Lautaro Carmona (PC): “Estamos en un proceso de aprendizaje, hay que prepararse para otras batallas”
El secretario general del PC analiza la dura derrota del Apruebo en el plebiscito del 4 de septiembre y el pie en que queda su colectividad. Recalca que la lucha la tienen que hacer a través “de las ideas” y plantea la necesidad de avanzar rápidamente en un nuevo acuerdo constitucional. “Mientras más días vivamos regidos por esta Constitución (...), más daño le vamos haciendo al país”, dice.
Tras el comité central del Partido Comunista, su secretario general, Lautaro Carmona, comparte algunas apreciaciones. Lo primero, dice, es que quedaron al debe en lo comunicacional durante la campaña. Pese a la derrota en el plebiscito, confía en que como colectividad reforzaron su “acervo”.
También cree que la derecha hará todo lo posible para cuestionar el programa de gobierno del Presidente Gabriel Boric. Eso sí, valora los avances -no acuerdos, enfatiza- que se han dado con este sector, orientados a continuar con el proceso constituyente.
¿A qué atribuye el triunfo del Rechazo?
Creemos que es una explicación multifactorial. Entre esos factores nos desafió una política comunicacional capaz de llegar a la inmensa mayoría, con mensajes que entreguen la información que hace falta para tomar una decisión en el marco de lo que está en juego.
¿Cuál es la autocrítica que se ha consensuado dentro del partido?
Lo comunicacional es una.
¿Hay otras?
En el caso de los comunistas, hay un vínculo que no solo es de acceso mediático, sino que de vínculo personalizado. Estamos en un proceso de aprendizaje. Para eso son los procesos autocríticos: corregir y hay que prepararse para otras batallas, que siempre serán batallas de ideas. Por tanto, hay que ser buen portador de la comunicación de esas ideas.
¿Y eso cómo lo harán?
Como partido necesitamos un vínculo más regular, más permanente, mucho más rico, a través del territorio. (Faltó) una exposición más permanente, más perseverante, con más anticipación. Pudimos haber partido mucho antes. En el seno de la Convención, a lo menos las fuerzas que después estábamos juntos en el Apruebo, no tuvimos una coordinación de mayor calidad, entonces no teníamos las mismas centralidades que transmitirles a estos núcleos.
¿Considera que el partido quedó debilitado después del plebiscito?
Mi mirada -porque no voy a suplantar al partido en un debate que está haciendo- es que el partido quedó con un acervo mayor.
¿Por qué?
Porque desde el día uno nosotros fuimos una fuerza -no la única- que nos destacamos en luchar contra ese propósito de institucionalizar lo que se había instalado en Chile tras el golpe de Estado. Eso estuvo en todas las propuestas que el partido siempre hizo. El plebiscito nos dejó en la convicción de mejorar los déficits, como esta vinculación mayor con un mundo que hasta la fecha no habíamos precisado cuánta complejidad tenía, que es el mundo que nunca había votado.
¿No se toma el resultado del plebiscito como un llamado a reconsiderar el programa de gobierno?
Tengo otra lectura que lleva a una posición totalmente opuesta. En esta votación puede haber insatisfacción porque se abrieron tantas expectativas de que muchas cosas podían cambiar en plazos breves. Entonces, puede haber una observación más crítica de cómo se cumple con los compromisos que llevaron al triunfo presidencial de Gabriel Boric. No asocio un debilitamiento de los compromisos
El alcalde Jadue esta semana se mostró preocupado por un “giro al laguismo” del gabinete. ¿Coincide en algún sentido con esa preocupación?
Él tiene una posibilidad en su condición de alcalde de tener una presencia pública en debates, pero a mí me toca, en mi condición de secretario general del partido, ser muy considerado por el debate que lleva el colectivo de la dirección. Me pronunciaré cuando lo hagamos colectivamente.
¿Considera que hay líneas rojas para el partido al interior del gobierno? ¿Qué tendría que pasar para que “agarren sus cositas”, como dijo el senador Núñez?
Daniel Núñez después de esa afirmación hizo una precisión para que nadie malinterpretara. Por medio de esa frase no había nada que pusiera en relativo la valoración y el reconocimiento que tiene por el Presidente. Dicho eso, los comunistas tienen un sentido de pertenencia y un compromiso más allá de cuál es el nombre que tenga una persona o no, con las ideas que van en beneficio de la transformación, porque benefician a un pueblo. No le doy más que eso.
¿Eso mismo no es una línea roja? Considerar que lo que hace el gobierno deja de ir en beneficio del pueblo...
Sí, pero no creo que sea necesaria una abstracción que nos lleve a nosotros a sacar hipótesis por adelantado respecto a cuáles son temas de líneas rojas. No tenemos un manual que diga por adelantado, que no sea saber que nosotros nos llamamos PC, que tenemos un origen, una política y una explicación de por qué estamos en esta construcción y que tenemos una expectativa, una confianza en que las cosas que hemos concordado son las que van a ir hacia adelante.
