Columna de Luis Larraín: La derecha y las elecciones
Por Luis Larraín A. Presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo
Consumada la amplia victoria de Gabriel Boric, en la derecha se inició un estéril ejercicio de recriminaciones por la derrota de José Antonio Kast. Pocos opinantes logran separar sus propios intereses y creencias (cómo voy yo en la parada) del análisis honesto del resultado de las elecciones.
José Antonio Kast sacó una alta votación, 44% de los votos, resultado que la derecha solo ha obtenido con Pinochet y con Piñera en los últimos 35 años. Claro, perdió y no vamos a descorchar champaña, pero empezar a buscarle ahora defectos a Kast como candidato (que ya conocíamos) o especular acerca de quién lo habría hecho mejor es inconducente. Creo, y no voté por Kast en la primera vuelta, que es evidente que nadie en la derecha habría ganado la elección presidencial. Puede que alguno hubiera obtenido un resultado más estrecho (ninguno de los que más hablan hoy día), pero eso es especulativo y para competir en segunda vuelta hay que estar entre los dos primeros en primera, por si a alguien se le ha olvidado esa elemental regla.
La derecha confirma que pese a los adversos vientos que corren, es una fuerza política de gran arraigo en la población chilena. Es extraño que sean pocos los analistas que lo mencionen. Max Colodro lo viene diciendo hace tiempo: la derecha chilena es sorprendentemente fuerte y ello explica entre otras cosas por qué la izquierda apoyó el llamado estallido social: para muchos allí, todo vale con tal que la derecha no llegue al poder. Un candidato como José Antonio Kast, motejado como extrema derecha por gran parte de la prensa, saca el 44% de los votos y sin embargo el sector está en crisis para esa misma prensa. Aquellos en la propia derecha que siguen ese juego aún no entienden que Kast sacó muchos votos porque no siguió las pautas de la izquierda.
¿Por qué, qué es esto de venir a descubrir ahora que Kast es muy conservador para ganar la Presidencia? A mí me parece que era evidente. Pero de allí a decir que hizo un mal papel en la elección hay mucho trecho. Los votos que se restaron a la derecha por ese conservadurismo fueron muchos, pero en mi opinión los que se sumaron por la decidida posición de él en denunciar el abandono en que los demás políticos han dejado al país a merced de la violencia, delincuencia y narcotráfico, fueron más. Él tuvo el sentido común y la valentía que no tuvieron otros. La derecha necesita identidad propia; pero entre los jóvenes no tendrá éxito si insiste en las prohibiciones, tendrá que convencerse de dejar espacio para que cada cual desarrolle su propio proyecto de vida. Difícil ecuación que está pendiente.
Intentar designar líderes a dedo es inconducente y vetar a otros tampoco sirve. Quizás esa sea la regresión autoritaria más fuerte de la derecha, que no comprende que es la gente la que con sus votos premia o castiga en las urnas.
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