Los conflictos del comercio ambulante en Santiago
Diciembre será un mes complejo para los comerciantes, que preparan una Navidad con menos restricciones sanitarias. Y conflictivo para los ambulantes, que durante meses se han tomado transitadas calles y veredas de Estación Central y Santiago. Peleas entre bandas rivales, acumulación de desechos e incluso la obstrucción del acceso a un recinto de salud son algunos de los problemas que está generando esta situación, que ahora está siendo abordada con desalojos.
En la calle Salvador Sanfuentes, a una cuadra de la Alameda, casi en el límite entre Santiago y Estación Central, hay un hervidero. Es el primer día de diciembre y se percibe un particular ambiente navideño. Con el fin de las restricciones sanitarias, las calles han vuelto a lucir tan atiborradas como antes de la pandemia, o incluso más, ya que los puestos informales han estrechado a un metro -y menos- las vías para transitar. La gente se choca, se pisa, se pasa a llevar. Aquí, la distancia social es cuerpo a cuerpo.
Es imposible entender con claridad lo que se ofrece. Las voces son muchas, al igual que las ofertas: papeles para envolver regalos, juguetes, artículos de fiesta y cotillón, ropa, calzado, menaje, lápices, comida, helados o jugos naturales… Son decenas, si no cientos, los coleros que ocupan la vereda como vitrina, dificultando el libre tránsito de peatones. Entrar a un local es difícil, por el bloqueo de las entradas, y detenerse a mirar algún producto, casi un desafío. Un terremoto o un incendio dejarían caos en solo segundos.
“Esto ocurre todos los días, nos tiene cansados. Una no quiere meterse o reclamar, porque ellos (los comerciantes ambulantes) son muy agresivos. Es común ver peleas por los espacios, o que lleguen los lanzas aquí, al frente, y se cambien de ropa o boten las billeteras que robaron. Hay una sensación de impunidad, de que da lo mismo todo”, confiesa la trabajadora de un local de Salvador Sanfuentes que prefiere reservar su identidad.
En el barrio Meiggs el comercio ilícito está descontrolado. Tanto, que durante meses la calle Bascuñán Guerrero, recorrido del Transantiago, ha permanecido tomada por vendedores irregulares. En estos días, eso sí, solo están apostados en las aceras, pues tras los operativos de desalojo que coordinaron Carabineros, la Municipalidad de Santiago y la Subsecretaría de Prevención del Delito, han liberado esta vía, crucial para que las ambulancias ingresen al Cesfam Nº 5, que atiende a unas 45.000 personas.
Pero no se han ido. Este miércoles, al ver la custodia policial, todos se trasladaron a la cuadra de al lado, San Alfonso, donde ocupan calzadas y calle para montar toldos y ofrecer sus productos, sin dar paso a los vehículos que deben abastecer las bodegas locales. “Hay peleas todos los días, a cualquier hora. Lo terrible es que pelean a cuchillazos y a balazos. Es complejo lo que vivimos aquí, ni siquiera podemos decirles algo a las personas que se colocan afuera de nuestros locales, porque te pueden hacer algo a ti o al local”, dice un locatario de esta calle que pide no ser individualizado.
El problema no es solo de Meiggs. En el casco histórico de Santiago, entre la zona aledaña al Puente Cal y Canto y en el Paseo Puente, los toldos también han invadido las calzadas. Y aunque aquí la presencia de comercio irregular no ha provocado las aglomeraciones vistas en el límite con Estación Central, los problemas son casi los mismos.
“Nosotros preferimos llevarnos bien con ellos. Nos tratamos de vecinos, porque al final eso somos. Aquí hay gente que por años ha trabajado en esto, varios que recién ahora consiguieron permisos, pero también otros más bravos, que llegaron ahora y se pelean por los espacios”, relata una quiosquera de Paseo Puente.
El Paseo Ahumada, como es tradición, es otro lugar con fuerte presencia de vendedores ambulantes. Allí, el escenario es el mismo que en los otros puntos.
El Parque de Los Reyes también se ha visto invadido. Aunque aquí no hay locatarios perjudicados, la feria “de las pulgas” que se realiza los fines de semana ha acarreado un sinnúmero de incidentes delictuales. El más grave ocurrió hace un mes, cuando un hombre murió baleado tras discutir con otro.
“Los fines de semana hay mucha venta de alcohol y drogas, por eso las personas no razonan. Hay también mucha delincuencia, gente que anda robando bicicletas”, dice Lesly Carrasco (30), vendedora irregular del sector, quien arrienda camas elásticas y vende comida hace cuatro años en el parque.
