Joaquín Lavín: “Ha permeado mucho la teoría de hacer oposición a todo, hay que cambiar esa actitud”
El exalcalde entra a la discusión política para pedir que gobierno y oposición se sienten a conversar. La Moneda, dice, “debe abrir la agenda” de temas a tratar y la derecha no debe ir “solo a pelear”. Hay que buscar una tregua y un pacto social, afirma, “para tomar la oportunidad que el mundo nos plantea”. Lavín advierte que “Chile está parado” y culpa a los políticos de haberlo hecho un “país ingobernable”.
No es cualquier cosa que Joaquín Lavín -exalcalde, exministro, excandidato presidencial- sentencie que “los políticos hemos transformado a Chile en un país ingobernable”.
El UDI decidió romper con un año y 10 meses de silencio en términos políticos -después de su última y frustrada candidatura a La Moneda de 2021- para alertar respecto de las oportunidades que, a su juicio, puede perder el país si continúa la “conflictividad política estéril” en la que se encuentra.
Y lo hizo nada más y nada menos que de la mano de Alberto Mayol, sociólogo y uno de los fundadores del Frente Amplio, quien también tuvo una incursión presidencial en 2017, cuando perdió una primaria a manos de la periodista y hoy embajadora en México, Beatriz Sánchez.
Lavín afirma que es necesaria una “tregua” entre los bandos políticos que dé lugar a un nuevo pacto social. Y apunta a las especiales responsabilidades que tiene la derecha en ello. No debe repetir -asegura- lo que fue el Frente Amplio con el segundo gobierno de Sebastián Piñera, incluso si es a menor escala.
¿A qué se refiere con su llamado a una tregua? Si la pide, significa que hay una guerra o un enfrentamiento a gran escala...
Me refiero a que hay que tomar conciencia de que Chile tiene una oportunidad gigante, porque el mundo está embarcado en una lucha contra el calentamiento global y necesita y está dispuesto a pagar altos precios por lo que el país tiene: cobre, litio, energía solar, eólica, hidrógeno verde, combustibles verdes. Al mismo tiempo, podemos aprovechar esos precios para transformar nuestra economía en una economía verde y crecer, volver al desarrollo. Sin embargo, el gran obstáculo para que esto pase -y que por eso Chile está parado- es que hay una conflictividad política estéril que nos ha llevado al inmovilismo y que se repite gobierno tras gobierno desde hace ya una década. Esto ha ido agudizándose y ahora el grado es máximo, pero en el fondo la conflictividad política estéril se ha transformado en el principal obstáculo para este cambio que Chile necesita y para tomar la oportunidad que el mundo nos plantea.
¿Los principales obstáculos para el desarrollo son políticos o no son los políticos?
Es la política y la conflictividad estéril. La política es muy dura en todas partes. Es dura en Estados Unidos, en España, pero son países que están en otro nivel de desarrollo. La tragedia de Chile es que esta conflictividad política estéril nos llegó cuando tenemos una oportunidad grande que no hemos aprovechado. Esto requiere poner la pelota en el piso, pensar un poco más allá. Hoy día la política está centrada en el corto plazo, en llegar al poder, para lo que hay que sacarle la mugre al gobierno. Ese ciclo se va repitiendo, y a quien llega al poder le pasa lo mismo de nuevo y no se avanza.
En abril, el Presidente Boric también pidió una tregua a los partidos políticos para buscar soluciones a la crisis de seguridad. La derecha lo mandó a buena parte...
No me quiero quedar en las palabras, pero evidentemente Chile necesita una tregua. Todos los países que han logrado superar la trampa de los países del ingreso medio, en algún minuto han hecho un nuevo pacto social que vuelve a priorizar el crecimiento. Es muy grande lo que nos estamos farreando. Entonces, tú puedes continuar la pelea, pero te va a pasar lo mismo cuando llegues al gobierno. Estamos repitiendo el mismo ciclo y el país no avanza.
¿No es el proceso constituyente una ventana para llegar a ese pacto social?
Es bastante más amplio. Obviamente, debería incluir el tema constituyente y, ojalá, zanjarlo de una vez por todas. Lo que Chile necesita hoy es estabilidad para que las inversiones vuelvan, para que los proyectos se hagan, para que Chile vuelva a crecer y a desarrollarse. Y esa estabilidad tiene varias dimensiones. Una de ellas es la estabilidad institucional. Entonces, ojalá Chile apruebe una nueva Constitución, porque eso da certeza. Y este pacto social también tiene una dimensión política.
Ahora, las conversaciones y esta tregua y diálogo tienen que ser mucho más amplios que, en el caso de la reforma previsional, por ejemplo, sentarse y decir “a ver, de tu 6%, dime cuánto me vas a dar o cuánto te voy a quitar por un fondo solidario”. Es mucho más amplio que dos temas o dos preguntas específicas.
¿Ve a gobierno y oposición conscientes del riesgo que se corre con seguir con esta conflictividad política, así como usted lo plantea?
