Las tecnologías que marcarán las clases en la Educación Superior

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FOTOS: Pablo Sanhueza.

Varias instituciones han optado por modelos digitales y otros flexibles para impartir clases, a la espera de que los casos de COVID-19 disminuyan. Con moderna tecnología, el híbrido flexible ya llegó a Chile, en una experiencia que podría cambiar el modo de enseñanza en las universidades pospandemia.



Son casi las 9 de la mañana de un día de febrero y en el campus República de la Universidad Andrés Bello (UNAB) hay un grupo de 15 internos de enfermería que camina de un lado a otro con sus uniformes clínicos y ríen, en lo que parece ser una ventana entre cada asignatura. De tanto en tanto, alguno entra y sale de las salas de clases mientras, en su interior, monitores y pantallas se levantan sobre las paredes y desde el cielo penden algunos micrófonos.

La tecnología, que parece sacada de alguna serie de televisión, forma parte de las nuevas implementaciones que la universidad dispuso principalmente en sus laboratorios e instalaciones clínicas, para apoyar a sus estudiantes en el aprendizaje a distancia que forzó la pandemia hace ya un año. El modelo, conocido internacionalmente como Hyflex –del inglés “híbrido flexible”– mezcla una clase en tres formatos: presencial, trasmitida de forma remota y su permanencia en la nube. Comenzó a ser implementada en la casa de estudio en octubre pasado y permitió que algunas de sus carreras volviesen a las clases semipresenciales.

“Siempre ha sido un desafío buscar alternativas virtuales para que los aprendizajes realizados de forma práctica se puedan hacer virtualmente. Y nosotros nos cuestionamos cuánto podíamos virtualizar de lo presencial”, comenta Alejandro Zamorano, Vicerrector de Servicios Universitarios y Asuntos Estudiantiles de la UNAB. En junio del año pasado el plan contemplaba clases por streaming, pero la institución buscaba integrar alumnos a las clases prácticas y presenciales. Para ello, adquirieron tecnología de vanguardia e instauraron el sistema Hyflex, que desde fines del año pasado consiguió que algunos estudiantes pudieran ver de manera remota las clases que estaban siendo en vivo.

En cada sala usada para esta metodología hay micrófonos colgados desde el cielo y cámaras con rotación en 360° para mostrar toda el aula. Además, hay pantallas tácticales, donde un profesor puede mostrar información y los alumnos presentes ver a sus pares desde las casas. En palabras simples, un alumno que tenga una clase y no pueda asistir a la facultad, puede conectarse a intranet y acceder a la transmisión en vivo. Ahí, con cámara de video y micrófono, puede interactuar, hacer preguntas y observar. Incluso, si hacen ejercicios en el aula, se les puede mostrar en detalle, gracias a la cantidad de cámaras que hay y a los micrófonos instalados en cada mesa de trabajo. La idea es generar una interacción similar a la que tendrían presencialmente, mejorando la experiencia educativa a distancia.

Alejandro Zamorano dice que la inversión es una de las más grandes que ha hecho la UNAB y, a pesar de que ya tenían parte del equipamiento -las salas con tecnología de realidad virtual y monitores táctiles-, adquirieron cerca de 150 cámaras para transmitir las clases, algunas 4K, además de igual número de micrófonos y cintillos para los profesores. El Hospital de Simulación del Campus República –el primero en América en utilizar la Realidad Virtual en radiología- fue la punta de lanza, pero que replicaron en sus sedes de Concepción y Viña del Mar.

El sistema híbrido también está siendo probado por otras universidades, debido a las posibilidades que ofrece, como analiza Hernán Silva, magíster en innovación tecnológica y emprendimiento y fundador de Edutic, una organización dedicada a fomentar el ecosistema entre la educación y la tecnología. Para el experto, es una oportunidad no solo para el presente de los alumnos, sino también para el futuro. “Que alumnos de otra región tengan la posibilidad de asistir a esas universidades en formato híbrido es positivo para Chile, porque más gente podría optar a esas instituciones de educación”.

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Ver, escuchar y ser visto

La base de esta tecnología, que también han instalado instituciones como la Universidad Adolfo Ibáñez o del Desarrollo, y testeado la Universidad Católica y la Universidad de Chile, se sostiene en tres principios: ver la clase, escuchar y ser visto. Una máxima tanto para los que están en el aula como en casa. En el caso de la UC y la Chile, realizaron este verano un plan piloto de clases híbridas como miras a las clases 2021, dirigido principalmente a estudiantes de 1º y 2º año que no han podido conocer las universidades, debido a la pandemia. En ellas, los profesores realizaron clases de forma simultánea a dos grupos de alumnos, uno presencial y otro virtual.

“Lo que hacemos es capacitar al profesor para que maneje la tecnología y los grupos, para que haya interacción. Si la gente va a la sala, tenemos que pensar en la interacción, no que los alumnos sigan escuchando a un profesor hablar”, dice Chantal Jouannet, directora del Centro de Desarrollo Docente de la UC.

