El complejo desafío de Boric para liderar un escenario regional incierto

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Colombia's President-elect Gustavo Petro greets Chile's President Gabriel Boric, as he arrives for his swearing-in ceremony at Plaza Bolivar, in Bogota, Colombia August 7, 2022. REUTERS/Luisa Gonzalez

Ante la permanente dificultad que ha tenido América Latina para articular una “sola voz”, las crisis internas de cada país y la incertidumbre sobre el futuro electoral brasileño, el Presidente ha buscado dar señales y establecer alianzas estratégicas en un contexto en que hay una mayoría de gobiernos de centroizquierda. Si será o no él quien encabece el bloque en el futuro depende de varios factores.


Sorpresa. Esa fue la sensación que se instaló en la delegación chilena que acompañó al Presidente Gabriel Boric a la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de septiembre pasado, ante la dureza del discurso del líder colombiano Gustavo Petro. “Los énfasis fueron evidentemente disímiles”, se escuchó por esos días en la comitiva que asistió a Nueva York.

El mandatario de Colombia apuntó sus dardos a las “potencias”, incluyendo al anfitrión, Estados Unidos, en varias oportunidades. Llamó a terminar con la hipocresía en torno a la lucha contra el cambio climático y el narcotráfico. En cambio, el Jefe de Estado chileno condenó las violaciones de derechos humanos en países como Venezuela y Nicaragua.

Ese día, dicen fuentes diplomáticas, quedó en evidencia que -pese a la fluida relación que mantienen Boric y Petro-, ambos trazarán líneas diferentes en una América Latina cuyos países enfrentan complejos desafíos internos. “No está decantado aún cuál será el juego de Petro”, dicen en el Ejecutivo.

Desde que llegó al poder, el Presidente Boric, en cambio, ha buscado situarse en el plano internacional como el líder de una izquierda “distinta”, que defiende la democracia y condena sus transgresiones sin importar el color político de quienes las ejercen, pero también despejando que está por una mayor integración. Algo de eso ha quedado plasmado en su participación en eventos multilaterales y, en particular, en la relación -dicen en La Moneda- que busca afianzar con Estados Unidos.

Fuentes expertas aseguran que si se mira el contexto latinoamericano, la cercanía o distancia con la potencia que lidera Joe Biden es clave para situar al país en la región y quiénes serán -en mayor o menor medida- sus aliados. El Mandatario chileno también tuvo un discurso moderado en la Cumbre de las Américas, donde -sin contar su lapsus con John Kerry en otra de sus alocuciones-, no hizo mayores cuestionamientos al país norteamericano, más allá de llamarlos a tratar como “iguales” al resto de los países del hemisferio sur y no omitirse de criticar las exclusiones que marcaron el evento.

Si bien quienes conocen del vínculo que Chile ha establecido con ese país aseguran que no es de “complicidad”, sí reconocen que es -al menos- de cercanía estratégica y así quedó de manifiesto tanto tras la bilateral que sostuvo Boric con Biden en junio, como en sus conversaciones con Barack Obama y, más recientemente, con la visita del secretario de Estado Antony Blinken, quien fue recibido con alfombra roja en La Moneda este miércoles. Un gesto adicional haría en favor de nuestro país esa nación al dar su voto a Chile en los comicios para integrar el Consejo de Derechos Humanos de la ONU el próximo 11 de octubre.

Pero más allá de los guiños con Estados Unidos, el rol de liderazgo que pueda jugar el Presidente en la región dependerá también de otros factores. Porque, pese al surgimiento de gobiernos de izquierda, también -dicen en el oficialismo- se han afianzado las oposiciones de corte populista de esas administraciones, como quedó en evidencia el fin de semana en Brasil, con la composición de un Congreso sin mayorías dominantes, aunque con un avance importante de la derecha que respalda al Mandatario Jair Bolsonaro. Esto, además de las crisis internas que enfrentan naciones como Argentina, Perú o la misma Colombia, que sigue en sus esfuerzos por, esta vez, lograr la paz con la guerrilla.

“En la región la izquierda la tendrá muy difícil este año y el próximo, con o sin Lula (Da Silva). Estamos en una situación paradójica, porque si bien han surgido gobiernos de izquierda, también se han consolidado sus oposiciones”, dice una fuente que conoce de la mirada del gobierno en estas materias.

Si bien Boric ha respaldado la opción de Inácio Lula Da Silva, lo que dejaría atrás un nuevo gobierno conservador de Bolsonaro, su irrupción también podría desplazarlo en el liderazgo de la articulación regional. Fuentes diplomáticas aseguran que Estados Unidos mira con atención la figura del líder del Partido de los Trabajadores (PT), a quien ya conocen y consideran un “pragmático”. Lula podría ser un liderazgo más transversal en la región, dicen las mismas fuentes, algo que se hará notar considerando las condiciones geopolíticas de Brasil.

