En junio del año pasado, Valentina, ingeniera comercial, de 32 años, comenzó a sentir una sensación de vacío tras apagar el computador, después de una jornada llena de reuniones por Zoom en su trabajo.

Más tarde, en la noche, sufría desvelos y tenía dificultades para conciliar el sueño y dormir de corrido por varias horas.

Sentía, dice, que el teletrabajo y el encierro por las cuarentenas le comenzaban a pesar. Pero tampoco tuvo muchas ganas de socializar, en julio del año pasado, cuando se dieron los primeros desconfinamientos.

“El insomnio lo atribuí a que antes en el trabajo me movía para todos lados, entonces llegaba a dormir físicamente cansada. Pero después empezaron a venir síntomas estomacales sin ninguna explicación médica después de un montón de exámenes en el gastroenterólogo”, cuenta.

Después de ser derivada a un psiquiatra, el diagnóstico la sorprendió: trastorno adaptativo por estrés.

Algo similar sufrió Ariel (30) desde septiembre del año pasado. “Yo había tenido un estado depresivo durante 2019 del que mejoré, gracias al tratamiento, en febrero del 2020, justo antes de la pandemia”, relata.

Sin embargo, en septiembre del año pasado comenzó con síntomas de irritabilidad ante situaciones que antes, para él, podían pasar desapercibidas. A eso, explica, “se sumó un estado de somnolencia constante, además de desconcentración en el trabajo. Si debía mandar un mail, tenía que revisarlo tres veces antes de hacerlo”.

¿Su diagnóstico? Un estado depresivo, agudizado por la situación de encierro prolongado durante la pandemia.

Valentina y Ariel -sus nombres han sido modificados- son parte de las más de 385.819 licencias por salud mental emitidas a afiliados del sistema de isapres durante 2020, según cifras entregadas a La Tercera por la Superintendencia de Salud. Se trata de un aumento del 11,42% respecto de 2019.

Y solo en lo que va de este año -con corte al mes de junio- el número ya alcanza 228.356 subsidios de incapacidad laboral emitidos, muy cerca de todos los entregados en 2017 (ver infografía).

Mientras que en el sector público, los datos requeridos al Compin Nacional señalan que el año pasado 1.318.433 afiliados a Fonasa requirieron una licencia asociada a estas patologías: 244.758 más que en 2019. “El aumento registrado durante 2020 versus 2019 fue de 22,8%. Los principales diagnósticos son trastorno mixto de ansiedad y depresión”, aseguran desde el Ministerio de Salud.

Los datos del sistema privado -desagregados por tipo de cuadro clínico- muestran que si bien las licencias por estados depresivos se mantienen en torno a las 130 mil en los últimos cuatro años, los trastornos de ansiedad y adaptativos han ido ganando terreno en el diagnóstico de patologías asociadas a salud mental.

Así, desde 2017 a 2020 el diagnóstico ansioso ha crecido un 59,2%. Y, en paralelo, las patologías adaptativas lo han hecho un 66,9%. En total, el alza acumulada de subsidios de incapacidad laboral emitidos desde 2017 asociados a estos dos grupos de patologías psiquiátricas ya mencionadas pasó de 127.302 en 2017 a un total de 207.220 durante 2020, registrando un aumento del 63%.

La directora de la Fundación Politopedia y consultora en salud, Victoria Beaumont, traduce el aumento de estas dos patologías en costos al sistema.

“Lo que notamos es que los trastornos de ansiedad y de adaptación son las patologías mentales de la pandemia. Si bien la depresión sigue siendo la patología con más pacientes, en los trastornos de ansiedad el gasto por licencias médicas aumento un 114% y en los de adaptación un 99%, según los cálculos que hacemos como fundación. La proyección para este año es que ambos trastornos sumen un desembolso de más de $90 mil millones en subsidios de incapacidad laboral”, afirma.

La especialista y psiquiatra de Clínica Indisa Maritza Bocic describe que los trastornos adaptativos, por lo general, se manifiestan “con síntomas ansiosos (intranquilidad, sensación de que algo malo va a pasar, taquicardia, sudoración, sensación de ahogo), y con síntomas depresivos (disminución de las ganas de hacer cosas, tristeza, llanto fácil, alteración de sueño, del apetito), y ambos cuadros conllevan las alteraciones de algunas funciones cognitivas”.

Y en su consulta, en el último año, Bocic afirma que quienes toman una hora siquiátrica por episodios de preocupación o por síntomas asociados a este trastorno que permanecen por largos períodos, han ido al alza, a diferencia de otros años.

“Me ha tocado ver con mucha frecuencia a personas que están con teletrabajo, que presentan una sintomatología relacionada con alteraciones de la memoria a corto plazo. Por ejemplo, van a buscar algo y de repente piensan “bah, ¿a qué venía?”, y no se acuerdan. También he visto en muchos pacientes que atiendo que tienen alteraciones con el tema de la denominación o nombre de objetos”.

El cuadro clínico se repite en la consulta del psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes Bernardo Barra. El especialista plantea que una mayor labilidad emocional, trastornos de pánico o la sensación de sentirse absolutamente superado han sido algunos de los síntomas descritos más frecuentes por los pacientes.

Y es que, sin perjuicio de que todas las patologías -incluida la depresión- han aumentado su prevalencia en la población, Barra coincide en que este tipo de trastornos específicos, asociados a un hito particular y común como la pandemia, han agudizado la consulta y el diagnóstico.

Ahora, con el retorno a la presencialidad en los ambientes laborales, el psiquiatra relata que existen pacientes que describen estar más nerviosos de lo común en reuniones o al exponer frente a una jefatura. “Hay pacientes que me dicen que se tienen que ir a esconder al baño a llorar, porque no son capaces de entablar una relación en una reunión de jefatura”, detalla.

En ese sentido, Viviana Tartakowsky, directora de la escuela de psicología de la U. Bernardo O’Higgins, explica que frente a este nuevo escenario de mejora en las cifras epidemiológicas, viene un nuevo período de adaptación. “El retorno paulatino en muchos lugares de trabajo también implica un estrés adicional. Lo que más se necesita hoy son jefaturas que sepan sobre cuidar a sus equipos de trabajo y proporcionarles flexibilidad, porque el volver después de casi dos años es una experiencia altamente compleja para quienes han estado encerrados todo este tiempo”, aconseja.

A inicios de este mes, el Minsal abrió la convocatoria para conformar el primer consejo asesor en materias de salud mental, como parte de los compromisos de la hoja de ruta para estas materias hasta 2025. Un aspecto que tomó una mayor urgencia en la cartera sanitaria tras la constatación del alza de estos diagnósticos en pandemia.

La búsqueda de los 13 integrantes que tendrá esta mesa partió el 4 de agosto y en un plazo de dos meses un comité de búsqueda conformado por 11 integrantes deberá seleccionar a cuatro usuarios, expertos u organizaciones de usuarios del sistema; tres actores comunitarios con participación en salud mental, tres representantes de la sociedad civil y otros tres miembros que representen a las instituciones académicas y sociedades científicas.

Dentro de esta comisión electora está la psicóloga María Angélica Benavides, presidenta de la Sociedad Chilena de Psicología Comunitaria, quien señala que ya están recibiendo los primeros currículums y que el plazo para postularse vence el 31 de agosto. Este organismo será una contraparte técnica del ministerio y deberán generar propuestas para abordar la problemática de la salud mental en el país.