No estoy seguro, porque si estuviera claro de este riesgo, creo que actuarían de otra forma. Están demasiado sumidos en un cortoplacismo grande, que en estos ciclos de cuatro años se van en ¿cómo llego al poder la próxima vez? Pero no están pensando, bueno, si llego al poder ¿cómo voy a gobernar?
¿Y cómo ve a Chile Vamos en ese sentido? La oposición pareciera tener las mayores posibilidades de ganar una próxima elección...
Yo lo veo como una oportunidad muy grande en términos políticos, pero eso nos debería llevar a actuar de una manera distinta. Si la derecha replica lo que hizo el Frente Amplio al Presidente Piñera -aunque eso fue extremo, incluso con el intento de sacarlo del gobierno-, si repite ese modelo, aunque sea a una escala diferente, que no esperen resultados diferentes. Entonces, lo más probable es que si nosotros llegamos al gobierno en dos años y medio, y más que la probabilidad hoy día es muy alta, puede terminar pasando lo mismo. Sobre todo, además, si se ha rechazado la Constitución y el desencanto en la gente es mayor.
¿Qué sería ‘lo mismo’ que puede terminar pasando?
Mi impresión es que Chile se ha transformado, o los políticos hemos transformado a Chile en un país ingobernable, por esta conflictividad estéril. Entonces esa ingobernabilidad puede seguir. Y obviamente que eso es muy dañino para el desarrollo. Yo quiero llamar la atención que la situación económica hoy en día es compleja. Chile está parado. Entonces nuestra apuesta con Alberto Mayol es tratar de evangelizar respecto de la oportunidad que Chile tiene para que la opinión pública termine diciéndoles a los políticos “miren la oportunidad que tenemos, aprovéchenla”.
Y si los políticos han hecho a Chile un país ingobernable, ¿cuál es su autocrítica?
Aquí las culpas son compartidas. No son de un solo sector ni de una sola persona. Esto se ha ido agudizando, pero el cambio tienen que hacerlo todos los sectores. Porque si uno llama a una tregua y lo acepta, dice “ok, voy a comportarme de una manera distinta”, también se debe confiar en que quienes están ahora en el gobierno se van a comportar de una manera distinta si son oposición. Entonces el cambio tiene que ser general.
¿Chile Vamos está replicando lo que hizo el Frente Amplio con Piñera?
No me refiero a Chile Vamos, me refiero a la derecha en general. Ha habido parte de eso, como acusaciones constitucionales que sabemos que no tienen ningún sentido. Creo que ha permeado mucho la teoría de que hay que hacer oposición a todo. Y esa es la actitud que hay que cambiar. Porque no lleva a pensar en Chile, sino a cómo llegar al poder.
¿Cómo se rompe ese círculo vicioso? Quienes han planteado algo así en su sector -estoy pensando en Javier Macaya, Jaime Bellolio- han recibido fuertes críticas internas.
Obviamente, el solo hecho de intentar llevar una tregua o un nuevo pacto social en este momento provoca al interior del propio sector muchas críticas. Pero los liderazgos son esos, personas capaces de enfrentarse a sus propios sectores en un determinado momento para decir las cosas, pensando más allá de la política de corto plazo, pensando en Chile. Para que haya diálogo tiene que haber una actitud nueva de las dos partes, de la oposición, que tiene que decir que esto no es pura pelea, y del gobierno, que tiene que abrir la agenda.
¿Y qué incentivos tienen los líderes de Chile Vamos para hacer eso, cuando parece que van ganando la carrera?
Los incentivos de corto plazo son a la pelea, a la polarización. Los algoritmos de las redes sociales son así. Entonces hay dos puntos que mencionar ahí. Uno, que lo importante no es ganar, sino gobernar. Y segundo, hemos aprendido en los últimos años que los entornos son muy cambiantes. Las personas eligen, pero al mismo tiempo se desilusionan muy rápido. Entonces ningún sector tiene clavada la rueda de la fortuna. Por eso pensemos en Chile.
¿Qué responsabilidad le asigna al gobierno respecto de esta crispación?
Tiene una responsabilidad muy grande, gigantesca. Porque el que siembra viento cosecha tempestades, como se dice. Ellos se comportaron de una manera muy violenta como oposición, que llegó prácticamente al extremo respecto del gobierno de Sebastián Piñera. Y hoy, cuando el gobierno dice “no hay que evadir el Metro” o “es fundamental el estado de emergencia en La Araucanía”... Cuando dice todo lo contrario de lo que decía hace dos años, obviamente la credibilidad se ve afectada y eso pasa a la cuenta. Pero eso no significa que la derecha tenga que actuar de la misma manera, porque si no también nos va a pasar lo mismo cuando lleguemos a La Moneda. Pero de que tienen una responsabilidad grande, la tienen por su comportamiento anterior.
¿Cree que el Partido Republicano empuja a Chile Vamos a un discurso más adverso a los acuerdos?
No me quiero meter en política contingente. Solo voy a decir lo siguiente: espero que a Chile Vamos nunca le pase lo que le pasó a la Concertación con el Frente Amplio, que quedó subsumida. Y pasó a ser poco relevante, hasta el nivel de que ese centro político hay que reconstruirlo prácticamente desde cero. Espero que a Chile Vamos no le pase eso.
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