Otros personeros oficialistas, en todo caso, desdramatizan el escenario y aseguran que lo importante -más allá de quién ejerza el liderazgo- es que la llegada de Lula implicaría un escenario ideal para un objetivo que se ha trazado el propio Boric: construir un polo de izquierda que tenga “una sola voz” y peso ante el resto del mundo, revitalizando así la región.

Pero para lograr aquello, según comenta un excanciller en privado, el Jefe de Estado también tendrá que mantener control de la interna, algo que se le ha vuelto complejo en los últimos meses tras el triunfo del Rechazo y las dificultades en materias como seguridad, migración y, también, la división de sus coaliciones ante la opción de que Chile ratifique el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica o TPP11.

“Está surgiendo una izquierda nueva, profundamente comprometida con los cambios, pero con respeto pleno a los derechos humanos. Una izquierda que expresa anhelos, pero con los pies en la tierra. Y eso el Presidente Boric lo expresa muy bien; representa un aire fresco a la izquierda y podría cumplir un papel significativo para perfilar esta alianza nueva con Petro y con Lula”, dice, por el contrario, el excanciller Heraldo Muñoz.

El exministro, en todo caso, advierte que incluso si Lula gana “no estará en las mismas condiciones que antes, porque tendrá un Parlamento totalmente opositor y eso va a limitar su perfil más convencional. Hay entidades que va a manejar de manera pragmática, me refiero a Unasur, que estaba en declinación y prácticamente ha desaparecido”.

Pese a la relevancia que tiene para Chile el énfasis en América Latina, Muñoz recalca que “tiene que haber un regionalismo con realismo, es decir, un compromiso muy fuerte con la región, pero entendiendo que los discursos han sido abundantes y los logros han sido muy limitados. Además, el Presidente ha dejado bien en claro que Chile tiene prioridades también en otras regiones, por ejemplo, Asia-Pacífico como la región del futuro. Como también no descuidar la relación con Estados Unidos y Europa”.

Argentina y Bolivia

El Presidente Boric ha cultivado buenas relaciones con Alberto Fernández. Una de las señales la dio al inicio de su gobierno cuando hizo una visita de Estado a Argentina, lo que, en todo caso, también han hecho sus antecesores que han privilegiado, tradicionalmente, partir el despliegue internacional por ese país. Los lazos con los argentinos no han tenido demasiados ribetes, aunque nadie esconde en el gobierno que el impasse por la acusación de un supuesto sobrevuelo de aeronaves argentinas por territorio chileno, y que fue abordado por la canciller Antonia Urrejola y su par Hernán Caffiero, generó tensiones innecesarias entre ambos países. Con quien no existen demasiados vínculos, pero tampoco interés de parte de Chile en establecerlos, es con la vicepresidenta Cristina Fernández, a quien ven como parte de una izquierda que no los representa.

En el caso de Bolivia, el gobierno chileno ha optado por una aproximación que les permita avanzar en cuestiones de interés bilateral. Esto, más allá de que -son conscientes, porque está en su Constitución- de que el Presidente de ese país, Luis Arce, seguirá insistiendo con el tema marítimo.

Con ese marco, de hecho, ambos mandatarios se reunieron a inicios de agosto pasado, en una bilateral en Bogotá, donde ratificaron que reactivarán la “hoja de ruta” pactada el 2021 en La Paz, “con el fin de construir una agenda de confianza mutua”.

Dicho documento incorpora la creación de una mesa para dar solución a la crisis migratoria que afecta a la región, la preocupación mutua por el contrabando, la trata y el tráfico de personas, el crimen organizado y el aumento en las relaciones comerciales. Asimismo, Chile designó como cónsul general a Fernando Velasco para facilitar el diálogo en ese país.

Nicaragua y Venezuela

Un tema que es prioritario para Chile es erigirse como un líder en materia de DD.HH. en la región. Además de la candidatura al Consejo de la ONU, de hecho, ayer en el marco del Consejo General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en su discurso la canciller Urrejola pidió poner fin a su vulneración tanto en Venezuela como en Nicaragua.

En esa línea, también lideró una iniciativa para visibilizar la situación política del régimen de Daniel Ortega y avanzar en la liberación de los presos políticos.

En un encuentro junto a Blinken, el subsecretario para las Américas de Canadá, Michael Grant, y otros 13 países ratificaron una declaración que recoge la propuesta chilena de crear una comisión de alto nivel con el objetivo de negociar una salida pacífica a la situación que viven los nicaragüenses.

Y pese a la condena permanente a la dictadura de Maduro por parte del gobierno del Presidente Boric, generó cuestionamientos en la derecha que -en el marco del mismo foro- Chile se manifestara a favor de revocar la representación del Presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó.

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