A fines de 2020, la UNAB comenzó a probar este modelo en distintas carreras y actualmente son 10 las que realizan clases con esta tecnología, principalmente del área de la salud. Diana Belmar, estudiante de enfermería en la UNAB y que pasó a 5º año, dice que en marzo de 2020 todos los alumnos pensaron que estarían solo unas semanas desde casa y sin clases. “Pero nos llegaron correos diciendo que tendríamos clases por internet, porque por el estallido social ya habíamos perdido muchas clases”, relata ella. Al ser de San Miguel, dice que cuando la universidad implementó el modelo híbrido en octubre pasado, pudo asistir sin problemas a las clases. Como muchos de sus compañeros no estaban en la región, la nueva tecnología de las salas les permitió aprender de manera más lúdica lo que antes eran solo clases expositivas. “Con el control remoto mueven las cámaras, las acercan o alejan y eso lo hace más dinámico. Incluso, que nosotros mostremos las cosas a nuestros compañeros que no estaban, lo hace más ameno, más que solo mirar una clase frente a la pantalla”, dice ella.

Rodolfo Paredes, director académico de Educación Clínica de la UNAB, cuenta que ya ha capacitado a cerca de 200 profesores en el sistema híbrido. “El enfoque HyFlex proporciona a los estudiantes autonomía, flexibilidad y participación activa, sin importantar dónde, cómo o cuándo participen del curso”, resume Paredes.

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Sistemas de gestión de aprendizaje

Más allá de la implementación de un modelo híbrido o de educación a distancia, no todas las universidades utilizaron los mismos sistemas de gestión de aprendizaje (conocido bajo las siglas LMS). La Universidad Andrés Bello, por ejemplo, usa Blackboard, donde los estudiantes pueden entrar a sus clases por intranet, ver horarios, enviar sus trabajos, mensajes directos a profesores y acceder a distintos contenidos. Centros de educación superior como la Universidad de Concepción, Universidad de Santiago o Universidad de Los Andes, entre otras, utilizan Canvas como LMS. Las universidades de La Frontera o Técnica Federico Santa María utilizan el sistema Moodle.

El experto digital Hernán Silva explica que los LMS son plataformas utilizadas desde hace décadas, pensadas inicialmente para centralizar el contenido educativo y mejorar la efectividad del aprendizaje. “Prepandemia, en general, todas las universidades o instituciones de educación tenían un LMS, pero lo usaban tímidamente. Pero en este contexto cobraron relevancia. Todos tuvieron que comprar licencias para sus alumnos y entrenar a sus profesores”, cuenta el creador de Edutic.

La dificultad de estas plataformas, durante la cuarentena, radica en su creación, pues no estaban pensadas ni diseñadas para servir como sistemas de aprendizaje en vivo. Por ello, dice el experto informático, una de las características más relevantes para su uso fue su compatibilidad con servicios de otros proveedores, como Zoom, Microsoft Teams y Google Meet. “En este caso, las plataformas de Canvas, Moodle o D2L son más abiertas en términos de interacción con otras tecnologías. En el caso de Blackboard, es una plataforma con ‘todo incluido’ y que tiene Collaborate, su propia tecnología de videoconferencias”, resume sobre sus ventajas.

Moodle, por ejemplo, nació como una plataforma open source, mantenida por la comunidad, y eso la hace tener un elemento diferenciador. “Cualquiera de nosotros puede instalarla”, dice Hernán Silva. Canvas también es open source, “pero tiene un modelo de código abierto un poco más orientado al servicio. Nació como una plataforma mantenida por una empresa privada y es mucho más nueva”.

La Universidad de Chile desde hace años utiliza sus propios softwares LMS, como U-Cursos y UCampus. Carlos Rilling, subdirector del Departamento de Pregrado de esa casa de estudios, explica que con la pandemia no tuvieron que contratar otros servicios y optaron por integrar nuevas tecnologías a los sistemas ya existentes: “Es un entorno de aprendizaje que tiene la particularidad de que podemos mejorarlo. Identificamos qué herramientas se necesitan, como Zoom para realizar clases virtuales, mejores herramientas de conocimiento para los profesores o la forma de compartir mensajería con los alumnos”.

Otro es el caso de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, que no utiliza U-Cursos y hace más de una década experimenta con diversas LMS. Desde la facultad, Óscar Jeréz, director del Centro de Enseñanza y Aprendizaje, explica que antes de las cuarentenas ya habían realizado algunas clases bajo la modalidad semipresencial. “Cuando llegó la pandemia, estábamos bastante amalgamados. Instalamos Canvas y también otras herramientas para fomentar la integridad académica. También trabajamos fuertemente con Turnitin y aplicaciones de proctoring”, señala. El uso de Proctorio, por ejemplo, permite a los profesores supervisar a los estudiantes y asegurarse que quien esté respondiendo en un computador sea quien dice ser.

La Universidad Católica y la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile estuvieron preparándose para integrar la plataforma LMS Canvas. El año pasado integraron otras herramientas digitales, como Turnitin, que los ayuda a identificar plagio en los trabajos de lo alumnos. “Para este año, nuestra principal plataforma será Canvas. Puedo hacer mi reunión ahí con los alumnos incorporando Zoom. Se pueden poner Puzzles, YouTube y todo lo que tú pienses”, explica Chantal Jouannet, directora del Centro de Desarrollo Docente de la UC.

Desde la sociología, Javier Pascual, doctor en Educación y máster en Investigación en Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, enfatiza que desde hace años se está discutiendo la necesidad de cambiar la forma de aprendizaje actual, caracterizada por un método expositivo de enseñanza, y colocar a los alumnos en el centro. “Creo que las universidades van a aprovechar estas plataformas para diversificar la forma de hacer las cosas, potenciar más el trabajo autónomo. Pero no basta solo con que los profesores cambien su forma. Va a requerir una cuestión institucional de directrices claras y estándares de formación. Toda la forma en la que funciona va la universidad va a tener que cambiar”, concluye el sociólogo.

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