¿Hay temor a caer en el llamado “realismo sin renuncia”?
No me lo he planteado como un tema. No me gusta -ni nos gusta- construirme en un debate que tiene tanta sensibilidad fantasma a propósito de referencias anteriores. Es un concepto que viene del gobierno de la Nueva Mayoría.
Pero el Presidente Boric acuñó un término similar, el de “con gradualidad, pero sin renuncia”.
Son precisiones que la única forma de saber su alcance es que la haga el originario de esa afirmación, que en este caso es el Presidente de la República.
En el análisis del PC se concluyó que “la derecha utilizará el resultado del plebiscito para contener la agenda transformadora del gobierno”. ¿Qué tanto poder tiene ese sector después del plebiscito?
Del propósito de la derecha uno no tiene que sorprenderse, porque está incluso en el debate mismo de la batalla presidencial que perdió la derecha. La hizo cuestionando el programa de gobierno. Que va a hacer todo lo que pueda para cuestionar ese programa; es casi de las reglas del juego implícitas, dado que somos proyectos distintos.
En lo referido especialmente a la continuación del proceso constituyente, ¿cuánto cree que debería negociar el gobierno con la derecha en consideración de que tiene minoría en el Congreso?
Yo diría que están empatados. Todas las fuerzas políticas del país que tienen representación parlamentaria, que es donde está alojado este debate, tienen un desafío de responder con seriedad, transparencia, respeto con su propia palabra. Sobre esa base, más que negociar, yo valoro los avances que se anuncian -no voy a dar por hechos acuerdos-, como la comprensión de que la continuidad del proceso se hace sin necesidad de una nueva consulta plebiscitaria y que ese proceso se aloja en un cuerpo colectivo y va a ser electo en 100% por votación directa y universal.
¿Qué tan apurado está por que se alcance un acuerdo?
Mi apuro, y yo creo que de nuestro sector, tiene que ver con que mientras más días vivamos regidos por una Constitución que tiene orígenes de tanta desigualdad, más daño le vamos haciendo al país. Por tanto, lo que hay que ponerse son los plazos de los rigores que permitan superar esa situación. No de tanto madrugar amanece más temprano.
¿Cree que cambiaron las relaciones entre el partido y el gobierno tras el traspié que hubo con Nicolás Cataldo?
No, en lo absoluto. Nosotros tenemos poca vivencia histórica de gobierno, hemos estado en cuatro en 110 años. Pero esa poca vivencia la cambiamos por una intensidad para asumir los compromisos. Dentro de eso, entendemos que la gestión tiene las necesidades de precisión en beneficio de hacer avanzar el proyecto, que incluye situaciones como la que se provocó con Cataldo. Eso es muy distinto a que la relación no tenga el necesario y obligado sentido, activo y crítico, de tener noción de lo que está haciendo. La noticia nos impactó, porque ni nosotros pedimos una tarea, ni menos el conjunto del partido estaba... Entonces primero el partido conoció de esto a través de la noticia.
¿No hubo una instancia previa para conocer que el gobierno quería incluir a Cataldo en Interior?
No corresponde, toda vez que nosotros como partido pusimos a disposición todas nuestras capacidades -algunos dirían recursos humanos-, el Presidente dispone. Yo no quiero achicar la discusión que tienen los otros partidos, pero en el caso nuestro así es. Entonces, no tendría por qué haber ni un plebiscito ni una consulta. Como empezó una cantidad de interpretaciones especulativas no con buena intención de algunos -y particularmente de la derecha- el partido reaccionó en defensa de su sentido de pertenencia a esta organización llamada Partido Comunista.
¿Cuánta relevancia les da a los tuits?
Que uno siga hablando a esta altura de los tuits que hicieron hace 11, 12 años, me parece un ejercicio un poquito sofisticado -para decirlo suave-. Quienes los usaron, hicieron una interpretación extrema, con una intención, que era descalificar la capacidad de un militante comunista para cumplir tareas de Estado.
Teillier reveló que el Presidente Boric había compensado el traspié poniendo a Cataldo en la Subdere. ¿Eso no es caer en la lógica del cuoteo?
Primero, no voy a hacer comentarios de algo que Guillermo (Teillier), él mismo planteó había sido un error, el tema de la forma. Segundo, quedó demostrado que no ha habido una relación con el gobierno o el Presidente que tenga cálculos mediante, que esté vinculado a cuotas garantizadas para este o para cualquier partido. No ha sido la forma en que nosotros hemos participado, ni de este gobierno ni de ningún otro.
¿Cómo queda el liderazgo de la diputada Cariola (PC) en la Cámara tras ser rostro de la campaña del Apruebo? ¿Espera que se mantenga el acuerdo para presidirla?
Me parecería no presentable. Porque uno podría decir: “Bueno, pero se la jugó”. Dio la cara. Eso siempre tiene un valor. Yo no digo ni quiero insinuar cómo tienen que votar, pero si hay un compromiso, va a haber una evaluación ciudadana respecto del rigor para cumplirlo.
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