Vaticano sancionó en 1951 al fundador de Schönstatt por abuso sexual y de poder

Joseph Kentenich.
El sacerdote Joseph Kentenich, fundador del movimiento Schönstatt.

Detalles desconocidos de la investigación realizada por el Santo Oficio se encontraban en los recientemente abiertos archivos del pontificado de Pío XII a los que tuvo acceso la historiadora alemana Alexandra von Teuffenbach.


Josef Kentenich, el fundador del Movimiento Apostólico de Schönstatt, cuya sede central se encuentra en Alemania y, hoy tiene presencia en más de 45 países, fue sancionado y apartado por el Vaticano de su obra en 1951 tras una investigación apostólica. La causa: una acusación de abuso de poder y abuso sexual cometido contra las religiosas del movimiento. El hecho fue revelado por la historiadora alemana Alexandra von Teuffenbach y ex académica de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma en una carta enviada al vaticanista italiano Sandro Magister y al diario alemán Die Tagepost. La también teóloga encontró detalles desconocidos de la investigación contra Kentenich en los archivos recién abiertos del pontificado de Pío XII, donde se encuentra, además, el detallado informe elaborado por el jesuita alemán Sebastiaan Tromp, quien fue nombrado visitador apostólico en el movimiento mariano entre 1951 y 1953.

En el texto escrito por Von Teuffenbach y conocido ayer, se asegura que el sacerdote palotino que en 1914 fundó la Federación apostólico de Schönstatt que daría nacimiento al movimiento del mismo nombre, tenía “un poder absoluto, con frecuencia equiparado a Dios, tanto que en muchas expresiones y oraciones no se comprende con claridad si éstas están dirigidas a Dios Padre o al fundador mismo”. La historiadora y teólogo agrega que eso se explicitaba en actos concretos, como la ceremonia mensual “en que las religiosas debían arrodillarse frente ‘al padre’, extender sus manos hacia él y darse totalmente a él”, escribe. Durante ese proceso, se daba un diálogo en que el fundador preguntaba: “¿De quién es la hija” y estas respondían, “Del padre”; “¿A quién pertenecen los ojos?”, “al padre”; “¿A quién pertenecen las orejas?: “al padre”, etc. Algunas religiosas hacen mención también a preguntas como ¿A quién pertenecen los órganos sexuales”.

Pero la denuncia más grave se da en una carta enviada en 1948 por una religiosa alemana, que según la historiadora, se encontraba en ese momento en Chile. En ella, la monja denuncia directamente un caso de abuso sexual y asegura que “después de lo que había sucedido en ocasión de uno de estos ritos ella no había podido ver más en “el padre” al fundador, sino solamente a un “varón”, diciendo que se había rebelado y sufrido durante un año antes de poder hablar con un confesor al respecto. El visitador apostólico tuvo acceso a la carta y al reunirse con la religiosa la conminó a que le diera su autorización para denunciar en Roma el comportamiento de Kentenich, agregando que “no comprendía cómo religiosas inteligentes podían participar en estas cosas”. Luego al reunirse con la superior, confirmó que esta había recibido “seis-ocho cartas que le parecieron menos graves” y que aseguró que las “había arrojado a la basura”.

Según Von Teuffenbach, “todo el ambiente descrito por el fundador es muy sexualizado”. Y agrega, en la carta enviada a Sandro Magister, que “después de haber negado inicialmente los hecho, los partidarios de la obra consideraron poder justificar todo: el fundador sólo habría ayudado a las religiosas a liberarse de las tensiones sexuales con un remedio pastoral psicoterapéutico”. Pero en los hechos, en agosto de 1951, Kentenich fue alejado de su obra por un decreto del Santo Oficio. Fue exiliado a Estados Unidos y se le prohibió tener contacto con las religiosas, cosa que Von Teuffenbach, asegura que en la práctica no sucedió. Estas no dejaron de escribirle e incluso calumniar no solo a los visitadores sino también a las religiosas que habían hecho las denuncias, lo que obligó a una permanente intervención el Santo Oficio en el movimiento. La pena contra Kentenich fue finalmente condonada por el Papa Paulo VI en 1965 y el sacerdote falleció en 1968.

Actualmente está activo un proceso de beatificación de Kentenich, iniciado en 1975. Según un comunicado emitido el miércoles por el movimiento y firmado por su actual director general, el sacerdote argentino Juan Pablo Catoggio, las acusaciones contra el fundador se “aclararon durante el proceso de beatificación”. Según el sacerdote, “si las dudas sobre la integridad del fundador hubieran seguido existiendo”, el exilio no habría terminado y el Vaticano no hubiera podido “comenzar el proceso de beatificación”. Además, en un segundo y más extenso comunicado, conocido hoy, Catoggio cuestiona el trabajo de Von Teuffenbach y agrega que el movimiento “rechaza firmemente la acusación de que Josef Kentenich haya sido culpable de abuso sexual a miembros del Instituto de las Hermanas de María”. Según él, Schönstatt estaba al tanto de los hechos y todas las referencias a abusos sexuales del fundador se basan en “declaraciones vagas”.

En Chile, Schönstatt tiene una importante presencia e incluso el cardenal Francisco Javier Errázuriz no sólo pertenece al movimiento, sino que fue su superior general entre 1974 y 1990, justo cuando comenzó el proceso de beatificación.

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