avión a sus más preciados tesoros: sus pequeños hijos. Voboril y Dituro, por ejemplo, llevaban en brazos a sus primogénitos en la loza del aeropuerto.
El vuelo de regreso a la capital no estuvo ajeno de festejos, con varios "ceatoleí" de por medio. Los jugadores se sentaron como mejor les pareció. El lesionado Saavedra iba en las primeras filas, acompañado de Ampuero y Vilches, por ejemplo.
El capitán del vuelo también dedicó palabras y felicitaciones a una Católica que ya en Arturo Merino Benítez siguió recibiendo la atención de sus fanáticos: varia decenas de ellos aguardaban en Santiago y envolvieron a Kuscevic, el encargado de llevar la copa, para seguir con los trasnochados festejos antes de ir a dormir por algunas horas y continuar con las celebraciones oficiales esta tarde.
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