Está a la espera, dice, de conseguir su permiso definitivo. Una esperanza que despertó con la campaña de la actual alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, quien se comprometió a regularizar estas ventas irregulares en su programa de gobierno. “Revisar la situación del comercio ambulante informal, mediante mesas de trabajo entre representantes vecinales, organizaciones del comercio y el municipio”, detallaba el punto 34.
Y a comienzos de septiembre la alcaldesa reforzó este punto: “Observamos que existe un espacio para más de mil permisos en la comuna de Santiago, situación que vamos a estar analizando en cada uno de los barrios para su otorgamiento”, dijo, desatando una polémica que caló hondo entre los representantes del comercio establecido.
Desalojos
La administración de Hassler ha entregado seis nuevos permisos. Pero en las últimas semanas el conflicto se abordó de otra manera.
A fines de octubre, la Municipalidad de Santiago recurrió al delegado presidencial de la Región Metropolitana, Emardo Hantelmann, para desalojar varias vías tomadas. Los operativos comenzaron a mediados de noviembre, para lo cual se conformó una mesa de trabajo con el municipio de Estación Central, Carabineros, PDI y la Subsecretaría de Prevención del Delito. Justo ese mes, una decena de ambulantes llegó hasta el municipio para protestar por la demora en las autorizaciones ofrecidas.
La directora de Seguridad del municipio, Natalia Silva, cuenta que tienen “15 inspectores municipales dedicados exclusivamente a la fiscalización del comercio ambulante, lo que se llama Servicio Focalizado de Comercio. Ellos trabajan en directa coordinación diaria con Carabineros. En promedio, en noviembre, realizaron 16 operativos al comercio ambulante por día”.
Al respecto, el coronel Gilberto Garay, de la Prefectura Santiago Central de Carabineros, detalla que “venimos sacando los toldos hace una semana. Estamos tratando de restituir un bien público como las calzadas de todos los sectores y hemos avanzado en un plan, de aquí a fin de año, para volver a la normalidad lo que era este barrio (Meiggs). Se hará lo mismo en los otros puntos”. Y agrega: “Santiago ha tenido un aumento exponencial del comercio ambulante”.
Así lo refrendan las cifras. Los casos de “comercio ambulante sin permiso municipal” que maneja Carabineros a septiembre de este año llegaron a 1.349, un 129% más que el año pasado (589).
El último martes la situación entre el municipio y los ambulantes llegó a un punto de alta tensión. Se concretó el desalojo en las inmediaciones del barrio Meiggs, donde los vendedores incluso impedían ingresar al Centro de Salud Familiar Nº5, ubicado en la calle Bascuñán Guerrero, que debió cerrar sus puertas.
La administración de Hassler justificó esta acción como una “consecuencia del bloqueo de calles por la instalación de toldos que impedían el acceso al Centro de Salud Familiar”.
Desde la Cámara de Comercio de Santiago aseguran que el problema ha golpeado a cientos de locatarios. “Empatizamos con quienes se han visto en la necesidad de dedicarse al comercio ambulante, pero esta actividad provoca un daño tremendo a otros comerciantes formalizados que hacen el esfuerzo de cumplir con la legislación, entregando un trato justo a los consumidores”, dice su presidenta, María Teresa Vial.
En la calle plantean que el mensaje de la alcaldesa de Santiago llamó a que más vendedores llegaran. Aunque ella explica que fue un malentendido: “Los comerciantes han protestado afuera de distintos municipios por un tema de fondo. En Santiago no hemos hecho ninguna promesa respecto de la entrega de permisos y lamento si eso fue mal interpretado o mal tomado comunicacionalmente”.
En Estación Central, la otra comuna con el comercio irregular descontrolado, el escenario es más crítico. Los puntos más complejos que identifica su alcalde, Felipe Muñoz, son la Plaza Argentina y la Alameda, entre los tramos Marinero Díaz y José Luis Coo, y Obispo Manuel Umaña y Ruiz Tagle (fuera del terminal de buses).
Muñoz se defiende y dice que poco puede hacer. “Tenemos apenas cuatro inspectores municipales para enfrentar este asunto, y debemos destinar a Carabineros, descuidando otros problemas, como el narcotráfico. Este problema es muy profundo y tiene que ver más con la falta de empleo y, sobre todo, por la impunidad con que se mueven estas personas, porque saben que no les pasará nada si los toman detenidos”.
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